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“La naturaleza es como un cuadro a los ojos del Sentinel 2”, afirma Isabel Caballero, del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía (Consejo Superior de Investigaciones Científicas- CSIC). Esa mirada procede de los satélites del programa de observación Copérnico, de la Agencia Espacial Europea (ESA), que orbitan la Tierra a 786 kilómetros de altitud. El objetivo principal es el seguimiento de la evolución de la corteza terrestre y la gestión de desastres naturales, pero Caballero ha descubierto, tras dos investigaciones en el golfo de Cádiz y Florida, la importancia del lienzo que dibujan los satélites para analizar el fondo marino costero. De estos ojos sobre el mar surgen de forma gratuita y en alta resolución, por primera vez, millones de datos que permiten conocer la calidad de las aguas o la evolución del litoral, así como las consecuencias de la actividad humana o del cambio climático.

Las investigaciones del CSIC han sido las únicas españolas elegidas para ser presentadas este pasado jueves ante los representantes de la Comisión Europea en Bruselas con el fin de desarrollar modelos y herramientas de gestión marina y costera. “Copérnico es revolucionario. Ni la Nasa dispone de un programa semejante. Hasta ahora, lo más que se conseguían eran imágenes sin resolución suficiente. Pero ahora, con la aplicación de algoritmos multifuncionales, se puede, por ejemplo, analizar la turbidez generada por un dragado en todo el estuario del Guadalquivir y no solo en los puntos monitorizados o conocer si es extrema o efímera o los efectos de un desembalse”, explica Caballero.


Fotografía de la desembocadura del Guadalquivir tratada por Isabel Caballero a partir de una imagen del 'Sentinel'. En ella se aprecia la turbidez generada por el estuario.ampliar foto
Fotografía de la desembocadura del Guadalquivir tratada por Isabel Caballero a partir de una imagen del ‘Sentinel’. En ella se aprecia la turbidez generada por el estuario. ESA

Las aplicaciones son infinitas. Las imágenes por satélite permiten calibrar el impacto de cualquier fenómeno o actividad, así como obtener datos fiables de la calidad de las aguas. La elección del golfo de Cádiz para una de las investigaciones que han servido para demostrar la viabilidad del Sentinel como herramienta científica no es gratuita. “El estuario del Guadalquivir, uno de los sistemas más grandes y productivos de Europa, y la bahía de Cádiz son dos puntos críticos fuertemente afectados por actividades humanas porque han sufrido un rápido desarrollo agrícola, pesquero, turístico y antropogénico. Específicamente, los episodios túrbidos intensos son uno de los principales factores que alteran el funcionamiento de ambas regiones. Esta zona costera experimenta un conflicto entre la economía y el medio ambiente y es necesario cerrar el conocimiento para garantizar la resiliencia social y ecosistémico”, afirman Caballero, Gabriel Navarro y Javier Ruiz en la investigación publicada en International Journal of Applied Earth Observation and Geoinformation.

Las imágenes del satélite, con un programa de corrección atmosférica, se han utilizado para desarrollar un modelo semiautomático que analiza todo el entorno durante un periodo de dragado ordinario realizado por el Puerto de Sevilla. La información de los efectos de esta actividad es fundamental para un estuario que baña Doñana, patrimonio mundial. También se ha aplicado en la almadraba de Barbate (Cádiz).

Imágenes de la investigación sobre el uso del 'Sentinel' para el seguimiento de los efectos de un dragado. Arriba, datos obtenidos con el satélite del programa Copérnico. Abajo, otra obtenida por satélites más antiguos y de baja resolución.
Imágenes de la investigación sobre el uso del ‘Sentinel’ para el seguimiento de los efectos de un dragado. Arriba, datos obtenidos con el satélite del programa Copérnico. Abajo, otra obtenida por satélites más antiguos y de baja resolución.

“El Sentinel-2, definitivamente, nos ayuda a resolver el desafiante control de la calidad del agua a lo largo de la costa de Cádiz y abre nuevas perspectivas de aplicaciones, como el seguimiento de la turbidez inducida por el dragado», afirma Gregorio Gómez-Pina, ingeniero y exjefe de la Demarcación de Costas de Andalucía-Atlántico.

Las actividades de dragado y llenado en los estuarios tienen muchos efectos ecológicos, la mayoría de ellos perjudiciales, como la reducción de la penetración de la luz por el aumento de la turbidez y la liberación de contaminantes. Los principales impactos potenciales en la flora incluyen la extracción física y el entierro de la vegetación, así como el aumento de la turbidez y sedimentación, según reflejan varios estudios publicados en la última década.

Isabel Caballero.
Isabel Caballero.

La otra investigación que avala la importancia del modelo desarrollado a partir de las imágenes de los satélites Sentinel se ha realizado en Florida, donde se ha demostrado que el programa Copérnico es fundamental para el análisis del fondo marino somero, a una batimetría (equivalente submarino de la altimetría) de hasta 30 metros. “Estos datos nos permiten analizar la erosión, las inundaciones o el aumento del nivel del mar”, explica Caballero.

“A medida que la actividad económica en aguas costeras se intensifica y los impactos del cambio climático aumentan en todo el planeta, este proyecto es fundamental para la gestión de los recursos en regiones estratégicas de gran valor ambiental, cultural y socioeconómico”, concluye la investigadora del CSIC, que destaca que su modelo podría aplicarse en todo el mundo.

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