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El médico de familia Francisco Abal Ferrer (Vigo, 1958), tras unos años de trabajo itinerante por Galicia, Asturias y Andalucía, se afincó en 1993 en el consultorio de Carbayín Alto (Pola de Siero), lo que le convierte en uno de los testigos más fieles de la evolución de la atención primaria en la región. Urge una reforma «profunda» de un sistema sanitario que, en la atención primaria, tiene que abordar ahora dos grandes retos: solventar la falta de tiempo de los profesionales para que puedan conocer a sus pacientes y remediar una falta de relevo generacional que tendría que haberse gestionado hace años.

Tras la pandemia la atención primaria pidió a gritos una reforma. ¿Cómo valora la situación actual?

La pandemia implicó un cambio cualitativo. Entre otras cosas, se hizo de la covid una enfermedad de hospital. Sobre todo, con los primeros casos la orden era ir al hospital, y ahí la atención primaria no contó para nada. Hubo comunidades que cerraron los centros y trasladaron a los médicos a los hospitales. Eso hizo que no pudiésemos atender a los enfermos que habitualmente atendíamos y que la población cogiese mucho miedo a venir al centro. Sobre la consulta telefónica, sí, hay gente que la prefiere y que le ve ventajas, aunque en general los profesionales preferimos que vengan a vernos.

Puede resultar atractivo para gente más bien joven y con problemas no urgentes.

Sí, sí, es más cómodo, pero, no sé, si quieres que te llame y lo que me dices es que te salió una mancha rara en la piel… (ríe). No sé cómo te puedo ayudar ahí.

Y comentaba que la atención primaria no pintó nada en la pandemia pero ustedes siguieron la inmensa mayoría de casos.

Ah, sí, sí, claro que atendimos casos, incluso antes de que supiésemos que aquello que estábamos viendo era covid. La pandemia cambió algunas cosas, pero esto (de la primaria) ya estaba afectado de antes. Hubo cosas que se tenían que haber planteado cuando tocaba. Se sabía la edad de los médicos que se iban a jubilar.

Tampoco es una especialidad tan demandada como para lograr un relevo.

De medicina familiar salen 3.000 plazas y de otras salen cien. O sea, siendo justos, es lógico que se acaben antes otras especialidades. Hay 20 especialidades preferidas a medicina de familia y 25 que están detrás a la hora de escoger plaza.

Pero compiten con el servicio de Urgencias y no es fácil.

Ya, una vez que los residentes terminan competimos, más bien, con un problema laboral. Si los residentes terminasen y hubiese una apuesta clara por la atención primaria, sí que se podría competir. Pero aquí lo que prima es la demanda, y en primaria a veces la sensación es de estar apagando fuegos. En el hospital te dan un calendario y sabes cuándo vas a librar, y eso son ventajas indudables a la hora de organizar tu vida. Llega un momento en el que te cansas de que te estén moviendo todo el rato, de que te llamen a las ocho de la mañana diciendo dónde te incorporas.

La mejor tecnología en un centro de salud es tener tiempo, y no lo tenemos; las agendas están saturadas


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Ya se da por normal que en verano haya al menos un tercio de las consultas sin cubrir.

Sí, y me pregunto qué pasaría si en primaria cerrásemos un día y la gente tuviese que ir a todos los especialistas de hospital que creen que deben atenderles. Colapsaríamos en un día y para varios meses. A veces me dan ganas de proponerlo: un día sin atención primaria.

¿Esto era así hace 30 años? Quizás la medicina era más bien paternalista, pero eso de la demanda como criterio no estaba tan presente.

La demanda y el tipo de demanda fue cambiando mucho porque también lo hizo la sociedad. A día de hoy estamos tratando cuestiones que aportan poco beneficio y ese tiempo lo podríamos estar dedicando a actividades preventivas. Por ejemplo, si en vez de a analizar y tratar tanto el colesterol nos dedicásemos a quitar el tabaquismo, obtendríamos un beneficio mayor. Pero hasta con el tabaco ahora lo que se hace es que te llama el paciente pidiendo la pastilla. Ahora todo se medicaliza mucho más, y al final la realidad es que la pena no tiene tratamiento y que la vejez no es una enfermedad. Tampoco el embarazo. Pretendemos ser perfectos y que la medicina nos ayude a serlo.

¿La atención primaria se está convirtiendo en un servicio de urgencias en pequeño?

