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El insomnio crónico cada vez afecta a más jóvenes en España. Según el estudio «Pasos», realizado por la Fundación Gasol, prácticamente la mitad de la población infantil y adolescente de España incumple la recomendación de los expertos de dormir cada noche diez horas –los más jóvenes– o nueve –los mayores–, tanto para los días de entre semana como para los del fin de semana.

Aunque los problemas de sueño están presentes predominantemente en las personas de edad media y avanzada, en los últimos años cada vez resulta más habitual verlos entre las poblaciones de menor edad del país.

Un factor que ha agravado en los últimos años el problema del insomnio es el uso de pantallas. La incorporación de los dispositivos y la exposición a luces azules ha impactado a los patrones circadianos de los adolescentes. Según el estudio Pasos, seis de cada diez adolescentes superan las dos horas recomendadas de uso diario de pantallas durante la semana, y ocho de cada diez durante los fines de semana, llegando a utilizarlas hasta las cinco horas diarias.

«Se está dando poca importancia a un problema serio y mal atendido»

Venancio Martínez – Pediatra


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«El tiempo dedicado al sueño varía a lo largo de la vida de un ser humano: se pasa de las 16 o 18 horas de un recién nacido hasta las ocho horas recomendables en un adolescente, señala Venancio Martínez, pediatra del centro de salud de El Llano (Gijón). «Los niños que duermen bien serán adultos que dormirán mejor», añade. Por lo tanto, una de las grandes claves para prevenir el insomnio a edades más tardías se encuentra durante la infancia.

El pediatra avilesino José Ignacio Pérez Candás subraya que «dormir menos de ocho horas no es insomnio», y explica que cada persona «tiene sus propias necesidades según su edad y diferentes características». El insomnio es tal «cuando una persona, tras dormir, es incapaz de desarrollar con normalidad su actividad laboral, académica, etcétera», señala.

En España, el número de horas que se duerme de media es de siete horas y trece minutos, una cifra que se acerca al mínimo recomendado. Esta estadística solo es superada, de nuestros países vecinos, por Italia, donde la media es de siete horas y nueve minutos. El resto de Europa, como Alemania, Francia o Reino Unido, superan la media de sueño española, según el neurólogo Emilio Gómez, responsable de la Unidad del Sueño del Hospital Ruber Juan Bravo de Madrid.

Más tiempo para otras actividades

Este aumento del insomnio generalizado, tanto entre la población general como en los adolescentes, viene provocado por una cultura que tiende a sacrificar sueño para poder disponer de más horas para el ocio o el trabajo o estudio. Además, Venancio Martínez, advierte de «la poca importancia» que se atribuye a este problema, a su juicio «serio» y «mal atendido».

Este trastorno está provocado, según la pediatra María Ángeles Ordóñez, del centro de salud de La Corredoria (Oviedo) por múltiples factores, como «la falta de rutinas y hábitos» a la hora de acostarse. Otros factores que pueden perjudicar la conciliación del sueño son «la iluminación artificial y la exposición a dispositivos electrónicos como tablets u ordenadores». Como principal medida para solucionar este déficit, Venancio Martínez advierte de la importancia de la «higiene del sueño», que, en su opinión, es realmente importante que «se transmita a través de la educación familiar» y se inculque desde edades tempranas.

«Lo más cómodo es tomar medicamentos, pero no eliminan el problema de base»

María Ángeles Ordóñez – Pediatra


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Una buena higiene del sueño implica evitar cenas abundantes, tener horarios regulares para acostarse y despertarse, y no ingerir sustancias excitantes a última hora del día como pueden ser «las bebidas de cola, las energizantes o el alcohol», precisa el pediatra gijonés.

Al contrario de lo que pueda parecer, Ordóñez afirma que «hacer deporte a última hora de la tarde no es un buen hábito contra el insomnio» y recomienda hacerlo en otro momento del día. Situaciones como las crisis económicas o sanitarias también afectan al descanso de los españoles. Después de la pandemia de covid-19, se registró un aumento de la prevalencia de ansiedad en un 23 por ciento, de depresión en un 22 por ciento y de insomnio en un 39 por ciento. «El estrés, las preocupaciones, la ansiedad o la incertidumbre respecto a un proyecto vital futuro, son factores desencadenantes de insomnio», indican los expertos.

Las pantallas agravan el déficit de sueño de los más jóvenes Unsplash


Luces que engañan al cerebro

Con relación al inmoderado uso de dispositivos electrónicos, «las pantallas y las luces azules engañan al cerebro haciéndole creer que aún es de día, lo que provoca que éste no produzca la melatonina necesaria, dificultando la conciliación del sueño», señala Odile Romero, coordinadora de Alianza por el Sueño. En consecuencia, Romero recomienda «no usar dispositivos móviles en las horas previas a la hora de dormir, ya que producen una hiperactivación cerebral que afecta negativamente en la cantidad y calidad del sueño».

«Dormir menos de ocho horas no es insomnio; hay variaciones según las necesidades y la edad»

J. Ignacio Pérez Candás – Pediatra


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El insomnio puede tener repercusiones en aquel que lo sufre en el plano emocional y en el social, y también puede afectar al rendimiento cognitiva y a la salud. En el aspecto emocional, el trastorno puede concernir al grado de tolerancia e irritabilidad del afectado. El insomnio también puede afectar a las capacidades del sujeto para relacionarse o a su forma de relacionarse.

Medicación de uso creciente

En España, el uso de benzodiacepinas, uno de los fármacos más conocidos para dormir, aumentó desde 1992 a 2006 en un 113,6 por ciento. Según el neurólogo Emilio Gómez, «se prevé que siga en aumento» debido al contexto de «patologías ansioso-depresiva, crisis económicas y pandemia experimentados en los últimos años».

Otras sustancias sin receta utilizadas para conciliar el sueño van desde productos naturales que no tienen un aval científico que justifique su uso hasta antihistamínicos.

Una de las causas, según la doctora Ordóñez, apunta a la «comodidad» del ser humano, ya que, en su opinión, resulta «más fácil» tomar el medicamento que corregir los hábitos del sueño. Además, la pediatra ovetense añade que el recurso a los fármacos «no elimina el problema de base». En la misma dirección apunta el doctor Pérez Candás, quien afirma que estos medicamentos «no son la solución» y enfatiza que deben atajarse «las causas profundas».

Sobre las consecuencias del aumento de consumo de fármacos para dormir, el especialista avilesino asevera que la ingesta elevada de pastillas «crea dependencias» y puntualiza que el sueño que se obtiene a través de ellas «no es reparador».

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