Alejandro Conde y Enver Aznar | “Nadie conocía a Vilanova i la Geltrú en el mundo. Ahora ya sí” afirmaba en declaraciones a la premsa, Eva Pizá, coordinadora del evento. “Es como vivir la fiebre de las Olimpiadas de Barcelona del 92”, decía Natàlia Via-Dufresne, responsable de operaciones de aigua, en un reportaje de TV3. Habría que enmarcar y vender como obsequio turístico la retahíla de frases épicas y pomposas que se están publicando para promocionar y encandilar a la población respecto a la celebración de las fases preliminares de la Copa América en la capital del Garraf. No es casual y es que tanto las instituciones públicas que patrocinan el acontecimiento deportivo, como la empresa organizadora, tienen la urgencia de blanquear la imagen de este después del desastre económico y la deuda pública acumulada que supuso para Valencia (y que provocó que el anterior gobierno local renunciase a optar de nuevo a ser la sede). Habría que preguntarse si la ciudadanía de Vilanova quiere ser conocida como sede florero de acontecimientos deportivos elitistas y si está dispuesta a pagar las consecuencias que tendría – por ejemplo, sobre el precio ya prohibitivo del alquiler- que la ciudad se catapultara como hipotética nueva meca turística.
Resulta sorprendente que el evento que “ha puesto Vilanova i la Geltrú en el mapa”
evite poner el nombre de la ciudad en absolutamente todo su merchandising.
Lo cierto es que el rechazo popular a la organización del evento existe y está organizado, tal y como se pudo ver ayer en la concentración convocada por la Plataforma “No a la Copa Amèrica”, formada por más de cincuenta entidades de la comarca del Garraf y 500 personas han firmado ya su manifiesto. Entre los argumentos que exponen para oponerse al acontecimiento, destacan el impacto medioambiental en un contexto de emergencia climática, y es que calculan – en base al número de participantes y el balance de otras ediciones – que supondrá la emisión de 66.600 toneladas de CO2 sin calcular el impacto del desplazamiento de turistas con transporte aéreo, el consumo, los residuos generados o la construcción de nuevas infraestructuras además del daño que producirá en los ecosistemas marinos y litorales del entorno. También alegan el impacto nocivo que tendrá en un mercado de la vivienda que ya está en una situación de emergencia habitacional y creciente exclusión social y más en uno de los territorios que está considerado como zona de mercado residencial tensionado a la espera de poder aplicar la insuficiente y decepcionante regulación del precio de alquiler en la nueva Ley estatal por el derecho a la vivienda. Las entidades firmantes también denuncian que el evento beneficiará “a los de siempre”, es decir, al gran capital trasnacional y a los fondos de inversión, como de hecho sucedió en Valencia y se demostró en un estudio que analizaba el impacto económico de la Copa América en la ciudad, donde se afirma que “es importante destacar el papel de las grandes empresas y las transnacionales como las principales beneficiadas de la competición”.
Contra la disidencia: represión policial


Cuando el dispositivo policial supera con creces las dimensiones de la manifestación (de unas doscientas personas), tan solo caben dos posibilidades. O bien, las entidades convocantes han pinchado, o justo al contrario, y se trata de la mayor prueba de que la convocatoria ha sido un acierto y ha tocado hueso. Desvistiendo los intereses de clase del poder. Y es que los mossos d’esquadra desplegaron un desmesurado cordón frente al punto de convocatoria – el busto gigante en conmemoración de l’avi, el vilanoví y president, Francesc Macià, frente al paseo marítimo – para vulnerar de forma flagrante y sin reparos el derecho de reunión, impidiendo el paso a probables (o mejor dicho, potenciales) manifestantes.
– No podéis pasar.
– ¿Por qué?
– No habéis tramitado la solicitud de autorización para organizar la manifestación.
– Ya, porque no la necesitamos. Es una concentración en una calle peatonal, no vamos a cortar el tránsito ni atravesar ni una carretera, por lo tanto, estamos ejerciendo nuestro derecho de reunión.
– No podéis pasar.
La brigada antidisturbios jugó el papel de portero de discoteca (muchos de ellos seguro que no por primera vez) aplicando un estricto código de vestimenta, que parecía resumirse en: pueden pasar sin problema los transeúntes con outfits de mínimo tres cifras de valor, (para entendernos, náuticos, gomina y jersey atado por los hombros) mientras todas las demás serán debidamente evaluados, registrados y retenidos.
Tras una inspección visual de arriba abajo (con especial inquina sobre la camiseta y las bambas deshilachadas):
– No puedes pasar.
