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Joaquín Sorolla: ‘Retrato de Mabel Rick, Señora Perez de Ayala’, h. 1920
Joaquín Sorolla: ‘Retrato de Mabel Rick, Señora Perez de Ayala’, h. 1920

Aunque la historia suele fijarse en las creaciones maestras, también ha dejado numerosos ejemplos de obras inconclusas, imperfectas, en plena metamorfosis, interrumpidas por accidente o con intención, concebidas como fragmentos. “La modernidad se ha sentido crecientemente atraída por esa condición fragmentaria y ha reservado un espacio para lo imperfecto porque considera la obra inacabada como más vivaz y auténtica, más emocionante, llena de sugerencias”, explica la comisaria, María Bolaños, directora del Museo Nacional de Escultura de Valladolid, que ha coproducido la muestra junto a la Fundación ”la Caixa”.

Bajo esta condición de lo inacabado, CaixaForum Palma -primera parada de una itinerancia que acabará el próximo año en la sede de la fundación en Zaragoza- muestra 85 obras procedentes de más de cuarenta colecciones y museos públicos y privados de España, Reino Unido, Francia y Portugal. Entre las piezas, destacan obras de Joseph Beuys, David Hockney, Rembrandt, Antonio López, El Greco, Ingres, Salzillo, Dora Maar, Ernst, Duchamp, Sorolla… Y de otros más actuales como Ignasi Aballí, Hiroshi Sugimoto, Joan Fontcuberta o William Kentridge, entre otros.

Hasta el siglo XVI, solo una circunstancia involuntaria podía explicar el inacabamiento de una obra de arte, que era interpretado como una «falta», como un fracaso. Pero fue en el Renacimiento cuando grandes maestros como Miguel Ángel, Leonardo da Vinci o Tiziano, encontraron en el non finito una categoría interesante en sí misma.

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Vista de la exposición en CaixaForum Palma

Algunas grandes obras maestras se han hecho célebres precisamente por haber quedado congeladas en una de sus fases. Es el caso de la enigmática El arte de la fuga, que un Johann Sebastian Bach ciego y enfermo dejó detenida abruptamente en el compás 239 poco antes de morir, legando así a varias generaciones de compositores una obra llena de mensajes en clave.

Un Miguel Ángel inconcluso

Y también es el caso de la tumba de Julio II, que Miguel Ángel nunca pudo concluir. El proyecto, que él llamaba “tragedia de la Sepultura”, lo persiguió durante décadas y quedó interrumpido por circunstancias fortuitas. Es probable que su presencia durante años en el taller le indujese a meditar sobre la trascendencia de lo no acabado. Y, de hecho, Miguel Ángel es considerado el padre de la noción moderna de non finito, según la cual la forma inacabada parece esconder la esencia misma de la obra y, a la vez, una paradoja: que la imperfección puede alcanzar la perfección.

Sin embargo, fue especialmente en el Romanticismo cuando lo interrumpido, lo fragmentario, el esbozo y el apunte adquirieron una importancia decisiva en la literatura y el arte, y se convirtieron en emblemas de la modernidad. “Mientras que las obras maestras se nos aparecen envueltas en un aura sagrada que nos paraliza con su perfección, la obra incompleta, rota o abocetada que descubrimos en la sala de un museo se gana nuestra estima con un centelleo especial porque es más favorable a la sorpresa y a las conexiones inesperadas, a las miradas menos permanentes, como si encerrase un secreto que se nos escapa, pero que despierta nuestro apetito de saber más, de adentrarnos y comprender”, continúa la comisaria.

Vista de la exposición

En la exposición destaca la presencia del último cuadro de Sorolla. Se trata de un retrato de Mabel Rick, esposa del escritor asturiano Ramón Pérez de Ayala, que el artista nunca llegó a acabar. Mientras la estaba pintando una mañana de julio en su jardín, el artista sufrió un ataque que le impidió volver a pintar.

Esta y otras obras inacabadas podrán verse en CaixaForum Palma hasta el 15 de agosto y, a partir del 22 de septiembre, en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid.

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