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Akshar colegio






el DiarioSolidario

Parmita Sarma y Mazin Mukhtar fundaron en 2016 la Escuela Akshar en la localidad de Pamohi, a las afueras de Guwahati en el estado de Assam, en la India. La joven pareja tenían un objetivo claro: un colegio donde enseñar a los jóvenes las asignaturas convencionales como matemáticas, inglés y ciencias, pero combinándolas con formación profesional. Los estudiantes aprendían a través de un aprendizaje personalizado con tecnología como libros electrónicos, vídeos, juegos de aprendizaje, etc, mientras adquirían habilidades laborales.

Parmita Sarma y Mazin Mukhar querían además integrar problemas sociales en el sistema educativo. El colegio se levantó gracias al apoyo de donantes y a aportaciones de personas desinteresadas. Akshar proporcionaría una educación a niños donde la mayoría trabajaba en las canteras de piedras locales, ganando alrededor de 2,50 euros al día. El curso comenzó con apenas 20 estudiantes.

Parmita Sarma y Mazin Mukhtar Akshar
Los creadores de Akshar, Parmita Sarma y Mazin Mukhtar partipando en Ted Talks 2019 con la presentación “How to Educate One Billion Indians”

Pronto la pareja se dio cuenta de la problemática que representaba el plástico para la salud de los alumnos y del propio medioambiente. Los vecinos de Pamohi quemaban el material como combustible, generando afecciones para la salud.

Pago en plástico

“Preguntamos a nuestros alumnos que problemas solían afrontar. Y comentaron que la quema de plásticos era un fenómeno diario. Además, en los meses de invierno solían reunirse alrededor del fuego alimentado por el plástico para calentarse” Parmita Sarma.

La decisión fue invitar a los padres a entregar a los niños de entre 4 y 15 años que acuden al colegio, el material plástico que quemaban en sus casas para su uso en las instalaciones educativas. Inicialmente, la reticencia fue la ganadora, hasta el momento en el que se informó de que las cuotas escolares podrían ser abonadas con aportaciones de plástico de un único uso.

De esta manera, los estudiantes tendrían que portar a clase 25 envases a la semana, que se convertirían en casi 11.000 al mes. La aceptación fue del 100%. El colegio conseguía remediar un problema ecológico, y desarrollar cursos con eco-ladrillos para la construcción de vías de conexión entre las clases, elementos de jardinería, arte e instalaciones como los baños.

Los adolescentes son los encargados de generar los eco-ladrillos con botellas que son rellenadas con entre 20-40 paquetes que habrían sido arrojados o quemados, formando un ladrillo resistente para proyectos de construcción simples.

“Las nubes de humo tóxico de la quema de plástico que solía afectar a la escuela han disminuido significativamente“, asegura Parmita Sarma.

La montaña de plástico en la India

Un primer paso de gigante en un país donde se generan 26.000 toneladas de basura plástica al día, la cifra total podría alcanzar las 20 millones de toneladas este año. En la India, alrededor del 70% del plástico que se consume es desechado. Grandes cantidades terminan en el agua a través del río Ganges, que ocupa el segundo lugar después del Yangtsé de China en la cantidad de plástico que ha aportado a los océanos del mundo, según un estudio realizado en 2017.

Aunque se han hecho esfuerzos, lejos parecen quedar las palabras del Primer Ministro de la India, Narendra Modi, en el Día Mundial del Medio Ambiente de 2018, cuando se comprometió a eliminar gradualmente el plástico de un solo uso para 2022. Los ecologistas exigen, además del reciclaje, esfuerzos para reducir drásticamente el empaquetado y la substitución del material, pero es aquí donde se topan con la industria del embalaje de la India que tiene un valor de 26.750 millones de euros en 2019 y da empleo a un millón de personas en todo el país y creciendo.

Trabajo infantil

Retornando a la idea inicial de trasladar problemas sociales a las puertas del colegio. Akshar trabaja en un modelo para hacer frente al trabajo infantil. En la India se estima que hay entre 8,3 millones y 11 millones de menores inmersos en esta situación, el 80% en zonas rurales – a nivel mundial la cantidad alcanza los 152 millones. Desafortunadamente, diferentes organismos internacionales y ONG remarcan que el Covid-19 ha traído consigo también un incremento en esta práctica.

Los directores del centro idearon un modelo de aprendizaje donde los estudiantes mayores daban clases particulares a los más pequeños. A cambio, los profesores de apoyo recibían moneda local que podrían utilizar para la compra de ropa, juguetes, calzado en tiendas locales y a través de internet.

En esta acción para hacer frente al trabajo infantil, los adolescentes también tienen la posibilidad de trabajar en el Centro de Reciclaje del centro y la recogida de plásticos en el área que rodea la escuela.

“A medida que los estudiantes progresan académicamente, su salario aumenta. Nuestro lema es “Aprende más para ganar más”, aseguran. Los niños mayores pueden recibir del orden de 50 y casi 60 euros mensuales dependiendo del trabajo asignado. Muchos incluso han comprado teléfonos móviles con sus ganancias, algo que sus padres aún no pueden hacer.

Formación en paneles solares en

Dentro de esta filosofía de fortalecer el conocimiento para generar oportunidades, la escuela ofrece formación profesional donde enseñan a instalar paneles solares, carpintería, electrónica, agricultura, jardinería, iluminación y costura.

De los 20 estudiantes originales, Akshar tiene ahora siete profesores que dirigen a 110 niños de entre 4 y 15 años, y una lista de espera de 100 personas.

Implicación social

La última apuesta de Akshar es la creación de una empresa de Paisajismo. Los alumnos están en la actualidad en proceso de capacitación que culminará con el desarrollo de la compañía. A través de este proyecto, aprenderán a operar un negocio rentable, al tiempo que mejorarán la estética de los espacios públicos de la comunidad, así como de las empresas privadas de la zona.

La implicación social del colegio Akshar no concluye sólo con la formación. Durante el cierre obligado por la pandemia, la escuela se transformó en un centro de asistencia de ayuda humanitaria. Los estudiantes de último año trabajaron como trabajadores sociales, identificando las necesidades locales y entregando raciones para alimentar a unas 15.000 personas en los barrios marginales y aldeas de Guwahati.

El cuidado de los animales también tiene cabida en el centro con el Refugio de animales de Akshar. En el primer año de vida, han conseguido encontrar hogar a 20 perros callejeros. Los animales fueron vacunados, desparasitados y limpiados. Los menores empleados se encargan de cuidar la alimentación de los cachorros y sus asuntos médicos, aplicando medicinas diarias, y cuidado durante 10 días después de los procedimientos de esterilización, antes de ser enviados a casa.

100 Akshar en cinco años

Mukhtar y Sarma están satisfechos con el trabajo realizado hasta el momento. Pero su misión va más allá: “transformar la educación en los colegios públicos”. En este largo camino ya han firmado un acuerdo de colaboración con las autoridades de Guwahati para trasladar el modelo de Akshar a cinco escuelas estatales. Aunque su objetivo es alcanzar los 100 centros educativos en cinco años.

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