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El recuerdo de Teodoro Cuesta perdura en Mieres cincelado en bronce y mármol. La escultura dedicada al reconocido poeta y folclorista local está ubicada en La Pasera, en el mismo barrio en que nació el escritor hace casi dos siglos (1829). Está considerada una de las más valiosas obras artísticas del concejo y su estado de conservación es bueno en términos generales. Pero hay un problema: “Una obra de esta magnitud debería estar mejor tratada y habría que protegerla del vandalismo”. Quien lo afirma está legitimado para hacerlo. Es el pintor Fernando Sordo, nieto de Arturo Sordo, el escultor ovetense autor del icónico monumento, sin duda, una de las imágenes más reconocidas de Mieres.

Fernando Sordo vive en Madrid y acaba de pasar fugazmente por Mieres. No ha podido dejar de visitar el monumento que realizó su abuelo y que adorna la ciudad desde 1931. “La escultura tiene un valor artístico y junta a dos asturianos muy notables”. El pintor opina, además, que no hay mejor ubicación para el monumento que su localización actual, en la plaza La Pasera. Previamente estuvo en la plaza Consistorial y en el parque Jovellanos, hasta su traslado definitivo en 1978. “El sitio es ideal, muy relacionado con mi abuelo y muy visible, junto a Requejo y la iglesia de San Juan”.

La zona más dañada de la escultura, llena de pintadas, con Fernando Sordo y Adrián Vega al fondo. D. M.


En líneas generales Fernando Sordo está agradecido al Ayuntamiento por el trato que ha recibido la enorme escultura, muy posiblemente la obra más significativa del legado de su abuelo. “Tan solo podría ser comparable a algunos de los trabajos que hizo en el cementerio de La Almudena, en Madrid, o la escultura dedicada a Fernando Casariego (Tapia). Aunque el monumento a Teodoro Cuesta es de mayor calidad, a mi juicio”.

Hacía 14 años que el pintor madrileño no visitaba la obra de su abuelo. Si bien advierte que no ha detectado problemas “graves”, no ha dejado de percatarse de que el nonagenario monumento tiene dolencias. La parte trasera de la obra está llena de pintadas: “Es una zona recogida y protegida de la vista, lo que puede incitar a realizar algún acto incívico, con acumulación también de mayor suciedad”. Fernando Sordo defiende que la obra requiere de intervención, de una restauración: “Aunque como digo la ubicación es la idónea, tal vez el Ayuntamiento, teniendo en cuenta el enorme valor artístico del conjunto, podría desarrollar un proyecto técnico para lucir algo más el enclave. En todo caso lo que sí sería necesario es restaurar o limpiar la obra”, apunta. Sordo, con todo, quiere dejar claro que no busca polémicas: “Entiendo que el mantenimiento de obras expuestas al público es complicado y que siempre se produce un deterioro con el paso de los años, pero esta sin duda merece un trato especial”.

La visita

Fernando Sordo visitó la escultura de su abuelo en compañía del investigador local y colaborador de LA NUEVA ESPAÑA, Adrián Vega. Buen conocedor del trabajo de Arturo Sordo, Vega sostiene que “pocas figuras generan tanto consenso y simpatía como la de Teodoro Cuesta entre la ciudadanía”. De hecho, el autor da nombre a una calle de la ciudad, a un colegio, al auditorio de la Casa de Cultura y a un premio de poesía en asturiano, entre otras cosas. Sobre el monumento, recalca que “se trata del conjunto escultórico más antiguo en nuestro núcleo urbano, cuyo centenario está relativamente próximo y que cuenta con la peculiaridad de ser de los escasos monumentos dedicados a un poeta en nuestra región”. A su juicio, “debería de incluirse una actuación de restauración dentro de la partida anunciada por el Consistorio para destinar en la promoción de la Cultura y la reforma de los equipamientos culturales”. Dicha intervención, destaca Vega, “seguiría la estela de otras actuaciones como la que se realizó el año pasado con la escultura que tiene el Marqués de Comillas en el Poblado Minero de Bustiello y cuya restauración tuvo un coste de 17.000 euros”.

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