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Aunque esta estructura parezca artificial, está hecha de seres vivos.

 

En sus primeras etapas de desarrollo, mucho antes de que broten sus característicos apéndices, el embrión de una estrella de mar se asemeja a una diminuta bola y también que gira descontroladamente en el agua como una bolita cualquiera.

 

Ahora, el equipo de la física Nikta Fakhri, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Estados Unidos, ha observado que cuando varios embriones de estrella de mar girando se aproximan lo suficiente los unos a otros, acaban ensamblándose entre ellos espontáneamente, conformando así una estructura sorprendentemente organizada, parecida a un cristal.

 

Y, lo que resulta aún más curioso, este «cristal viviente» colectivo puede mostrar una extraña elasticidad, una exótica propiedad por la que el giro de las unidades individuales, en este caso los embriones, desencadena ondulaciones mucho mayores en toda la estructura.

 

Fakhri y sus colegas descubrieron que esta configuración cristalina ondulante puede persistir durante periodos de tiempo relativamente largos antes de disolverse a medida que los embriones individuales maduran.

 

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(Imagen: gentileza de los investigadores, coloreada por MIT News. CC BY-NC-ND 3.0)

 

Fakhri, fascinada, ya aventura algunas posibles aplicaciones prácticas derivadas del descubrimiento. Por ejemplo, esta capacidad de formar conjuntos a modo de cristales ondulantes podría reproducirse y aplicarse como principio de diseño, por ejemplo, en la construcción de robots que se muevan colectivamente como si fuesen una única máquina. (Fuente: NCYT de Amazings)

 

 

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