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“Empecé a utilizar un medicamento indicado para la congestión nasal (de los cuales hay dos de marcas muy conocidas) cuando tenía 12 años, y he conseguido dejarlo con casi 23”. Así comienza su testimonio con este portal, Marta, una joven de 27 años que nunca se imaginó que una alergia le iba a generar una dependencia con los espráis descongestionantes.
La ficha técnica de este tipo de soluciones nasales, como recoge la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), “contiene oximetazolina como principio activo, que administrada por la nariz produce constricción de los vasos sanguíneos a nivel local”.
- Son fármacos que no se deben utilizar más de tres días, ya que un uso excesivo o continuado “puede dar lugar a congestión nasal de rebote”.
El prospecto de las soluciones para la congestión nasal es claro: no se deben usar más de dos veces en 24 horas, y por supuesto, no prolongar su utilización en el tiempo.
Sin embargo, muchos de los pacientes se han encontrado que prácticamente no pueden vivir si no tienen un bote en la mochila, o en el bolso, o en la mesilla de noche.
De hecho, hay un grupo en Facebook, con casi 3.000 seguidores, de personas “enganchadas” a estas soluciones nasales, que pretende dar visibilidad a este problema y, lo más importante, dar a conocer sus casos para animarse unos a otros a superar esta adicción.
“Tenía botes por toda mi casa y bolsos”
El caso de Marta no es aislado. Y la mayoría de estos pacientes comienza de la misma forma: durante un resfriado o una alergia.
- “No podía respirar, no había forma de que me entrara aire por la nariz, y fui al médico, que me recetó un spray que por aquel entonces se llamaba Respir”.
Eso sí, el profesional sanitario no se anduvo con rodeos. “Era una solución rápida y efectiva, pero también muy dañina”.
Y, aunque el , no se debe utilizar más de 96 horas, Marta recurría a este medicamento cada vez “que me ponía mala”, que en esos años “era cada dos por tres”.
Pero no era consciente de lo que se avecinaba. Y en poco tiempo se encontró con que ya no se podía despegar de los espráis descongestionantes. Ahora formaban parte de su vida y de su día a día.
- “Me daba cuenta de que cuando lo intentaba dejar, me tenía que esforzar para respirar. Y aunque a veces conseguía estar unos días sin utilizarlo, volvía a recaer en cuanto me ponía otra vez mala”, explica a ‘Guías de Salud’.
La dependencia fue en aumento y “tuve una racha en la que tenía botes por todas partes: en cada uno de los bolsos, en mi habitación… De hecho, si salía de casa y me percataba a mitad de camino de que no lo llevaba conmigo, tenía que ir corriendo a una farmacia para comprar un espray”, relata.
Y llegados a este punto, “me di cuenta de la locura que estaba haciendo, ya que me estaba provocando picor en la nariz, dolores muy fuertes de cabeza y derrames en los ojos”.
Su relación de dependencia de más de diez años con los espráis para la congestión nasal terminó cuando un día se despertó con dolores en los oídos y sin apenas fuerzas para moverse. “Fui al médico y no le oculté que utilizaba este medicamento a diario y que era incapaz de dejarlo”.
“Una dependencia horrorosa”
Así fue como con 22 años recibió una respuesta que se podría decir que le ha marcado de por vida, y que le llevó a tirar los numerosos botes acumulados en bolsos, mochilas y cajones de toda la casa.
- “Me dijo: tienes que dejarlo ya, porque estás a punto de que te dé un ictus”.
“Me asustó tanto lo que me dijo mi médico y también cómo me encontraba, fatal, que nada más llegar a casa tiré todos los botes y me puse manos a la obra para intentar dejarlo”, subraya.
Pero no fue un camino de rosas, como también le ha ocurrido a los miles de miembros del grupo de Facebook, donde comparten su odisea para terminar con una relación de dependencia que, en muchos casos, supera los 15 años.
- “Estuve más de un mes que no podía dormir por la congestión nasal y tenía que hacer baños de vapor para abrir las fosas nasales, e incluso tuvieron que administrarme en un par de ocasiones corticoides para que me ayudaran a respirar mejor”.
Una dependencia horrorosa, como ella misma resalta, que ha tenido consecuencias:
- “No se me pasa por la cabeza tomarla más en vida y, sinceramente, me he sentido una yonqui de este medicamento, aunque afortunadamente llevo más de cuatro años limpia”.
En la actualidad, sufre de vez en cuando episodios de congestión nasal, a causa de una alergia de la que ya está en tratamiento, pero ya no recurre a los espráis nasales más conocidos del mercado “para evitar que se vuelva a convertir en una espiral de adicción”.
Los riesgos de un uso “indebido”
La farmacéutica Mª José Divins Triviño, señala en uno de sus estudios, publicado en la revista especializada Farmacia Profesional, que la utilización de los descongestionantes nasales tiene numerosos inconvenientes derivados de un uso abusivo. Los efectos secundarios van desde nerviosismo, agitación, palpitaciones o insomnio.
Si se utiliza más tiempo del debido, la reducción del flujo sanguíneo que provocan estos medicamentos para que el aire circule mejor, puede «producir un aumento de la congestión de la mucosa, al disminuir el efecto vasoconstrictor inicial, e incluso una atrofia del epitelio nasal (barrera que actúa como defensa ante partículas contaminantes inhaladas)».
- Por ello, una alternativa podrían ser los productos que se conocen como aguas de mar, que destacan por su «inocuidad», lo que hace que «sean ampliamente recomendados por el colectivo de los pediatras, aunque carezcan de la rapidez y la espectacularidad de la acción de los vasoconstrictores».
Hay que recordar que los descongestionantes nasales con oximetazolina no se pueden utilizar en niños menores de 6 años porque “pueden ser especialmente propensos a la aparición de efectos adversos de este medicamento”.
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