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Las breves y hoy célebres palabras de Abraham Lincoln en Gettysburg sonaron como un grito por la democracia y la erradicación de la esclavitud. «Ahora, estamos librando una gran guerra civil que pone a prueba si esta nación, o cualquier otra nación dedicada al mismo principio, puede perdurar en el tiempo. Nos hemos reunido en un gran campo de batalla de esa guerra. Hemos venido a dedicar una parte de este como lugar de reposo para aquellos que murieron aquí para que la nación pueda perdurar. Es por tanto justo y adecuado que procedamos a hacer esto».

La arenga la pronunció el presidente en el mismo lugar donde cuatro meses antes, del 1 al 3 de julio de 1863 y en el marco de la Guerra de Secesión, se libró una sangrienta batalla que marcaría el rumbo de Estados Unidos. En esta localidad situada en el estado de Pensilvania, durante tres eternas jornadas, más de 150.000 norteamericanos se batieron entre cañonazos de pólvora y cargas de caballería en el choque más vasto de su guerra civil, en una carnicería como nunca se había visto.

La bibliografía sobre este enfrentamiento bélico es amplísima, pero ahora llega a las librerías españolas, de la mano de la editorial especializada en historia militar Desperta Ferro, uno de los libros más aplaudidos y premiados sobre el tema: Gettysburg, de Allen C. Guelzo, historiador experto en la Guerra de Secesión. Lo más novedoso de este meticuloso y exhaustivo relato es la capacidad del autor de trasladar al lector los sentimientos que experimentaron las decenas de miles de soldados casi al minuto.

Soldados de la Unión muertos en el campo de batalla de Gettysburg.


Soldados de la Unión muertos en el campo de batalla de Gettysburg.

Librería del Congreso de EEUU

En Gettysburg se frenó el intento de invasión del ejército de la Confederación —una suerte de país no reconocido que amalgamaba a siete estados sureños a favor del esclavismo—, liderado por el general Robert E. Lee, que amenazaba con abalanzarse sobre las ciudades del norte como Filadelfia y Washington. Tras 72 horas de lucha y recomponiéndose de situaciones límite, las tropas federales de George G. Meade —escogido por Lincoln para encabezar el ejército de la Unión tan solo tres días antes de la contienda— lograron un triunfo fundamental por su simbolismo político.

Porque… ¿qué hubiera sucedido si la gran batalla de ese verano de 1863 hubiera caído del bando confederado y del Ejército de Virginia del Norte? ¿Cómo de diferente hubiera sido el destino de la historia de EEUU —y del resto del mundo—? Guelzo, sin embargo, rebate con sensatez el supuesto carácter decisivo del combate en el transcurso general de la contienda civil: «Gettysburg no puso fin a la guerra. Prosiguió durante casi dos años más, pues fue necesario ese tiempo para destruir por completo la resistencia de la Confederación sureña».

Ilustración de la batalla de Gettysburg.


Ilustración de la batalla de Gettysburg.

Librería del Congreso de EEUU

«En lo que Gettysburg sí que marcó un récord», escribe el historiador, «fue en la carnicería que supuso: en un enfrentamiento que comenzó con batallas de un solo día libradas sobre campos de 5 o 7 kilómetros cuadrados, Gettysburg supuso tres días de incesante lucha, librada sobre 38 kms², como un brutal match de boxeo que se prolongase más de cien asaltos».

En total, entre ambos contingentes, se registraron unas 5.000 víctimas mortales, más de 20.000 heridos y sobre 10.000 desaparecidos o capturados. En comparación con otros trágicos eventos, en Gettysburg, solo el ejército confederado sufrió el equivalente a dos veces y media las bajas encajadas por las tropas aliadas en Normandía desde el Día D, el 6 de junio de 1944, hasta agosto de ese mismo año.

Revivir nacional

El relato, que destripa con exactitud la partida de ajedrez militar decidida por «momentos milagrosos», concentra una abultada cantidad de testimonios de oficiales anónimos y soldados rasos que humanizan la historia de la masacre, que convierten la narración casi en un falso directo. «Un terremoto no habría hecho temblar del mismo modo los cimientos como el fuego de esas piezas de artillería», refiere un confederado; a lo que otro añade que sintió una bala maciza «impactar en el terreno ante nosotros y seguir con su camino, con un gruñido de rabia tan terrible que era inconcebible».

Portada de 'Gettysburg'.

También resulta interesante la reconstrucción que hace Guelzo de las divisiones políticas y enfrentamientos en los cuarteles generales de ambos bandos en liza; así como la constante contextualización numérica y a nivel de estrategia que se va realizando a lo largo de las más de 600 páginas de ensayo con otras guerras como las libradas por Napoleón en Europa a comienzos de siglo.

Es cierto que la lectura puede resultar un poco densa para quien no esté familiarizado con el tema, pero la avalancha de datos y de información, y las precisas y cuidadosas explicaciones, provocan que al terminar Gettysburg, el lector sea prácticamente un experto en esta batalla que, según Lincoln, debía ser como un revivir nacional, un nuevo nacimiento de la libertad que asegurase que «el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no perezca de la faz de la tierra».

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