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Una pareja melancólica que asoma, por la magia de las nuevas tecnologías digitales y la fotografía de alta resolución, bajo la pintura ‘Naturaleza muerta’, que Picasso pintó en 1901. O el sorprendente hallazgo que revela que el artista malagueño envolvió el retrato ‘Jaume Sabartés con quevedos’, aún con la pintura al óleo fresca, con un periódico parisino fechado el 18 de enero de 1902, para traerlo en su regreso a Barcelona. Son dos de las informaciones ocultas que han sacado a la luz los estudios técnicos realizados sobre cuatro obras de la época azul del pintor que detalla, junto a otras piezas del mismo periodo (1901-1904), la didáctica exposición ‘Picasso, proyecto azul’, comisariada por Reyes Jiménez, que hasta el 4 de septiembre le dedica el Museu Picasso de Barcelona

Cada una de las telas estudiadas oculta otra obra previa, no siempre relacionada con el motivo visible de la definitiva. Hoy se sabe que el artista reutilizaba sus telas y que, más allá de hacerlo como solución ante la precariedad de medios, usaba sus obras anteriores también como un recurso plástico. Ninguna de las obras que se exponen sería así si las hubiera pintado sobre una tela en blanco. «No aprovechaba las telas sino que las transformaba. Dejó voluntariamente en la superficie de sus obras vestigios materiales que inducían a pensar que buscaba ofrecer distintos niveles de lectura e invitar al espectador a una percepción activa de su proceso creativo. Reutilizar pinturas con intención es algo muy picassiano, lo hizo también en épocas posteriores», asegura la comisaria, quien que en 2015 ya realizó el estudio de seis retratos de la primera época del artista, y que en 2013 empezó estas investigaciones técnicas con ‘Azoteas de Barcelona’, una de las piezas también presentes ahora en ‘Picasso, proyecto azul’. Picasso era consciente, como llegó a decir una vez, que algún día, con una radiografía, descubrirían qué había bajo una de sus obras.  

‘Naturaleza muerta’ y la imagen descubierta bajo ella.


‘Naturaleza muerta’ (1901)

En 1901, Picasso inició una serie de telas con figuras solitarias, tristes y pensativas o parejas que no se miran sentadas ante la mesa de un bar en actitud melancólica, que responden a su estado de ánimo tras el suicidio de su amigo Carles Casagemas. Similar a estas es la imagen que aparece bajo ‘Naturaleza muerta’: una pareja con la cabeza gacha en una posición forzada a la que el malagueño deformó las extremidades desproporcionadas. «Las imágenes infrarrojas demuestran que Picasso transformó dos personajes vivos aprovechando las texturas de la capa subyacente en objetos cotidianos como un florero o un frutero, manteniendo la mesa en primer plano», apunta Reyes.

Entre las dos obras hay una capa de barniz. «Eso podría indicar que Picasso habría dado por acabada la pintura de la pareja antes de decidir pintar encima ‘Naturaleza muerta’». Los personajes quedaron reabsorbidos por la superposición de capas de color con una pintura espesa. «Queda mucho por estudiar», avisa la comisaria tras anunciar que también ha aparecido una inscripción, que puede ser una firma, pero que no es la letra de Picasso. El estudio de esta pintura se ha realizado en colaboración con la National Gallery of Art de Washington, igual que la de ‘Jaume Sabartés con quevedos’.

‘Jaume Sabartés con quevedos’ (1901) y una de las capas descubierta bajo ella.


Jaume Sabartés con quevedos’ (finales de 1901)

Ya se sabía que bajo el retrato de Jaume Sabartés, amigo y secretario de Picasso, había un personaje similar a ‘La mujer de la cofia’, una reclusa de la prisión francesa de Saint-Lazare. «Ahora las pruebas nos han ayudado a datar cuándo pudo volver Picasso a Barcelona de su segundo viaje a París. Hemos encontrado vestigios tipográficos, se ven las letras impresas transferidas a la superficie de la obra, que eran de un periódico parisino [‘Le Journal’], del 18 de enero de 1902.

«Para traerse la pintura la envolvió en ese diario, con la pintura al óleo aún fresca -explica Reyes-. El contacto con el papel húmedo provocó pliegues y rugosidades en el cuadro (sobre todo en la zona del cuello) que hasta ahora yo habría atribuido a una mala restauración. Picasso fue consciente de qué las había causado al desenvolverlo pero lo dejó así». Al llegar a Barcelona, colgó el retrato de Sabartés en la taberna ‘Els quatre gats’ con un marco ovalado, que causó marcas aún visibles.  

‘La copa azul’ (1903) y una de las caras descubierta bajo ella.


‘La copa azul’ (1903) 

Bajo esta copa azul con una flor roja de «extraño formato» muy vertical se esconde la cara de un hombre con barba que parece llevar en la mano un ramo de flores. Un estudio posterior ha revelado un segundo rostro masculino, muy similar al de ‘Marco decorado’, que se expone al lado. La radiografía descubre que Picasso llegó a firmar esa obra subyacente en el ángulo superior izquierdo. Este estudio se ha realizado con el Instituto de Física Aplicada Nello Carrara de Florencia. 

‘Azoteas de Barcelona’ (1903), la pareja hallada bajo ella, clave en ‘La vida’ (derecha), una de sus obras maestras.


‘Azoteas de Barcelona’ (1903) 

Ya en 2013 gracias a un estudio realizado con la Universitat de Barcelona se descubrió que bajo la capa azul de ‘Azoteas de Barcelona’, lienzo en formato horizontal, se oculta una pareja desnuda, pintada con la tela en vertical, clave para seguir el proceso creativo de una de sus obras cumbre, ‘La vida’ (1903). El hallazgo fue para la comisaria un incentivo para continuar los estudios que expone la muestra.  

La exposición incorpora además el delicado dibujo ‘El ciego’, realizado en 1903, en plena época azul, comprado por el Ayuntamiento de Barcelona y depositado en el Picasso. 

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