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Agustín Santos Maraver y Yolanda Díaz, en abril pasado en la ONU, en Nueva York.
Agustín Santos Maraver y Yolanda Díaz, en abril pasado en la ONU, en Nueva York.JUSTIN LANE (EFE)

Agustín Santos Maraver, el diplomático que en los próximos días dejará de ser embajador de España ante la ONU para convertirse en número dos por Madrid de Sumar, ha optado este lunes por el silencio mediático en el delicado interregno que separa su función como alto funcionario gubernamental y su nuevo papel de candidato electoral. De los altos salones de la diplomacia internacional al barro de la política en campaña, sin solución de continuidad, Santos Maraver (Los Ángeles, 67 años) es el fichaje más sonado de la izquierda —y casi de la convocatoria electoral—, anunciado días después de cerrarse el acuerdo en torno a Sumar. Santos conoce los salones de la diplomacia internacional, pero sobre todo la letra pequeña de los tratados internacionales, y hasta el último detalle de asuntos muy candentes en la agenda global: agua, economía social, migraciones, cambio climático, cooperación al desarrollo. Su perfil multilateralista y su conocimiento de la política y la sociedad españolas desde su militancia antifranquista le convierten en un todoterreno con un plus, su marcado perfil exterior.

“Trabajamos en Exteriores, somos amigos desde hace años”, explica el también diplomático Ernest Urtasun, portavoz de Sumar. La idea de ficharlo para las listas partió de Yolanda Díaz, y Urtasun celebra su incorporación por todo lo que el diplomático, militante hace muchos años de Izquierda Unida y hoy independiente, puede aportar al proyecto político. “Su experiencia como embajador ante organizaciones multilaterales, primero en Ginebra y luego en Nueva York, es para nosotros muy importante”, explica por teléfono. Alguien que durante su etapa en Suiza “conoció muy bien los organismos sectoriales” de la ONU, como la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), así como el resto de organismos internacionales radicados en Ginebra. También el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, en el que España se integró mientras él era embajador.

A su vertiente diplomática, el portavoz de Sumar añade el conocimiento de la política parlamentaria de Santos, “el hecho de que conozca el Congreso es muy importante, fue asesor parlamentario de [el exministro de Exteriores socialista Miguel Ángel] Moratinos y luego su director de gabinete” entre julio de 2008 y enero de 2011. Fue un momento clave, subraya el hasta hace poco vicepresidente del grupo de Los Verdes en el Parlamento Europeo, por la normalización de relaciones con Cuba, un proceso en el que Santos Maraver desempeñó un papel protagónico. “España fue el primer país de la UE en romper la Posición Común de Aznar hacia la isla, que exigía un cambio de régimen para el restablecimiento de relaciones, y ese acercamiento fue pilotado personalmente por Santos. Es uno de sus grandes éxitos, pues España imprimió el giro que dio luego la política sobre Cuba de la UE”. En 2017, Bruselas puso fin a la doctrina dictada por Aznar en 1996.

Durante su etapa en Nueva York, adonde llegó a comienzos de 2018, el número dos de Sumar ha respaldado resoluciones “como la de economía social [presentada por Díaz y aprobada por la Asamblea General en abril], otra sobre la economía de cuidados y una tercera sobre migración”. En sus convocatorias a periodistas en su residencia de la Gran Manzana, el diplomático ha destacado siempre por un conocimiento exhaustivo de tratados, convenciones e iniciativas, hasta la letra pequeña de los debates en curso en el mundo.

Santos estudió Filosofía y Letras y Ciencias Políticas y Sociología en la Universidad Complutense de Madrid, y fue representante de su facultad en el movimiento estudiantil contra el franquismo. En 1982 ingresó en la carrera diplomática. Ha estado destinado en las Embajadas de Pekín, La Habana, Washington —donde siguió de cerca las negociaciones de paz centroamericanas—, Canberra y la Representación de España ante la Unión Europea. También ha ejercido como cónsul general en Ciudad del Cabo (Suráfrica) y Perpiñán (Francia), un puesto este último al que llegó degradado por el Gobierno del PP, pero en el que desempeñó una importante labor de recuperación de la historia del exilio republicano en el sur de Francia. “Coordinó con las autoridades francesas un programa de recuperación de la memoria histórica, que fue iniciativa suya”, recuerda Urtasun sobre el periodo hasta entonces poco conocido, en torno a 1939, en el que la playa de Argelès-sur-Mer se convirtió en un campo de concentración para presos republicanos españoles.

Ante la relativa sorpresa que para algunos ha supuesto descubrir a un diplomático notoriamente de izquierdas, Urtasun se limita a apuntar: “Sí que hay algunos progresistas, cercanos a nuestro ámbito, como los hay afines o cercanos al PP o con simpatías socialistas”. No hay nombres, salvo ahora el suyo, por discreción, en una carrera en la que esta característica prima hasta extremos de reserva. A la espera de las primeras palabras en campaña del neófito político, la formación por la que probablemente será elegido diputado celebra el desembarco de un perfil “ecosocialista y ecofeminista”, como le define la coalición, bien insertado en el contexto global.

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