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Imagínate que tienes a tu disposición una botella de plástico, en la cual, viertes agua hasta la mitad. De esta forma, te encuentras con la primera mitad llena de agua y la segunda… ¿vacía? Evidentemente no. Pero, ¿y si quitamos todo el aire existente? Probamos entonces a eliminar el dióxido de carbono, el nitrógeno, el oxígeno e incluso el vapor de agua que pueda irse evaporando procedente del líquido de la otra mitad de la botella. ¿Se encuentra ahora vacío? La respuesta sigue siendo no. De hecho, por mucho que lo intentes, la respuesta será siempre no.

Así, según la física, el vacío estará siempre lleno de cosas que, aunque no sean materia como tal, lo ocuparán de forma constante, siendo de suma importancia para entender la realidad tal y como se conoce. ¿Por qué se llama vacío entonces? Pues bien, se trata simplemente de una cuestión de tradición pues, realmente, científicos de épocas pasadas no sabían todo lo que se conoce a día de hoy, por lo que adoptaron el término de forma errónea. Sin embargo, actualmente se ha tratado de resolver ese problema diferenciando el vacío, como el menor estado energético de una región del espacio, de la nada, como la inexistencia total de todo ser.

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