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Había ganas de volver a ver al Crist de La Sang y se ha notado. La procesión más multitudinaria de Palma, la más querida y solemne, ha regresado a su cita con el Jueves Santo tras dos años sin poder salir por la pandemia. Cerca de 5.000 cofrades, todos los que integran las 33 cofradías de Palma, han sido puntuales a la cita. A las 19 horas, por orden inversa de antigüedad, como es costumbre, ha salido la primera cofradía de la iglesia de la Anunciación en la plaza del Hospital. Este año con un recorrido diferente: más amplio y más largo.

La aglomeración más notoria de público se ha producido en la Rambla, la primera calle por la que transcurre el recorrido. Los Tamborers de la Sala y la Policía montada han precedido a los ‘arreplegats’, como se llama a los penitentes libres y a la cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Nuestra Señora de la Paz, que es la primera en marcar el paso. En esta ocasión, sin sillas donde sentarse previa compra de tiquet para el público, como una de las medidas novedosas y que más se han echado en falta por la duración de la procesión.

Y es que es hasta la medianoche cuando el Sant Crist de la Sang, imagen que preside la procesión desde el año 1564, sale de la iglesia seguida de la presidencia eclesiástica, la banda municipal del Ajuntament de Palma y el público que suele cerrar el solmene desfile. El recorrido de este año ha cambiado motivado por las obras en la calle Oms, aunque finalmente la calle hubiera estado despejada. Sin embargo el nuevo trazado se ha mantenido para así también poder garantizar un recorrido más espaciado en tiempos todavía de pandemia.

Todos aquellos penintentes que no llevan caperuza sí portan mascarilla, así como se ha solicitado para el público más aglomerado. Sólo los tambores interrumpen el silencio que predomina en todo el recorrido de un desfile muy seguido por el público, sobre todo al inicio, y por la gran cantidad de turistas que alberga la Isla en estos días. Entre los cofrades la sensación es de satisfacción. Tras dos años de recato, celebrando estas festividades de forma más recogida y en su vertiente más litúrgica, la del Jueves ha sido la procesión de la alegría contenida, aquella en la que la población ha podido voler a presumir del Crist de la Sang.

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