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El Technicolor es un proceso de cine en color inventado en 1916. Los ya no tan jóvenes recordarán aquellos letreros que anunciaban en letras grandes y al comienzo de las piezas cinematográficas el empleo de esta técnica que en su momento se estableció como el culmen de la industria del séptimo arte. Reconocido por su gran nivel de saturación, el Technicolor nació como un sistema de dos colores en el que un prisma detrás de la lente de la cámara exponía dos fotogramas consecutivos en un solo negativo en blanco y negro bajo los filtros correspondientes para cada uno de ellos. El método de coloreado fue evolucionando y mejorando a través de la adicción de nuevos filtros durante varias décadas hasta la filmación del El padrino II, la última película estadounidense estrenada antes de que Technicolor cerrara su planta de impresión en 1974.

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Hoy, ya lejos de los comienzos de la historia del cine, el testigo de aquellos filtros que antaño jugaron con los colores sobre una cinta de celuloide queda en cierto modo recogido por los telescopios Gemini Norte y Hubble, los cuales, con otro tipo de filtros capaces de discriminar la luz que pasa a través de sus lentes en base a su longitud de onda, son capaces de proporcionarnos nuevas maneras de entender el mundo que nos rodea. En esta ocasión sus ojos han apuntado al planeta Júpiter y sus últimas imágenes, tomadas en las longitudes de onda del espectro visible, el infrarrojo y el ultravioleta, han venido a revelar nuevos secretos de su atmósfera.

Tres retratos para un planeta gigante

Las fotografías en luz visible y ultravioleta fueron capturadas por la Cámara de Campo Amplio 3 del Telescopio Espacial Hubble, mientras que la imagen en infrarrojo procede de la Cámara de Infrarrojo Cercano -NIRI por sus siglas en inglés-, instalada en el telescopio de Gemini Norte de Hawai. Los tres retratos del gigante gaseoso, destacan la ventaja crucial de la astronomía de longitudes de onda múltiples para observar planetas y otros objetos astronómicos en las diferentes longitudes de onda de la luz, lo que permite a los científicos obtener información que de otra forma no estaría disponible.

Júpiter en luz  Infrarroja

Júpiter en luz Infrarroja



Foto: International Gemini Observatory/NOIRLab/NSF/AURA, M.H. Wong (UC Berkeley) et al. Acknowledgments: M. Zamani

Y es que al observar Júpiter en múltiples longitudes de onda, se descubren muchas sorpresas. Por ejemplo, la Gran Mancha Roja del planeta —el famoso sistema de tormentas permanente que tiene el tamaño de la Tierra— es una característica destacada de las imágenes en visible y ultravioleta, pero es casi invisible en longitudes de onda infrarrojas. Por otro lado, las bandas de nubes en sentido contrario al eje de rotación de Júpiter son claramente visibles en los tres tipos de luz.

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Pero la Gran Mancha Roja no es el único sistema de tormentas visible en estas imágenes. La región conocida como la Mancha Roja Junior (nombrada por los científicos jovianos como Oval BA), aparece tanto en las observaciones en luz visible como ultravioleta. Esta tormenta — a la derecha de su contraparte más grande— nació de la fusión de tres tormentas de tamaño parecido en el año 2000. Y a pesar que la Mancha Roja Junior se ve roja en la imagen en luz visible tomada por Hubble en enero de 2017, no siempre fue así. Cuando se formó por primera vez era blanca, pero se volvió roja después de varios años. Desde entonces ha cambiado de color hasta volverse blanca nuevamente. Por otro lado, justo encima de ella, es posible distinguir una supertormenta en luz visible que se ve como una línea blanca extendiéndose hacia el lado derecho del disco de Júpiter.

Júpiter en luz visible

Júpiter en luz visible



Foto: NASA/ESA/NOIRLab/NSF/AURA/M.H. Wong and I. de Pater (UC Berkeley) et al. Acknowledgments: M. Zamani

Otro de los fenómenos atmosféricos que se pueden distinguir claramente en luz infrarroja es una veta brillante en el hemisferio norte de Júpiter. Esta característica corresponde a un vórtice ciclónico o probablemente a una serie de vórtices que se extienden por 71.000 kilómetros desde el este hacia el oeste. En luz visible, el ciclón se ve de color marrón oscuro, lo que llevó a denominar a este tipo de fenómeno como “barcazas marrones” en las imágenes que tomó la sonda espacial Voyager de la NASA. Sin embargo, en luz ultravioleta esta característica es apenas visible bajo una capa de neblina estratosférica que se vuelve cada vez más oscura hacia el polo norte.

De un modo parecido, y alineados por debajo de la barcaza marrón, cuatro grandes “puntos calientes” se ven brillantes en la imagen infrarroja, pero oscuras en luz visible y ultravioleta. Los astrónomos descubrieron estas características cuando observaron a Júpiter en luz infrarroja por primera vez en los años 60.

Júpiter en luz ultravioleta

Júpiter en luz ultravioleta



Foto: NASA/ESA/NOIRLab/NSF/AURA/M.H. Wong and I. de Pater (UC Berkeley) et al. Acknowledgments: M. Zamani

Y es que demás de otorgar la posibilidad de obtener información crucial sobre la atmósfera del planeta y de observar cada una de las capas de nubes y partículas bajo una longitud de onda distinta, estas observaciones nos permiten hacer un hermoso recorrido panorámico por el gran coloso de nuestro sistema solar y conocer nuevos aspectos de su naturaleza. Quizá, al igual que sucedió con la evolución del Technicolor a lo largo de sus 50 años de vida, aplicable en este caso a la astronomía, pero también aplicable a cualquier otro ámbito de la vida, hoy sabemos que todo depende del filtro a través del que se mira.

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