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Una beluga perdida que se encuentra de manera excepcional en el río Sena, a unos 70 km de París, ha dejado de alimentarse, a pesar de estar desde el viernes en una esclusa de unos 125m por 25m.

Lejos de su hábitat ártico, el cetáceo de cuatro metros de largo se ve peligrosamente delgado, por lo que ecologistas franceses van a administrar vitaminas para que recupere el apetito. 

«Es un individuo bastante demacrado que parece tener dificultades para alimentarse», dijo Isabelle Dorliat-Pouzet, secretaria general de la prefectura de Eure, durante una rueda de prensa el sábado cerca de la esclusa de Notre-Dame-de-la-Garenne. Los intentos de alimentarlo con arenques muertos y luego con truchas vivas han sido aparentemente infructuosos.

Entre las hipótesis para evitar que el cetáceo perezca están la reapertura de «la esclusa al mar, a 160 km, para que pueda reanudar su viaje» o mantenerlo en la cuenca «para que recupere el apetito».

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