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FOTO DE ARCHIVO: Empleados de una fábrica de Porche en  Stuttgart-Zuffenhausen armando un modelo de Porsche 911. Alemania. 19 de febrero de 2019.  REUTERS/Ralph Orlowski//File Photo
FOTO DE ARCHIVO: Empleados de una fábrica de Porche en Stuttgart-Zuffenhausen armando un modelo de Porsche 911. Alemania. 19 de febrero de 2019. REUTERS/Ralph Orlowski//File Photo

Por Howard Schneider, William Schomberg y Michael Nienaber

WASHINGTON/LONDRES/BERLÍN, 5 oct (Reuters) – Si la primera ronda de los esfuerzos económicos de mitigación del coronavirus se centraron en sacar toda la artillería para generar una sensación abrumadora de poder, los nuevos planes que están elaborando las principales economías del mundo para prestar más asistencia a las empresas y los consumidores están adoptando una estrategia más restrictiva y táctica.

Los Gobiernos de todo el mundo hicieron un gran esfuerzo inicial para mitigar el impacto económico de la pandemia mundial, consiguiendo unos 10 billones de dólares en planes de gastos hasta junio, según las estimaciones del Fondo Monetario Internacional. A ello se sumaron los bancos centrales, que redujeron las tasas de interés, compraron bonos y proporcionaron sus propios programas de créditos.

Sin embargo, con el presidente Donald Trump en cuarentena después de dar positivo de COVID-19 y el resurgimiento en los casos de Europa y Estados Unidos, hay un reconocimiento de que la recuperación está lejos de ser completa. Las autoridades de los Gobiernos y los bancos centrales están diseñando ahora programas más específicos con los que esperan ayudar a las industrias y a las personas que aún están muy afectadas por la crisis mundial.

En vista de que decenas de millones de personas siguen sin empleo, esta segunda ronda de ayudas estatales se seguirá contando en billones de dólares. Las principales industrias siguen bajo presión por las restricciones impuestas con el fin de tratar de detener el coronavirus, y no se ha restaurado la confianza de la población a la hora de emprender actividades rutinarias como ir a un restaurante.

Esta vez, los dirigentes apuestan a que el virus puede contenerse sin necesidad de volver a los confinamientos generales, lo que permitiría, en el mejor de los casos, que la recuperación económica mundial siguiera adelante. Su apuesta determinará si el mundo entra en 2021 preparado para la recuperación y capaz de aprovechar al máximo cualquier vacuna exitosa, o saliendo de un agujero aún más profundo.

El aumento de la carga de trabajo «pone a los Gobiernos en la poco envidiable posición de tratar de limitar los daños a la salud pública, evitando al mismo tiempo medidas estrictas que limiten la vida económica y social», escribió Kevin Loane de Fathom Consulting en una nota reciente.

«Todos los dirigentes se verán obligados a ponerse más claramente del lado de la mitigación o la supresión. La supresión fue la elección de casi todos en primavera. Es poco probable que lo sea de nuevo».

NECESIDAD DE ADAPTARSE

Junto con esos esfuerzos para suprimir el virus, la respuesta económica mundial de la primavera pasada no tuvo precedentes, ya que los principales bancos centrales y Gobiernos aprobaron programas de emergencia para canalizar fondos en efectivo a las personas cuyos puestos de trabajo estaban en peligro, mantener el crédito barato y respaldar a un amplio conjunto de mercados financieros y sectores económicos con la compra de bonos y préstamos.

Los 10 billones de dólares de gasto fiscal global estimado por el FMI están todavía quizás 2 billones de dólares por debajo del agujero que el coronavirus ha causado en la economía mundial, con una caída de la producción global estimada en el 4,9% este año. El FMI emitirá pronósticos actualizados y consejos sobre políticas económicas de cara a sus reuniones de otoño del 12 al 18 de octubre.

No es previsible que los grandes bancos centrales del mundo hagan mucho más, dadas las medidas agresivas que ya han tomado, aunque la Reserva Federal de EEUU y el Banco de Inglaterra (BoE) todavía están analizando más compras de bonos y, en el caso del BoE, la posibilidad de utilizar tipos de interés negativos.

Eso deja a las autoridades fiscales la tarea de llenar los vacíos, diseñando programas de asistencia para aquellos que aún la necesitan, asumiendo que las economías no se verán obligadas a volver a una hibernación generalizada.

Sin embargo, si el impulso de las medidas de la primavera pasada fue sacar el dinero de manera rápida, y con pocas condiciones, ahora el enfoque esta más adaptado a las necesidades.

En el Reino Unido, esto se traduce en cambiar un programa de bajas temporales incentivadas por el Estado (denominados ERTE en España) por un programa de apoyo a los trabajos «viable». Se trata de un paso que, según reconocen los mismos dirigentes, dejará a algunas personas desamparadas, pero contribuirá a la transición hacia un mundo postpandémico.

«Las fuentes de nuestro crecimiento económico y los tipos de trabajos que creamos se adaptarán y evolucionarán a la nueva normalidad. Y nuestro plan necesita adaptarse», dijo recientemente el ministro de finanzas británico Rishi Sunak. «A medida que la economía se reabre es fundamentalmente erróneo mantener a la gente en trabajos que solo existen» gracias al apoyo estatal.

¿NUEVA RECAÍDA?

En Francia, donde los nuevos casos de COVID-19 alcanzaban niveles récord, el Gobierno proporcionó más liquidez solo a los negocios que sufrieron nuevas restricciones, entre ellos los gimnasios, teatros y cafés de las regiones más afectadas.

Alemania, que también está experimentando un aumento en la cantidad de casos, ha respondido con una estrategia a plazo más largo, con programas que se prorrogarán hasta finales de este año y en algunos casos hasta 2021.

Con la recuperación económica aún frágil y el temor de un resurgimiento de las infecciones, los dirigentes japoneses dicen que están listos para desplegar más estímulos fiscales con el fin de amortiguar el golpe, aunque es probable que sean menores que los esfuerzos anteriores.

En Washington, se han reanudado las conversaciones sobre el aumento del gasto entre los líderes demócratas y la Administración Trump. Sin embargo, el secretario del Tesoro Steven Mnuchin ha dicho que quiere que los eventuales nuevos desembolsos se deberían dirigir a las pequeñas empresas y a programas para «niños y empleos», en lugar de difundirlos de forma amplia y con pocas condiciones como fue el caso en la Ley CARES de la primavera pasada, que ascendió a 2,6 billones de dólares.

Los republicanos quieren limitar los nuevos gastos a quizá la mitad de los 2,2 billones de dólares propuestos por los demócratas la semana pasada.

No hay garantía de que se alcance un acuerdo, del tamaño que sea, aunque muchos economistas piensan que la recuperación de Estados Unidos probablemente se ralentizará si no se aprueba uno.

El economista jefe de Moody’s Analytics, Mark Zandi, dice que si no se aprueba la ayuda estatal este año, la economía estadounidense podría contraerse en el cuarto trimestre y en el principio del año que viene, convirtiendo lo que comenzó como una recuperación más rápida de lo esperado en una nueva caída y un retorno a tasas de desempleo por encima del 10%.

«Ahí es donde podría llegar la nueva recaída», escribió Zandi.

(información adicional de Leika Kihara en Tokio y Leigh Thomas en París; editado por Dan Burns y Carmel Crimmins; traducido por Tomás Cobos)



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