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El mundo está lleno de cosas sin explicación. Por ejemplo, a día de hoy no sabemos para qué se construyó exactamente Stonehenge. Pero hoy no vamos a hablar de megaestructuras, sino de un sonido. Un misterioso sonido que fue detectado en el fondo del Océano Pacífico hace un puñado de años y cuya historia es de lo más interesante.

Hablamos de Bloop, un ultrasonido subacuático que fue detectado por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos (a.k.a. NOAA) y que levantó todo tipo de especulaciones. Es un sonido que no se había escuchado antes y mantuvo a los investigadores en vilo durante no poco tiempo. Al fin y al cabo, el 95% del océano está pendiente de ser explorado. ¿Fue un monstruo? ¿Algún tipo de medusa gigante? ¿Quizá era una fiesta de los Atlantes? No exactamente.

¿Qué es ese sonido?

Comencemos por el principio. En 1997, los investigadores que escuchaban la actividad volcánica submarina en el Pacífico Sur registraron, en palabras de la NOAA, un «sonido extraño, poderoso y extremadamente fuerte». Mediante hidrófonos (micrófonos subacuáticos) separados por unos 3.219 kilómetros se registraron varias instancias del sonido que «no se parecía a nada que hubieran escuchado antes». Según la NOAA, «no solo era fuerte, el sonido tenía una característica única que llegó a conocerse como el Bloop».

Imaginemos el percal: un sonido subacuático de origen desconocido y que nunca antes habíamos escuchado. Las especulaciones no se hicieron de rogar. Christopher Fox, que en 2002 dirigía el Proyecto de Monitoreo Acústico de la NOAA en el Laboratorio Ambiental Marino del Pacífico en Newport, Oregón, dijo en una entrevista que tenía la corazonada de que era de origen animal, pero había un problema con esta teoría: ¿qué animal?

Los sensores que detectaron el Bloop estaban separados por miles y miles de kilómetros de distancia, así que el animal tendría que emitir un ruido enorme. ¿Qué clase de bestia puede emitir semejante ruido? Se barajó la idea de un calamar gigante, pero los cefalópodos no tiene un saco lleno de gas, así que no pueden hacer ese ruido. Tampoco podía ser una ballena, según Phil Lobel, biólogo marino de la Universidad de Boston, que en la misma entrevista aseguró haber escuchado cantos de ballena a esas distancias y que el Bloop era más fuerte. Un misterio.

Otra teoría de la conspiración y mucho más absurda es que el origen de Bloop estaba a 1.760 kilómetros de la ciudad hundida (y ficticia) de R’yleh, la ciudad donde HP Lovecraft decía que estaba encarcelado Cthulhu. Y a ver, es cierto que Cthulhu podría encajar en la descripción de un animal enorme, pero desgraciadamente Cthulhu es una bestia ficticia que solo existe en nuestra imaginación, en novelas, videojuegos y películas.

Así pues, descartamos animales enormes y Cthulhu. ¿Cuál fue el origen de Bloop, entonces? La NOAA acabó dando con la clave y, desgraciadamente, es menos emocionante que la idea un calamar gigante. En 2012, la NOAA dijo que el sonido tenía un origen bastante común: el agrietamiento de una plataforma de hielo al romperse desde la Antártida. Según la NOAA:

«El Bloop fue el sonido de un terremoto de hielo, un iceberg que se rompía y se desprendía de un glaciar antártico. Con el calentamiento global, ocurren más y más terremotos anualmente, que rompen los glaciares, se agrietan y finalmente se derriten en el océano».

Robert Dziak, sismólogo de la Universidad Estatal de Oregon, explicó a Wired que «las características de frecuencia y duración de la señal Bloop son consistentes, y esencialmente idénticas, a las señales de terremotos que hemos registrado en la Antártida». Además, señaló algo interesante, y es que el sonido de Bloop que se solía reproducir estaba a 16 veces su velocidad normal, lo que podría dar a entender que es un sonido biológico. El sonido original es más parecido al de un terremoto.

De acuerdo a la NOAA, los sonidos de amplio espectro registrados en 1997 son «consistentes con los terremotos de hielo generados por grandes icebergs cuando se agrietan y fracturan». Estos terremotos tienen una amplitud suficiente para ser detectados por múltiples sensores a una distancia de más de 5.000 kilómetros. En palabras de la NOAA, «lo más probable es que el iceberg o los icebergs que generaron el Bloop estuvieran entre el estrecho de Bransfield y el mar de Ross, o posiblemente en el cabo Adare, una fuente bien conocida de señales criogénicas».

Este artículo forma parte de una sección semanal de Jose García dedicada a abordar la tecnología desde un punto de vista más distendido, personal e informal que publicamos en Xataka todos los sábados.

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