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Comisión de la Verdad: Iván Duque, el presidente que se ausentó de la paz

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El presidente Iván Duque durante una entrevista con EL PAÍS,  en el Palacio de Nariño, en Bogotá, el 30 de mayo de 2021.
El presidente Iván Duque durante una entrevista con EL PAÍS, en el Palacio de Nariño, en Bogotá, el 30 de mayo de 2021.Camilo Rozo

El acuerdo de paz con la extinta guerrilla de las FARC ha sido un parteaguas de la política colombiana. Desde el principio estuvo claro que la implementación iba a tardar en asentarse y requería el compromiso de varios gobiernos. Uno de los mayores hitos de ese histórico pacto, que ya cumple más de cinco años, se materializó este martes con el informe final de la Comisión de la Verdad, un esfuerzo titánico para dignificar a las víctimas y arrojar luz sobre la barbarie de una guerra de más de medio siglo. Al conmovedor evento en el teatro Jorge Eliécer Gaitán de Bogotá no asistió el presidente Iván Duque. El mandatario saliente de los colombianos se encuentra en Lisboa, a donde viajó para la Conferencia de Naciones Unidas sobre los Océanos. Una ruidosa ausencia.

“Invitamos al presidente y le ofrecimos entregarle el informe antes que a nadie más”, pero Duque se excusó, contó en su discurso el padre jesuita Francisco de Roux, el presidente de la Comisión. En el momento en que mencionó el nombre del mandatario saliente, estalló una sonora rechifla entre el público, compuesto mayoritariamente por víctimas del conflicto armado. Ese rechazo contrastó con la presencia de Gustavo Petro, el presidente electo que lo relevará el próximo 7 de agosto, recibido con vivas y cánticos de “sí se pudo”. Ambos políticos, que desde sus respectivas orillas ideológicas nunca han ocultado su mutua desconfianza, ya sostuvieron su primer encuentro de empalme, una cordial reunión la semana pasada en la Casa de Nariño.

En la recta final de su mandato, Duque ha pasado los últimos meses volcado a giras internacionales. El mandatario, un ahijado político del expresidente Álvaro Uribe, elegido con el apoyo de los sectores que se opusieron a los diálogos de paz, tampoco había asistido en noviembre de 2018 al acto de instalación de las labores de la Comisión de la Verdad. Los más de 300 asistentes a esa ceremonia inaugural en un pabellón del centro de exposiciones Corferias, en Bogotá, incluyeron a víctimas, victimarios, políticos y personajes de la vida pública, pero no al mandatario, que en su lugar atendió una visita del primer ministro de los Países Bajos, Mark Rutte.

El presidente saliente se ausentó de varias de las grandes citas relacionadas con los acuerdos de paz que firmó su antecesor, Juan Manuel Santos (2010-2018). Cuando en diciembre de 2018 se inauguró Fragmentos, el estremecedor “contramonumento” de la artista Doris Salcedo, construido con el metal fundido de los fusiles de las FARC en una casona antigua en el corazón de Bogotá, a pocas cuadras de la Casa de Nariño, tampoco estuvo presente.

Quien sí caminó sobre las placas metálicas intervenidas a martillazos por mujeres que sufrieron abusos sexuales en el marco del conflicto armado fue el Nobel de Paz Denis Mukwege. El ginecólogo congoleño, que se ha convertido en la voz de la lucha contra la violencia sexual en África, hizo una visita de cuatro días a Colombia en agosto de 2019, en la que sostuvo encuentros con víctimas, organismos internacionales de cooperación, congresistas, funcionarios y organizaciones religiosas, pero no consiguió reunirse con Duque. “A mí me invitó el pueblo colombiano y estoy muy contento y orgulloso de estar acá y de compartir con las mujeres que forman parte de la red de mujeres sobrevivientes”, declaró en su momento Mukwege en un intento por zanjar la polémica.

Duque prometió en campaña que no llegaría a “hacer trizas” los acuerdos, como exigían los sectores más intransigentes de su partido, pero ha mantenido fricciones intermitentes con el Sistema Integral para la Paz, que incluye tanto a la Comisión de la Verdad como a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). Incluso se propuso al comienzo de su mandato modificar ese tribunal de justicia transicional al plantear reparos (objeciones) a la ley que reglamenta la JEP, considerada la columna vertebral del pacto. Esa reforma —alentada especialmente por el sector más duro del Centro Democrático, el partido de Gobierno fundado por Uribe— se estrelló con el rechazo del Congreso, en un primer momento, y después de la Corte Constitucional. Entre otros gestos llamativos, el Ejecutivo desterró la palabra “posconflicto” del lenguaje oficial.

Entre tantas ausencias, se cuenta al menos una presencia. Duque sí asistió a la conmemoración de los cinco años de la firma del acuerdo de paz, el pasado noviembre, en las instalaciones de la JEP, que ha contado con un decidido apoyo de la comunidad internacional. Allí coincidió, entre otros, con el secretario general de la ONU, António Guterres. Fue en ese marco en el que el presidente finalmente volvió a estrechar en público la mano de Santos, al que ha evitado mencionar por su nombre a lo largo de su Gobierno. Ese fue el primer encuentro entre los dos políticos desde la posesión de Duque, el 7 de agosto de 2018. “El tren de la paz que tantos y tantas han querido descarrilar o detener sigue su curso, sigue avanzando”, dijo Santos ese día.

Por contraste, en poco más de una semana como presidente electo, Petro se ha posicionado como un entusiasta defensor de los acuerdos. “La paz es que alguien como yo pueda ser presidente o que alguien como Francia (Márquez) pueda ser vicepresidenta”, dijo en su discurso del domingo de elecciones, en el que prometió que la paz sería uno de los ejes de su gobierno. Este martes, al recibir las recomendaciones de la Comisión, habló de convertir los espacios de verdad en espacios de reconciliación: “Hay expectativas de paz, de una paz grande”.

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