Está planificado así en las agendas que nos organizan la jornada de todo el día y de acuerdo a la demanda. Con ese sistema todo lo demás se va quedando atrás. Entonces, sí, la visión integral de la medicina, la visión comunitaria, no se contempla. La atención primaria necesita una reforma en profundidad. Otra cosa es que la gente que debe tomar esas decisiones sea gente que no haya pisado jamás un centro de salud…

Van a la mutua…

La mayoría de diputados tienen seguro privado o son funcionarios y van a la mutua, sí. Quizás por eso no lo entienden, pero los pacientes sí. Te vienen con un informe del hospital para que se lo expliques.

Se fían de ustedes.

Y nos conocen. Esa es la gran ventaja de la longitudinalidad, de llevar tantos años atendiendo y viendo a los mismos pacientes. Esa es la clave de la atención primaria, y un estudio el año pasado apuntaba a que países con atención primaria reducen un 30 por ciento la mortalidad. Si supiéramos de algo que redujese la mortalidad a este nivel estaríamos apostando por ello como locos. Está probado: los sistemas sanitarios con atención primaria mejoran la salud y disminuyen la mortalidad. Pero para eso el médico de primaria no puede estar bailando cada pocos días de un centro a otro.

¿Realmente los pacientes entienden la atención primaria? En Asturias tenemos casos como la reorganización de la atención continuada en Gijón, que fue polémica.

Ya, hace como 14 o 15 años estuve en la gerencia y se había planteado una reorganización de las urgencias de Oviedo que quedó en nada porque la población seguramente quería otra cosa o no entendía que aquello iba en su beneficio, que queríamos poder atenderles en el centro mientras íbamos a domicilios. Otra cosa es si pasas por el centro de salud y según veas mucha o poca gente entras para que te vean algo que no tiene trascendencia y que podría esperar semanas. Supongo que hay gente que quiere al médico en el portal de su casa, pero simplemente no hay recursos para ello.

¿Pero y antes sí había recursos? ¿Ahora hay menos médicos o hay más domicilios?

Y una tolerancia menor. Recordamos a esos mayores que aguantaban lo que fuera, ¿no? Eso ahora es diferente, y para bien, pero a veces nos pasamos de frenada. La reorganización ahora es obligada por falta de recursos, pero cuando lo propusimos hace 15 años era, simplemente, una manera de organizar mejor las cosas. Ahora es obligado, pero también antes era lo mejor.

¿Sus pacientes han envejecido?

Sí, y también que se pretende que la vejez sea en sí misma una enfermedad. Hay cosas que, no sé, si con 90 años tienes el colesterol algo elevado pues… Pues vale y que bendito sea Dios, ¿no? Que bastante bien lo has hecho. Y seguramente no te aporte nada el tratamiento que te voy a poner y te podrá perjudicar en otros aspectos de tu vida. Igual no te merece la pena tratarte ese colesterol. Depende del caso, claro, pero es una cuestión de ser racional.

Pero tiene bastante mala prensa eso, suena a que no se le trata por ser mayor.

Tendrá mala prensa si no se explica, pero si al paciente se lo explico yo, que le llevo viendo toda la vida… Y tampoco es que quiera imponer mi criterio. Yo al paciente le expongo las cosas, le digo que esta pastilla tiene estos beneficios y estos riesgos, y luego que él decida.

¿Usted ve en consulta lo que ahora se llama soledad no deseada?

Sí, al médico se va por todo y normalmente se ven los problemas juntos. Que una persona se acabe de quedar sola y tenga dificultades para relacionarse es posible que acabe repercutiendo en su salud y hay que buscar recursos para eso.

Pero, ¿cómo se trata?

De manera comunitaria. Desde los ayuntamientos, la asistencia social, las consejerías. Falta un poco de dinamismo ahí. En el medio rural es algo más fácil porque aún existen redes de apoyo.

¿Y cómo está ahora el consumo de psicofármacos?

Como antes por esa baja tolerancia que comentábamos y ese querer solucionarlo todo con medicación. Gente que te dice: no duermo, o duermo, pero no como me gustaría porque quiero tumbarme y despertarme ocho o diez horas después y sentirme bien, así que dame una pastilla. O gente que te dice que tiene problemas en casa o que le explotan en el trabajo. Pues es que no hay pastilla para eso. Los grandes conflictos laborales de la historia no se curaron con recetas. Dicen eso de que no habría habido Revolución Francesa si existiese el diazepam, y estoy de acuerdo. Nos hemos hecho a la idea de que tenemos que estar siempre alegres y no es así.

