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En El Obrero hemos estudiado y publicado el discurso de Luis Jiménez de Asúa en el debate constitucional de 1931 sobre la sustitución del personal religioso en los hospitales españoles. Pues bien, posteriormente, en 1936 se organizó una campaña pro laicismo en la enseñanza y la sanidad a través de la colaboración de una serie de organizaciones obreras de signo socialista de estos dos ámbitos: Federación de Sindicatos Médicos, Federación Española de Trabajadores de la Enseñanza, Federación de Auxiliares de Farmacia, Federación de Sindicatos de Practicantes, Agrupación de Matronas y Federación del Personal al Servicio de Hospitales, Sanatorios y Similares. Uno de sus principales actos tuvo lugar en la Casa del Pueblo de Madrid, un mitin que se celebró el 17 de julio de 1936 en pro de la sustitución de las órdenes religiosas en los Hospitales y centros de Beneficencia. El acto fue presidido por Pablo Cortés Felgueira, de la Federación del Personal al servicio de Hospitales.

Las intervenciones giraron en criticar la influencia del personal religioso en los centros de salud. En este sentido, Tomás Mora, secretario de la Federación de Auxiliares de Farmacia, habló de su supuesta “perniciosa y nefasta actuación”.

Más profunda fue la intervención de Isabel Oyarzábal (aunque no creemos que dicha oradora fuera la destacada periodista, escritora y diplomática, ya que la crónica que hemos empleado alude a que era de Palencia). Se dedicó a estudiar los problemas que ocasionaba, en su opinión, la religión en España, comparando la situación con la de otros países. Luego defendió el papel del personal sanitario, con su dimensión social para el que no estarían capacitadas, en su opinión, las religiosas. Era necesario, en conclusión, que el gobierno del Frente Popular emprendiera la deseada sustitución.

El médico Daniel Ortega, a la sazón diputado comunista, expresó su experiencia personal sobre las actividades de las religiosas en los Hospitales. El personal religioso, en su opinión, siempre habría pretendido convertir los centros de Beneficencia en organizaciones de propaganda confesional. Pero, además, explicó que el personal religioso trataba de forma distinta a los enfermos según su filiación y matiz político, además de que solamente estaban preocupados en los momentos graves y difíciles por dar órdenes y por vigilar la conciencia del enfermo. También consideró la responsabilidad de los propios médicos en mantener esta situación, ya que muchos debían sus puestos a los religiosos.

Para Ortega la República no había entrado todavía en las escuelas ni en los hospitales.

El último orador fue Zabalza en representación de la UGT. El sindicalista insistió en el argumento clásico del socialismo español sobre el papel de la Iglesia como pilar del sistema capitalista. Realizó una serie de consideraciones contra la institución y la religión, para terminar centrándose en considerar que la República no se había enfrentado aún con la Iglesia, y principalmente con la Compañía de Jesús. La forma de acabar con su influencia era terminar con el régimen capitalista, en consonancia con su principal argumentación.

Hemos trabajado con el número 8191 de El Socialista, y en la hemeroteca digital de este periódico El Obrero podemos encontrar los trabajos a los que hacíamos referencia al comienzo de este artículo. Para profundizar en algunos de los sindicalistas de este acto es imprescindible acudir al Diccionario Biográfico del Socialismo Español.

Eduardo Montagut Contreras. Doctor en Historia



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