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Los científicos calculan que el Sol se encuentra aproximadamente en la plenitud de su vida. Lleva brillando en el firmamento unos 4.600 millones de años. Sin embargo, todo llega a su fin y dentro de unos 5000 millones de años más nuestra estrella agotará su combustible, comenzará a hundirse bajo su propio peso, y en este proceso se calentará y dilatará paulatinamente hasta que, llegado un día, convertido en una gigante roja, sus capas más externas engullirán irremediablemente las órbitas de Mercurio, Venus, y puede que de la Tierra.

El final del nuestro astro se hallará entonces muy cerca. A esta etapa, le seguirá otra en la que el Sol se liberará de sus capaz exteriores formando uno de los juegos de luces más impresionantes del Universo, una nebulosa planetaria, y en cuyo centro aún brillará el núcleo desnudo de lo un día fue el Sol, una estrella enana blanca.

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Una de las preguntas que se plantean los astrónomos a este respecto es si los sistemas planetarios pueden sobrevivir a la muerte de sus estrellas. En el caso de las supernovas, el modo en que acaban sus días los astros más masivos que nuestro Sol, la respuesta está muy clara. Sin embargo, respecto de estrellas más pequeñas, algunos estudios han afirmado que algunos planetas, en concreto los similares a Júpiter, podrían resistir a esta transición en la que una estrella de masa pequeñas o mediana se convierte en una enana blanca, aunque bien es cierto que las evidencias de ello aún eran escasas.

Ahora, no obstante, un grupo de científicos con participación del Instituto de Astrofísica de Andalucía -IAA-CSIC-, presenta en el último número de la revista Nature el hallazgo de un sistema formado por una enana blanca y un planeta de tipo joviano, lo que permite vislumbrar uno de los posibles futuros del Sistema Solar.

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Así, las imágenes de alta resolución obtenidas desde el Observatorio W. M. Keck, situado cerca de la cima del volcán Mauna Kea, en Hawái, revelan que orbitando una enana blanca recién descubierta con aproximadamente el 60% de la masa del Sol, sobrevive un mundo gaseoso gigante con una masa un 40% mayor que la de Júpiter. El planeta gira en torno a la estrella en una órbita amplia, a una distancia de al menos tres Unidades Astronómicas -UA- es decir, 3 veces la distancia que separa la Tierra y el Sol.

«Este hallazgo confirma que los planetas que orbitan a una distancia suficientemente grande pueden seguir existiendo después de la muerte de su estrella, explica Joshua Blackman, investigador de la Universidad de Tasmania, en Australia, y primer firmante del estudio publicado bajo el títuloA Jovian Analog Orbiting a White Dwarf Star. «Dado que este sistema es un análogo a nuestro propio Sistema Solar, esta observación sugiere que planetas como Júpiter y Saturno podrían sobrevivir a la fase de gigante roja del Sol«, añade.

«Planetas como Júpiter y Saturno podrían sobrevivir a la fase de gigante roja del Sol»

El equipo descubrió el planeta mediante una técnica denominada microlente gravitatoria, que se produce cuando una estrella cercana a la Tierra se alinea momentáneamente con otra lejana. Esto crea un fenómeno en el que la gravedad de la estrella en primer plano actúa como lente y amplía la luz de la estrella de fondo. Si un planeta gira alrededor de la estrella cercana, deformará temporalmente la luz magnificada al pasar.

Cuando el equipo científico estudió la estrella anfitriona del planeta, halló que su luz no era lo suficientemente brillante para una estrella ordinaria de la secuencia principal, es decir, una estrella adulta. Los datos también descartaron la posibilidad de que se tratara de una enana marrón -un objeto intermedio entre las estrellas y los planetas gigantes- o de un objeto compacto como un agujero negro. La única opción viable era que se tratase de una estrella enana blanca.

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«Dadoque el 97% de las estrellas de nuestra Galaxia se convertirán en enanas blancas, este descubrimiento y los que le sigan nos permitirán vislumbrar el futuro de los exoplanetas», comenta por su parte Camilla Danielski, investigadora del IAA-CSIC participante del hallazgo. En el futuro, el equipo tiene previsto incluir sus resultados en un estudio estadístico que buscará averiguar cuántas otras enanas blancas cuentan con supervivientes planetarios intactos.

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