Este grupo, en el que todos usan barbas, camperas de cuero y están llenos de tatuajes, tiene una historia que demuestra que muchas veces las apariencias engañan. Desde hace tres años, cada miércoles se juntan para llevarle un plato de comida, abrigo y hacerle compañía a la gente que vive en las calles de Buenos Aires. Forman parte de un grupo internacional que se hacen llamar los villanos barbudos, pero quizá deberían llamarse los villanos solidarios.



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