– ¿Por qué?
– Forma parte del colectivo de la manifestación.
– ¿? Estoy con la cámara recogiendo fotografías y dando cobertura audiovisual.
– Pero lo estás haciendo para los manifestantes. No puedes pasar.
Hoy ya circulaban las imágenes de feos hematomas entre los manifestantes causados por los forcejeos innecesarios y provocados por algunos mossos. A mayor despliegue policial, mayor sensación de impunidad y mayores daños.
De ciudad industrial a monocultivo turístico
No es extraño que las mismas instituciones prevean el enfado social, y es que hace tan solo dos años, cerraba la planta de Mahle en Vilanova i la Geltrú dejando atrás 345 puestos de trabajo y convirtiéndose en el reflejo más evidente de la decadencia en la ciudad de un sector que antaño era reconocida como un referente industrial. De hecho, en 1975 el sector industrial empleaba en la capital del Garraf a 9.029 personas, la industria ocupaba el 51,9% de la población activa, la agricultura el 5,6%, la construcción el 12,3% y el sector servicios el 30,2%. Casi 50 años después, con 32.438 habitantes más, el sector industrial ahora tan solo emplea a 3.040 personas y representa el 16,3% de la población activa, la agricultura el 0,18%, la construcción el 8,6% y el sector servicios absorbe el 74,82% del total.
Como respuesta a la indignación popular las instituciones públicas se comprometieron a industrializar la ciudad e incluso se anunció la constitución de una mesa ad hoc con ese propósito. Ahora en 2023, los resultados reales de dichas promesas han sido la implantación de un nuevo macrocentro comercial a las afueras y la celebración de este evento deportivo. Y para muestra, un botón. Las prioridades quedan claras cuando en una ciudad de tradición marinera, no ha habido problema en prohibir levar anclas durante dos tardes, al 85% de la flota pesquera (unas cincuenta barcas), en favor de estos lujosos veleros deportivos. No hay nada que no se pueda arreglar con la promesa de una compensación económica financiada por la Generalitat.
Apretar aún más la soga de un modelo de monocultivo turístico – que recuerda aquel término peyorativo de República Bananera – significa encadenar nuestro futuro al de un sector de poco valor agregado, donde se acumulan los puestos de trabajo precarios y la especulación sobre el valor del suelo y la vivienda. Si invertir en turismo y turismo significa riqueza… ¿Por qué los peores convenios colectivos son los del gremio de hostelería? ¿Por qué el 82% de las limpiadoras de este sector sufren sobrecarga de trabajo produciéndose estrés y depresión? Además, esta hiperespecialización supone una extorsión masiva en toda regla, ya que comporta la resignación o la expulsión de su ciudad, a todo aquel que no quiera dedicar en este ámbito laboral su esfuerzo y futuro profesional.
Es muy difícil encontrar datos certeros respecto el impacto económico que estas fases preliminares de la Copa América está comportando a Vilanova, debido a la maraña de propaganda y de intereses cruzados. Uno podría pensar que, dado que nadie contrastará ni media cifra, porque quedarse corto y no anunciar (sin reírse) que un acontecimiento deportivo que le importa a nadie y que es imposible de seguir «in situ» – han tenido que instalar pantallas – generará dos billones de puestos de trabajo (trabajo estable y bien pagado, por supuesto) más trillones de euros de beneficio por habitante.
No deja de ser curioso comprobar cómo se intenta vender como un gran éxito la previsión de ocupación hotelera de casi 100% en la ciudad, cuando, según los datos del propio ayuntamiento, este verano la ocupación media en la ciudad ya rondaba el 90% de media semanas antes que comenzara el acontecimiento. Habrá que estar pendientes del previsible incremento de los pisos que abandonarán el parque de vivienda destinada al alquiler de larga duración para concentrarse en el uso turístico. De hecho, en tan solo dos años han pasado de haber 279 viviendas de uso turístico a 388. Es decir, las licencias concedidas han aumentado casi un 37% y los movimientos por el derecho a la vivienda digna ya han detectado la aparición de nuevos alquileres a más de 2.500 euros al mes.
En fin, hablamos de Vilanova i la Geltrú cómo podríamos hablar de todo el litoral mediterráneo. Poblaciones totalmente enfocadas al pelotazo y precariedad para sus habitantes y, ante la mínima protesta o disidencia, la mayor represión posible. A todo esto, después de un verano de sequía y de restricciones y racionamiento, la primera jornada de regata de estas fases preliminares se ha tenido que suspender por una potente tormenta… ¿Es este fin de verano el inicio de una vuelta a las movilizaciones?