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Etiopia
Los refugiados etíopes que huyen de los enfrentamientos en la región septentrional de Tigray navegan por el río Tekeze hasta llegar a Hamdayet (Sudán). ACNUR | Hazim Elhag






el DiarioSolidario

Los enfrentamientos desde principios de noviembre entre el gobierno federal y las fuerzas del gobierno regional de Tigray, al norte de Etiopía, han provocado que 31.000 etíopes hayan cruzado la frontera hacia Sudán en búsqueda de seguridad. Una media de 2.812 personas al día desde el inicio de las hostilidades. Una cifra que continúa en ascenso diariamente.

El punto principal de paso es Hamdayet. Un lugar donde el centro de tránsito, con capacidad para 300 personas, alojaba a 6.000 hace unos días. Las instalaciones de agua y saneamiento son insuficientes.

“La mitad de los que están huyendo son niños y niñas. Llegan exhaustos y asustados y con muy pocas pertenencias. La mayoría procede de la zona de Humera, mientras que otros vienen de las vecinas ciudades de Rawyan y Dima”, informa ACNUR.

Campos de refugiados y violencia

El Gobierno sudanés ha iniciado el establecimiento de un campo de refugiados en Um Rakuba, a 80 kilómetros de la frontera, con capacidad para 20.000 personas, mientras estudian puntos adicionales. El ejecutivo de Sudán estima la llegada de hasta 200.000 etíopes.

Por su parte, el gobierno etíope ha anunciado un estado de emergencia de seis meses en Tigray, donde la falta de electricidad, telecomunicaciones y acceso a combustible y dinero en efectivo sigue obstaculizando la respuesta humanitaria. Pese a la mediación de países como Uganda, la violencia sigue su curso, con las tropas gubernamentales seguras de conseguir una rápida victoria.

Los testimonios sobre la crudeza de la violencia recorren el país. Cuando estallaron los disparos, Gannite trató de dar sentido a la escena que se desarrollaba en su pueblo en el norte de Etiopía. “No sabíamos qué estaba pasando, mucha gente murió, pudimos ver diez, veinte cuerpos tirados en el suelo. Fue entonces cuando decidimos huir ”. Sin tiempo para nada, emprendió un viaje de tres días al vecino Sudán en búsqueda de seguridad.

La semana pasada Amnistía Internacional (AI) informó sobre una masacre producida en la noche del 9 de noviembre, cuando “decenas o probablemente cientos de personas murieron acuchilladas y a machetazos” en Mai-Kadra, en el oeste de Tigray.

Preocupación

Además de la violencia, en Etiopía, ACNUR se muestra preocupada por los más de 96.000 eritreos que se encuentran en cuatro campamentos de refugiados (Shimelba, Hitsats, Adi Harush y Mai Aini), así como por las 100.000 personas de Tigray que ya estaban en situación de desplazamiento interno al comienzo del conflicto.

Además, la región se ha visto afectada por la plaga de langostas del desierto. La agencia de la ONU para los refugiados ha declarado una emergencia de nivel 2 para Etiopía y Sudán, y una emergencia de nivel 1 para Djibouti y Eritrea.

“Pedimos a las autoridades etíopes que adopten medidas que nos permitan seguir prestando asistencia en condiciones de seguridad a los refugiados y desplazados internos en Tigray”. Directora de la oficina regional de ACNUR, Clementine Nkweta-Salami.

Etiopía, un país avanzado con los refugiados

Etiopía es uno de los países de África que más refugiados acoge. Cuenta con leyes progresistas que mejoran la vida de los refugiados, reconocen su derecho a trabajar, a recibir educación, a registrar sus nacimientos y matrimonios, a la obtención del carné de conducir o a tener acceso a la banca.

A día de hoy, hay en el país 796.591 refugiados,  y solicitantes de asilo – la gran mayoría proceden de Sudán del Sur, Somalia, Eritrea y Sudán-, además de 1.820.811 de desplazados internos. .

Origen del conflicto

El primer ministro etíope y antiguo premio Nobel de la paz en 2019, Abiy Ahmed, inició el 4 de noviembre una operación militar en Tigray en respuesta al ataque contra una base militar federal cerca de Mekele, la capital regional. Acción perpetrada por el partido Frente Popular de Liberación de Tigray ( TPLF), gobernante de la región.

La tensión entre el gobierno de Abiy y el TPLF se había incrementado en los últimos meses cuando en Tigray se celebraron elecciones en septiembre a pesar de que el gobierno federal las había pospuesto debido a la pandemia. Abiy no solamente no reconoció los resultados, sino que congeló los presupuestos federales.

Pero las tensiones vienen de antes. Se iniciaron nada más llegar Abiy al poder en 2018, desposeyendo del poder al FLPT quien durante décadas era el principal partido en Etiopía. El nuevo mandatario acusó de corrupción y abuso de derechos humanos a funcionarios del anterior ejecutivo, además de expulsar a miembros del FLPT en el gobierno. Finalmente, disolvió la coalición de gobierno. El resultado de las negociaciones para poner fin a 20 años de guerra con la vecina Eritrea tampoco fueron otro movemento de fricción ya que el acuerdo no era del beneplácito del Frente Popular.

Desde el inicio del conflicto, se han registrado combates y bombardeos aéreos, sin que haya un balance claro de la situación en el terreno, ya que han quedado suspendidas las comunicaciones con esta región norteña.

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