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Según la última ciencuesta del CIS, el PSOE mantiene las distancias con el PP, pero Podemos sigue en descenso probablemente porque hacen mella, al parecer, los mensajes desaforados de la derecha contra la formación morada y sus propias contradicciones. Esto provoca que Vox se afiance como tercera fuerza al reflejar una subida en el ranking de intenciones de los electores, al igual que el PP. Es cuestión de décimas, pero indica una mala tendencia para los progresistas. Y un problema para el sector más moderado de los votantes del Partido Popular que van a tener que soportar que Casado siga emulando a Abascal para restarle votos. Esto debería preocupar en la calle Génova, sobre todo después del palo que acaban de recibir con la ratificación de la sentencia del Tribunal Supremo, que no deja lugar a dudas de su participación a título lucrativo en la trama Gürtel y de la existencia de la Caja B. Aunque este partido es experto en huidas hacia adelante. Ahí está el sorprendente comunicado de su anterior presidente, Mariano Rajoy Brey, satisfecho con la decisión de los magistrados y afirmando que supone un espaldarazo moral. Claro, que ya dijo en su momento que cuando peor estén las cosas, mejor para todos o al menos, parece ser, para él. Ante estos datos el Partido Popular debería reconsiderar sus planteamientos. Más aun cuando la misma encuesta indica que el líder preferido por los españoles es Pedro Sánchez con un 25,3% de aceptación, lo que contrasta con el escueto 9,1% de Pablo Casado quien solo adelanta en medio punto a Inés Arrimadas. Por cierto, que en este sondeo, las noticias no son buenas para Ciudadanos que también desciende en el interés de los españoles. Y, otro toque de atención para los populares, Abascal está dos décimas mejor visto que hace un mes. Con todos estos mimbres ¿qué cesto debe tejer la derecha? Para empezar, el PP tendría que ser consciente de todo lo que le espera ante la Justicia e intentar mostrar otra cara más amable que el feo y crispado semblante de intolerancia que asoman en cada sesión parlamentaria y en cada declaración pública. El viaje de Pablo Casado a Europa para chivarse de Pedro Sánchez y la reforma del CGPJ, muestra la poca talla de Estado que tiene este político a quien no le importa deteriorar el prestigio de su país ante las autoridades europeas, con tal de meterle el dedo en el ojo a su rival. Casado debería tener en cuenta que con el equipaje de corrupción que van paseando por los tribunales y con Vox al acecho, más les valdría rebajar la tensión y arrimar el hombro. Se les olvida que estamos atravesando una crisis mayúscula en la que están muriendo personas. Avanzan hacia el suicido político y, a este paso, no sorprenderá que la ultraderecha lo fagocite.

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