[ad_1]
No te puedo escribir “querido Ramón” ni “estimado Ramón”, pero tampoco “don Ramón”, como te conocieron. Para mí, que no te conocí cuando estabas vivo, sólo puedes ser Ramón, ése al que perseguí. Pensé que sería yo, el perseguidor, quien dominase, pero veo que me arrastraste a una trampa que habías dejado armada detrás de ti, esperando a alguien….
Inicia sesión para seguir leyendo
Sólo con tener una cuenta ya puedes leer este artículo, es gratis
Gracias por leer EL PAÍS
[ad_2]
Source link