¿Cómo se gestiona ahora la atención de tardes y noches?

Con el esfuerzo de la gente que hay. Luego la gente se cansa, se va, y la que queda tiene que esforzarse aún más. Mientras, seguimos con el mantra de la falta de médicos cuando hoy hay tantos médicos colegiados como nunca.

¿Dónde están, entonces?

En el sistema sanitario, por ahí… Aunque ahora la privada está teniendo auge también porque el número de pólizas de seguros está aumentando mucho. ¿Por qué? Porque el sistema sanitario está fallando. Con las listas de espera, que también tenemos en primaria, pierde la longitudinalidad porque el paciente se acaba yendo a otro recurso para que le atiendan antes o porque no consigue cita. Que las citas están, se supone, para organizarnos mejor, pero tampoco pueden ser una barrera. Habrá que buscar algún mecanismo, ver por qué se llenan nuestras agendas. No podemos seguir perdiendo el tiempo con informes de bajas laborales en las que tengo que marcar mil datos que ya existen en otras bases de datos.

Se hizo un plan contra esa burocracia innecesaria.

Y mejoró mucho, pero aún perdemos tiempo con este tipo de asuntos. Si alguien tiene que ir al centro de salud para quitar dos puntos puestos en el hospital, ¿por qué va a tener que llamar al centro de salud? Y si le tienen que hacer una analítica, ¿por qué no va a salir ya del hospital con su cita? La gerencia única debería facilitar estas cuestiones.

¿Qué le parece el modelo de los Caruap para crear centros de salud de alta resolución con tecnología?

Hay que dotarlos de tecnología, claro, porque hay cosas que se pueden hacer, pero también es verdad que la tecnología deslumbra y que la mayor tecnología es el tiempo: poder mirar a una persona, entenderla, dejar que se exprese, explorarla. Es eso mejor que no caer en el discurso de: ¿Por qué no me hace una radiografía? Pues no sé, porque igual no la necesita. La tecnología ayuda, pero también me da pavor si sustituye otras cosas. No tratamos alteraciones de imágenes o de análisis, tratamos personas que tienen esas alteraciones.

¿Qué supone esa falta de tiempo en el día a día?

Cuando alguien viene por cualquier cosa, no sé, un dolor, si tienes tiempo puedes estudiarlo y ver y analizar el origen, darle una analgesia y programarle una revisión. Sin tiempo, le das la analgesia directamente. Pero con tiempo y con antelación detectas patologías y situaciones sociales que explican ese malestar. Sin tiempo y sin confianza, sin poder hablar y conocer al paciente, no se pueda. Tampoco si como médico de familia te mueven cada cuatro días a un recurso nuevo.

¿Y nota ese aumento de visitas a domicilio?

Sí, aunque he de decir que, aunque lleva mucho tiempo, a mí me gusta. Hay que respetar mucho porque no es tu medio, pero es un lujo poder ver a un paciente a su domicilio, que te abran su casa. Te aporta cosas. Ves en qué situación vive, si la casa es fría, si está recogida, si está limpia…

¿Le preocupa la sensación de que se va a jubilar sin poder haber formado a una generación estable como la que le formó a usted?

Sí. A nivel personal me preocupa jubilarme porque atiendo a gente que llevo viendo tantos años… He conocido hasta a cinco generaciones de una familia. Entonces piensas: qué pasa, ¿que de la noche a la mañana esta gente tiene que dejar de importarme? Creo que esa separación puede ser dura, pero bueno, eso es personal. Profesionalmente, creo que, como decía antes, se han tomado decisiones a manos de gente que no conocía bien el tema. Se pagan medicamentos para ganar dos meses de vida sin calidad en un cáncer que podrían cubrir un montón de cosas en atención primaria. No digo que haya que elegir, pero al final cuando toca escatimar se hace con el personal. Se dice: pues no sustituyo a dos administrativos. Y eso luego acaba en desastre. Faltan recursos.

¿Se jubilará el año que viene?

O el otro. Ya veré. Pero por ahora quiero verlo todo con optimismo y quiero pensar que todo es pendular por naturaleza y que la gente verá que tenemos que hacer las cosas de otra manera. Tendremos que ir reformando todo esto poco a poco.

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