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Una familia iraní dividida por la revolución y la guerra se reúne después de muchos años en Turquía, no lo pueden hacer en Irán. Hasta la costa turca vuela la parte exiliada de la familia desde Francia, Suecia y Estados Unidos; por tren, desde Teherán, llega la matriarca que junta a cinco de sus hijos y nietos. La socióloga y escritora Parinoush Saniee relata en Los que se van y los que se quedan (Alianza) el catártico encuentro entre los miembros de una familia que ponen sobre la mesa las diferencias y desencuentros de una sociedad rota por décadas de régimen islámico y exilio.

“Los personajes de mi libro simbolizan cada uno un grupo social. Iran-Dokht, la protagonista, representa a una generación que ha sido víctima de la represión y que muchos de ellos han nacido en las cárceles. Iran-Dokht, que significa hija de Irán, representa a esa generación para los que Irán ha sido una cárcel”, explica la socióloga a El Independiente. Habla de la generación que ha salido a las calles reclamando libertad, una generación de jóvenes que no han conocido otra cosa que el opresor régimen religioso.

“La sociedad iraní está totalmente separada de los gobernantes, los jóvenes que ahora están en las calles protestando e incluso muriendo, son la generación que ha nacido y crecido dentro de un estado islámico, en sus colegios y en sus universidades. Han recibido las enseñanzas tal y como ellos querían, pero no han podido imponer su mundo y eso quiere decir que no ha tenido éxito su política educativa ni su revolución”, asegura la autora.

Saniee es consciente de que cuantas ideas puedan tener los iraníes sobre su futuro, éste todavía está lejano. “Tengo mucha esperanza, pero no se cuando llegará este futuro”. Sigue existiendo riesgo de involución y tiene miedo a la reacción del régimen. “Me preocupa mucho, hay un sector de halcones del gobierno iraní que para quedarse en el poder está dispuesto a cometer cualquier crimen”.

El exilio y los que se quedan

Describe en su novela el devenir de las generaciones con el paso del tiempo. Los de fuera de Irán añorando su tierra natal y su familia y sufriendo la vida de emigrante y los que se mantienen en el país imaginando vidas mejores fuera de su país y padeciendo la guerra y la deriva de un país en manos de religiosos fundamentalistas. La reconciliación es la única vía posible y, en ese sentido, la historia de España sirve de espejo. “Tengo mucha esperanza de que tras la salida de “nuestro Franco” en Irán se den las circunstancias para que los que están fuera puedan volver. Somos una familia y para que podamos ser una familia tenemos que reconciliarnos y hablar”. 

En este sentido el gran pegamento para unir el país no es otro que el farsi, una lengua que el exilio ha mantenido y que se ha mantenido congelado en el tiempo y se han esforzado por transmitir a sus hijos, mientras que en Irán ha evolucionado. “Los de fuera no entienden a los jóvenes cuando hablan”, aseguran en la novela. “La lengua es importantísima, es el vehículo que nos ayuda para que nos hablemos y nos conozcamos. Y para que lleguemos a ese punto tenemos que ser sinceros, hablemos de las realidades, no de nuestras aspiraciones, no, solamente de las realidades. En ese caso, seguro que podemos estar unidos otra vez”, afirma la autora. 

Ella misma es exiliada, cuando empezó la revolución estaba en Estados Unidos estudiando pero volvió a Irán, como muchos de los que estaban fuera, porque querían vivir en su país. “Pero allí no podía desarrollar mi profesión, no tenía derecho de tener ningún contrato, ni derecho a tener una cuenta bancaria. No podía hacer una vida normal. Al final decidí irme a Estados Unidos, aunque me habían ofrecido la residencia en muchos países”, relata.

Un futuro para Irán

Saniee no tiene claro si las revueltas que vive el país estos días en las que los manifestantes queman imágenes del líder supremo Jamenei y que han costado la vida a muchos jóvenes es la catarsis que necesita su país para romper con su pasado. “Los jóvenes ya han pasado las líneas rojas del régimen, salen a las calles y se juegan la vida, pero la realidad es que los jóvenes no pueden dirigir el país. Tenemos que ser dirigidos por expertos que tenemos fuera de Irán o dentro de Irán. Un conjunto de expertos para programar el futuro de Irán”, asegura la socióloga.

Desde su punto de vista el país necesita un gobierno provisional de tecnócratas que “analicen la situación y que sean capaces de crear un programa para el futuro de Irán para que luego la gente en unas elecciones libres elija qué Estado quiere. Tenemos decenas de partidos políticos, pero cada uno está en su pensamiento. Deben unirse, deben crear un grupo en el que todos estén dentro de ese grupo, de todos esos partidos y luego cuando llegamos a un estado óptimo para hacer unas elecciones libres, la gente elegirá el futuro, el régimen y la Constitución”.  

En ese esquema que idea esta pensadora iraní cabe Reza Pahlavi, príncipe heredero de Irán, pero como uno más. “Puede participar como los demás y después la gente puede elegir. Quién sabe, lo mismo puede haber un régimen monárquico, la gente es la que debe elegir”, insiste. “El exilio tiene un papel importantísimo para que alcancemos un estado óptimo para el futuro de Irán. Esta revolución está muy bien, pero debe tener dirección, grupos políticos con programas para el futuro de Irán, programa de economía, sociedad, política y educación. No hace falta un líder, sino grupos. Ahora mismo en Irán es imposible porque la represión de las fuerzas de seguridad los elimina. Debe formarse en el exilio y desde allí dirigir los movimientos en Irán”, añade.



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