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Emmanuel Macron busca salidas a la crisis política y social en la que se ha sumido Francia tras la adopción de la reforma de las pensiones, pero no quiere precipitarse. Pese a que el lunes una moción de censura contra su Gobierno estuvo a punto de triunfar, pese a tener a la mayoría de los franceses en contra, pese a las huelgas en sectores clave y pese a la tensión creciente en la calle, el presidente de la República ha optado por enfriar la situación.
Macron ha señalado en privado que excluye, por ahora, destituir a la primera ministra, Élisabeth Borne, y cambiar el Gobierno, según la agencia France Presse. También descarta disolver la Asamblea y convocar nuevas elecciones legislativas. Lo que ha pedido a sus colaboradores, según esta fuente, es que, en el plazo de dos o tres semanas, le presenten propuestas para definir un nuevo método de gobierno y una nueva agenda.
El presidente, después de días asistiendo en silencio a la inflamación del país, prevé hablar el miércoles a las 13.00 en una entrevista conjunta en los telediarios de la cadena privada TF1 y la pública France 2. Se trata de una hora y un formato atípicos, para un público de mayores de 55 años, una manera de hablar a la Francia de las pequeñas ciudades y pueblos que sigue la actualidad no por las redes sociales, sino por el telediario de toda la vida.
Las dos mociones de censura para derribar al Gobierno y anular la reforma fracasaron el lunes por la tarde y, por tanto, puede darse por adoptada la reforma que aumentará la edad de jubilación de los 62 a los 64 años. La oposición había presentado las mociones después de que el jueves la primera ministra Borne activase el artículo 49.3 de la Constitución, que permite imponer una ley sin someterla a un voto del hemiciclo. Se acusó a Macron y a Borne de “denegar la democracia” al recurrir a la vía expeditiva del 49.3.
Pero Macron salvó la reforma y el Gobierno sobrevivió, aunque una de las dos mociones se quedó a solo nueve votos de la mayoría absoluta y recogió 19 de Los Republicanos (LR), el partido de la derecha moderada. El resultado certifica una realidad: desde las legislativas de junio, en las que los macronistas perdieron la mayoría absoluta de los escaños, ya solo pueden gobernar en alianza con LR o a golpe de decreto.
Si en la entrevista televisiva no anuncia un cambio de primera ministra, no disuelve la Asamblea ni, como le piden los sindicatos y la oposición, retira la reforma, ¿qué puede hacer Macron?
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Martes al mediodía, brasserie Le Bourbon, punto de encuentro de políticos, diputados y periodistas en París. “No podemos seguir gobernando como hemos gobernado”, dice en una mesa Patrick Vignal, diputado por Renaissance, el partido de Macron. “Nos ha faltado agilidad y flexibilidad”.
Vignal es diputado por un distrito del sur de Francia, en la zona de Montpellier. Muchos de sus votantes, que son votantes de Macron, no están contentos. Él, como un número creciente pero todavía silencioso de miembros del bloque presidencial, tampoco. Cree que, antes que la reforma de las pensiones, habría sido necesaria una ley para reducir las desigualdades en el mundo del trabajo y mejorar las condiciones laborales. Ahora defiende que, para calmar los ánimos, habría que impulsar esa ley. E incluso dejar en suspenso unos meses la reforma de las pensiones con el fin de mejorarla.
¿Qué dirá Macron el miércoles en televisión? “O bien dice: ‘Miren, el 49.3 es una herramienta constitucional, no se ha podido hacer caer el Gobierno, tomo nota y continúo”, responde el diputado macronista, y queda claro que esa opción no le gusta. La segunda es preferible, en su opinión: “O, como otras veces, hace lo que debe hacer, que es plantear soluciones que calmen las cosas y proponer a los franceses una manera nueva de hacer política”.
Macron debía recibir en la noche del martes en el palacio del Elíseo a Vignal y al resto de los diputados del bloque presidencial. Antes, el presidente había almorzado con los presidentes de la Asamblea Nacional y del Senado, Yaël Braun-Pivet y Gérard Larcher, respectivamente. Por la mañana, se reunió con Borne.
A Vignal le parece improbable que Macron releve enseguida a la primera ministra. “No le gusta actuar bajo presión”, dice en Le Bourbon. ¿Y disolver la Asamblea y adelantar las elecciones legislativas? “Si se disuelve ahora, nosotros, que tenemos 250, perdemos entre 30 y 50; el ganador es Reagrupamiento Nacional, que pasará de 89 a más de 200”. Reagrupamiento Nacional (RN) es el partido de extrema derecha que lidera Marine Le Pen; hoy, el primero de la oposición parlamentaria.
Sébastien Chenu, vicepresidente de RN y de la Asamblea Nacional, decía el lunes a EL PAÍS, cuando estaba a punto de votarse la moción de censura: “El Gobierno está en un callejón sin salida. Los franceses no aceptan la aplicación de esta reforma. La primera ministra ya no tiene ninguna autoridad. El presidente debe resolver la siguiente ecuación: cómo hacer que los franceses no se rebelen, pues les impone un texto que no quieren, y cómo abrir una nueva etapa con una primera ministra que no sirve para nada”.
La intervención televisiva de Macron difícilmente apaciguará los ánimos. París y otras ciudades francesas llevan seis noches de disturbios, con manifestaciones no autorizadas e imágenes de basuras y mobiliario urbano ardiendo. Este martes por la noche, se detuvo a 46 personas solo en la capital, según France Presse, mientras que, la noche anterior, la policía había detenido a 300 en todo el país. La ONG Amnistía Internacional ha alertado sobre “el recurso excesivo a la fuerza y las detenciones abusivas”
Mientras tanto, continúan las movilizaciones sindicales. Los bloqueos de refinerías han empezado este martes a afectar al suministro de combustible en gasolineras del sureste. En Bretaña y en Lyon se han cortado carreteras y los manifestantes han ocupado vías de tren en varios puntos del país. También han bloqueado la terminal de ferris del canal de Mancha en el puerto de Ouistreham. En París siguen acumulándose miles de toneladas de basuras por la huelga en la limpieza pública. La manifestación sindical del jueves será un examen para evaluar la fuerza del movimiento.
Si Macron no retira la reforma bajo la presión de la calle, la oposición tiene otras dos opciones para frenarla. Una es el Tribunal Constitucional. El partido de Le Pen presentó este martes un recurso y la izquierda prepara otro. Cuestionan, entre otros puntos, que el Gobierno haya recurrido a triquiñuelas legislativas para abreviar el tiempo de los debates. La propia primera ministra ha recurrido al Constitucional para que verifique la legalidad de la ley.
La segunda opción es el llamado referéndum de iniciativa compartida. El lunes, 252 diputados y senadores presentaron una propuesta para someter a referéndum una ley que limitaría a los 62 años la edad de jubilación.
Pero el proceso es complejo e incierto. El Tribunal Constitucional tiene un mes para declarar admisible la propuesta. Después, sus promotores disponen de nueve meses para recoger las firmas de un 10% del electorado, unos 4,8 millones. Si la iniciativa tuviese éxito, sería la primera vez que se convoca un referéndum de este tipo en Francia.
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