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Gracias al programa Lonjas de Cultura, de la Fundació Baleària, artistas del ámbito mediterráneo estrechan lazos en las comunidades y países con los que la naviera mantiene rutas marítimas. En ese contexto, un nutrido grupo de artistas de Baleares, pintores, escultores y fotógrafos, llevaron su obra al corazón de Argelia, en una exposición colectiva que abarca dos muestras, Baleàrics y Baleàrics musics, comisariadas ambas por Antoni Torres.
La primera comenzó a itinerar en agosto de 2018 en la Lonjeta de Valencia, y la segunda se inauguró en marzo de 2019. Después de recorrer salas expositivas de Mallorca y Alicante, ambas muestras llegaron a Argel en octubre, a través del puerto de Mostanganen, a 70 kilómetros de Orán, hasta donde se desplazaron algunos de los artistas isleños en un buque de Baleària.
Veinticinco artistas
En esta ocasión, la macro exposición en Orán, organizada por la Fundació Baleària y el Instituto Cervantes de Orán con la colaboración de la Conselleria de Presidència, Cultura i Ig ualtat, reúne obras de 25 artistas: Tomeu Canyellas, Joan Costa, Mariano Mayol, Mig uel Planas, Félix Coll, Tomeu Coll, Pep Coll, Pilar Cerdá, Alexandra Castillo y Menéndez Rojas, de Mallorca; Enric Riera, de Formentera; Paca Florit y Zulema Bagur, de Menorca; Carles Guasch, Doralice Souza, Diana Bustamante y Toni Planells, de Eivissa; y otros seis artistas de Alicante y dos de Argelia. El objetivo es convertir el Museo de Arte Contemporáneo de Orán, que acoge la exposición, en un lugar de encuentro para el arte de países ribereños del Mediterráneo.
El viaje arrancó en Palma con destino a Denia, a continuación en coche hasta Valencia, y de allí de nuevo en barco hasta el puerto de Mostanganen, en una travesía que transcurre entre las seis de la tarde y las nueve de la mañana.
El Museo de Arte Contemporáneo de Orán ocupa unas antiguas galerías de la época colonial francesa en un edificio de gran valor arquitectónico que recuerda a las galerías Lafayette, de París. Está ubicado en un céntrico lugar lo que facilita las continuas visitas de gentes interesadas en el arte.
Una vez en Orán, la comitiva de las Islas, integrada por nueve artistas, junto a Antoni Torres y la comisaria técnica, Antonia Torres, trabajó codo con codo para ultimar todos los detalles de la exposición y supervisar la colocación de las diferentes obras, más de un centenar repartidas en las diferentes plantas del Museo de Arte Contemporáneo.
La inauguración de la exposición registró un éxito rotundo, una afluencia de público poco usual entre los que se encontraban un nutrido grupo de autoridades, el cónsul general de España en Orán, Alvaro Vermoet; el alcalde de la ciudad, Nourredine Bouktahem; la directora del Instituto Cervantes de Orán, Inmaculada Jiménez Caballero; el gerente de la Fundació Baleària, Ricard Pérez; y la directora del Museo Nacional Ahmed Zabana, Bouchara Bouchama.
Esa era la primera vez que el Museo de Arte Contemporáneo de Orán acogía una muestra colectiva con obras de artistas extranjeros y eso despertó una gran expectación tanto entre el público como en los medios de comunicación. La televisión nacional de Argelia dedicó un buen espacio a Baleàrics en sus informativos, con entrevistas a algunos de los artistas de las Islas y también a los argelinos presentes en la muestra. Cabe destacar que uno de los objetivos más importantes de esta iniciativa promovida por la Fundació Baleària es crear una corriente que conecte la actividad artística de las Islas con la de Argelia y Valencia.
La gran relevancia dada a la exposición motivó que el alcalde de la ciudad recibiera a toda la comitiva balear en el Ayuntamiento en un acto oficial que tuvo lugar al día siguiente de la inauguración, una recepción en la que no faltó el tradicional té ni los pastelitos dulces típicos de Argelia, y en la que la conversación animada del alcalde incluyó referencias al fútbol, al Real Madrid y al Barça, y a artistas como Sara Montiel y Joselito, algo lejanos ya en el tiempo.
Ciudad fascinante
Aunque la estancia en Orán fue breve, la intensa agenda de los artistas isleños dejó espacio para momentos de relax que la comitiva aprovechó para visitar puntos de interés en la ciudad. La arquitectura de principios de siglo con reminiscencias españolas y francesas, la decadencia de las calles, y sobre todo los mercados, donde se percibe toda la fuerza de esta urbe, llamaron poderosamente la atención de los visitantes isleños. Orán es también la ciudad de Albert Camus, que le consagró como escritor y donde alcanzó la cima de su narrativa, así que otro punto de visita obligada fue el antiguo restaurante Le Cintra, que el escritor frecuentaba con gran asiduidad.
En Orán no puede faltar un recorrido por sus mercados, bullicio de vendedores y consumidores, en los que llama la atención la notable presencia de productos españoles envasados y un ambiente que, salvando las distancias, recordaba a los ojos de los visitantes isleños los mercados de Mallorca tiempo atrás, con el añadido de los productos de consumo típicamente árabe. Las principales plazas de la ciudad quedaron también incluidas en el itinerario, y dos lugares que se consideran emblemáticos en Orán, el fuerte de Santa Cruz, una ciudadela otomana reconstruida por los españoles ubicada en la cima del monte Murdjadjo que domina toda la ciudad; y la capilla encalada de Nuestra Señora de Santa Cruz, a poca distancia, construida en honor a la virgen después de una epidemia de cólera.
El paisaje de Argelia desde Mostanganen hasta Orán recuerda en cada momento su carácter mediterráneo. Grandes extensiones de cultivos entre los que las plantaciones de tomates –de los que dieron buena cuenta los miembros de la comitiva balear en Orán – acaparan la mayor superficie a lo largo de varias decenas de kilómetros de costa en los que la agricultura sig ue imponiéndose al turismo.
Antoni Torres, comisario de la exposición, recuerda los vínculos que existieron, hace unos setenta años, entre Argelia y Mallorca. «Algunos de nuestros abuelos estuvieron en Argel, entonces era bastante común, en un momento en el que aquí la situación estaba difícil, ir a comprar a Argel cosas que aquí no se podían encontrar. Mi suegro compraba allí navajas para la peluquería. Y no hay que olvidar que al terminar la Guerra civil muchos republicanos se fueron a Argel». Fueron años en los que la capital de Argelia tenía fama de ser una ciudad muy cosmopolita. Antes de eso, en 1893, más de seiscientas personas emigraron de Mallorca a Argelia. La facilidad de las comunicaciones con la colonia francesa, las mayores oportunidades laborales y los salarios más elevados hicieron entonces de la región norte africana un destino deseable entre los braceros de las Islas.
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