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¡Junto a Pedro Casaldáliga en su Pascua!

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¡Junto a Pedro Casaldáliga en su Pascua!

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Evaristo Villar | Ya no con sorpresa —pues teníamos suficiente noticia de la grave situación que estaba atravesando—, pero sí con emoción, transida de dolor, hemos recibido la noticia que no queríamos oír: Pedro Casaldáliga, nuestro amigo Pedro, nuestro hermano, nuestro obispo acaba de morir. Ha iniciado su Pascua en el Centro de los Claretianos de la ciudad de Batatais, estado de Sâo Paulo (Brasil), hacia las 14:30 horas (9:30 de Brasilia) del día de hoy, 8 de agosto de 2020.

Lo primero que no podemos olvidar es lo que él, con diáfana sinceridad, dejó escrito en sus versos: “Al final del camino me dirán: /“¿has vivido?, ¿has amado?/Y yo, sin decir nada,/ abriré el corazón lleno de nombres”. En ese revoltijo de nombres que desbordan su corazón estamos también nosotras y nosotros: su comunidad “enclave” de Fernández de los Ríos y su comunidad cristiana de Santo Tomás de Aquino — “yo tengo fuertes lazos afectivos y pastorales, dijo, con esa comunidad y nuestra Prelatura de Sâo Féliz do Araguaia debe a esa comunidad madrileña (y mundial) mucho cariño y gratitud”—; está Iglesia de Base de Madrid, Comunidades Cristianas Populares y Redes Cristianas; y están también las revistas Éxodo y Utopía con las que mantuvo siempre una presencia y apoyo permanente.

Con la presencia de Pedro entre nosotras y nosotros, todos hemos salido ganando. Han ganado las personas pobres, indígenas, negros y campesinas. Por su causa puso en riesgo constantemente su vida. Han ganado los movimientos sociales empeñados en hacer de este mundo otro regido por el derecho y la justicia, y de esta tierra una casa digna para todas y todas. Toda la humanidad, nuestra humanidad, ha recibido, con su presencia, una fuerte dosis de empoderamiento y dignidad.

Ha ganado nuestra Iglesia, aunque no siempre se haya atrevido a reconocerlo. ¡Cómo poder estar en una Iglesia que se dice cristiana sin respirar el Evangelio! Su vida, la de Pedro, se fue construyendo desde las claves y las causas del Reino que Dios Padre visibilizó en la vida y palabra de Jesús de Nazaret. La Institución Iglesia, salvo la cercanía expresada por Pablo VI (“quien toque a Pedro, dijo, toca a Pablo”), no fue precisamente tierna, ni cariñosa ni agradecida con el obispo y misionero Pedro. Tampoco lo ha sido con cuantas y cuantos han pretendido evangelizarla. Pero, al final, tendrá que reconocer que vidas por el Reino como la de Pedro Casaldáliga son los que están manteniendo aún su presencia moral en el mundo. La Iglesia ha salido ganando.

Y también la frescura e inagotable creatividad poética de Pedro ha sido un regalo para la misma lengua española. Quede como testimonio este brevísimo poema de despedida: “No voy, va mi palabra. / ¿Qué más queréis? /Os doy/ todo lo que yo creo/ que es más que lo que soy”.

Gracias Pedro, amigo, hermano, obispo por tu vida. Que el Reino que fue luz y el imán de tu vida te sea ahora morada de felicidad.

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