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La ministra de Sanidad, Carolina Darias.

El Gobierno anuncia medidas similares a las tomadas por Estados Unidos o Italia ante la explosión de casos en el gigante asiático

El Gobierno exigirá en los aeropuertos un test negativo de covid-19 o el certificado de haber recibido la vacunación completa a todos los pasajeros que viajen de China a España, según ha anunciado este viernes la ministra de Sanidad, Carolina Darias.

De esta manera, España toma medidas similares a las anunciadas por países como Italia, Estados Unidos o vecinos de China (Japón, India, Malasia o Taiwán) ante el repunte de casos en la potencia asiática.

«Existe una preocupación compartida en el ámbito internacional y nacional por la evolución de los contagios en China y por la dificultad que existe a la hora de poder realizar una correcta evaluación de la situación por la escasa información que existe. El caso de China es singular por la política de ‘cero covid-19’ que ha tenido o por las bajas tasas de vacunación», ha explicado Darias, que ha mostrado su «preocupación» ante la posibilidad de aparición de nuevas variantes, una vez que el virus va a circular de forma masiva en el país asiático.

La Comunidad de Madrid considera «insuficientes» las medidas anunciadas por Darias

Las vacunas que deberán ser las aprobadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha detallado la ministra. La mayoría de los chinos ha recibido vacunas producidas en ese país, Sinovac y Sinopharm, que en los ensayos han obtenido menos eficacia que las vacunas de Pfizer y Moderna, las más utilizadas en Europa y Estados Unidos.

El Ministerio de Sanidad ya había recomendado el jueves a los viajeros españoles cuyo destino o procedencia sea China que tuvieran «pauta de vacunación completa» y que mantuvieran «las medidas de precaución».

«La pandemia nos ha dejado muchas lecciones. Tenemos una estrategia de vigilancia robusta y una estrategia de vacunación muy potente y ahora se trata de perseverar y mantener esa situación», ha afirmado Darias. «Estamos monitorizando y obteniendo información a través de las distintas pruebas porque sabemos que una de las cuestiones que más preocupa es la falta de información», ha agregado.

Después de casi tres años encerrada en sí misma, y en medio de la peor ola de contagios de toda la pandemia, China ha desmantelado la política del ‘cero covid’ y ha anunciado que el próximo 8 de enero abrirá las puertas de par en par. Los ciudadanos podrán salir libremente y solo hará falta una PCR negativa para regresar.

A partir de ese momento, el país que más turistas enviaba al mundo hasta 2019 vaticina una estampida que, según las previsiones del China Outbound Tourism Research Institute (COTRI), podría animar a 60 millones de personas a viajar fuera de sus fronteras. 120 millones si se cuentan quienes visitan las regiones especiales de Hong Kong y Macao.

Son cifras alejadas todavía del récord de 170 millones registrado antes de la pandemia, pero alarman a los gobiernos de medio mundo. Sobre todo por miedo a que puedan provocar una nueva ola de contagios a nivel global. Al fin y al cabo, casi la mitad de los viajeros que el miércoles llegaron a Milán a bordo de dos vuelos procedentes de China dieron positivo. Y lo más preocupante para los científicos, aunque la mayoría lo considera poco probable, es que este tsunami de contagios en el país más poblado del planeta podría desembocar en una nueva cepa que escapase a la protección de las vacunas.

El Gobierno chino, que ha mantenido las fronteras cerradas a cal y canto y ha llegado a imponer una cuarentena de 28 días a todos los llegados del extranjero, critica ahora que se aprueben restricciones a sus ciudadanos. El portavoz, Wang Wenbin, exigió al mundo que se despoje de «prejuicios y manipulaciones políticas» para dar una respuesta «científica y justa», obviando que es lo contrario de lo que ha hecho Pekín desde el 28 de marzo de 2020.

Ante las críticas de falta de transparencia, Wang afirmó que «la situación epidémica de China es predecible y está bajo control», aunque muchos hospitales están saturados, el número de muertos crece a pesar de que no se ofrecen estadísticas fiables y el país ha prohibido la exportación de paracetamol e ibuprofeno, cuyas existencias están bajo mínimos, siguiendo el guion del inicio de la pandemia, cuando restringió el envío al extranjero de mascarillas y otros productos médicos.

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