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el DiarioSolidario
“Ceguera. Ese es el efecto que ha provocado el coronavirus en la sociedad española respecto a las mujeres en prostitución, que han descendido todavía más escalones hacia la invisibilidad absoluta durante la pandemia de la Covid-19”, denuncian desde Médicos del Mundo.
El descubrimiento de este nuevo síntoma de la enfermedad, la “pérdida de visión” hacia quienes más sufren, es el gancho de la nueva campaña de la ONG en el Día Internacional contra la Explotación Sexual y la Trata de Personas, que se celebra cada 23 de septiembre.
“Con esta campaña, buscamos sacar a la luz a las personas que han quedado más más ocultadas por la pandemia y a la vez generar rechazo social hacia quienes consumen, sostienen y financian el negocio de la prostitución”, declara la vicepresidenta de la organización humanitaria, Celsa Andrés.
“Nunca habíamos visto a las mujeres en prostitución en una situación tan precaria…
Prostituidores que no descansaron ni en pleno confinamiento, otros que se negaron a confesar con qué mujeres habían estado para no desvelar su secreto a pesar de que eso impedía el rastreo de contactos. Así como hombres que presionaron para tener sexo sin protección o a menor precio porque sabían que ellas necesitaban cualquier ingreso para alimentar a sus familias. “Estas son algunas de las escenas que hemos visto en Médicos del Mundo en los últimos seis meses”.
“Durante la pandemia tuve muchas necesidades. Pasé hambre y no podía pagar el alquiler. Ni siquiera tenía gel o champú para lavarme”, relata Ingrid, una de las mujeres a las que ha atentido la organización
Médicos del Mundo ha tenido que centrarse proporcionar necesidades muy básicas como comida, alojamiento o incluso tarjetas de teléfono. “Nunca las habíamos visto en una situación tan precaria. Porque a mayor situación de necesidad, menor capacidad de negociación, tanto de las prácticas sexuales como de las cantidades a percibir”. A esta situación se incluye un mayor riesgo de exposición al virus y un aumento de los trastornos psicosociales derivados de la angustia y el miedo”.
“Junto a eso, lo peor han sido los insultos que he recibido, casi siempre de chavales jóvenes, que también me han arrojado cosas. Hasta sufrí un intento de atropello”, cuenta Pandora. “Necesito sanarme interiormente”, nos dice Evelyn.
Sin cobertura social
El Gobierno aprobó varias medidas de protección social durante el Estado de Alarma para apoyar a la población vulnerable frente al impacto económico y social de la pandemia. Entre ellas destacan la ampliación del Plan de Contingencia contra la Violencia de Género y el Real Decreto-Ley 20/2020 que instituye el Ingreso Mínimo Vital (IMV).
La situación administrativa irregular de la mayoría de las mujeres prostituidas, sumadas a otras barreras tecnológicas y administrativas, les deja fuera de las medidas sociales y económicas adoptadas. Prácticamente ninguna de ellas ha conseguido el IMV, y además, al encontrarse muchas en situación irregular, ni siquiera pueden acceder con normalidad al Sistema Nacional de Salud ni a medicamentos y tratamientos, puesto que no disponen de tarjeta sanitaria.
Las mujeres prostituidas manifiestan siempre las mismas necesidades: contar con empleos alternativos, alojamientos asequibles y apoyo psicológico para poder salir de su situación de prostitución. Pero no sólo no reciben ayuda alguna, sino que arrastran un estigma difícil de superar a la hora de intentar incorporarse al mundo laboral. Se pueden cerrar los clubes -que es una medida que Médicos del Mundo aplaude-, pero sin apoyos estructurales las mujeres serán siempre el último eslabón del sufrimiento.
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