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Una de las custodias que se mantienen al pie del cañón Eutimia Arranz, que lleva cuatro años enseñando la iglesia de San Salvador de Pozancos, justo en la frontera con Burgos. «Se llegará un momento en que esto se termine porque no hay relevo, la gente joven no quiere saber nada», revela la mujer, que aparece puntual a la cita vistiendo unos pantalones de lino de colores vivaces.

Tras vivir toda la vida en Barakaldo, se volvió a casa de sus padres en el pueblo al jubilarse. Paco, el «señor mayor» que la enseñaba, se retiraba y el párroco le preguntó si lo haría ella. Esto fue hace cuatro años ya, y aunque admite que «esto es como un trabajo», con su horario de mañana y tarde, excepto el lunes «que no hay visitas», no tarda en admitir que se lo pasa «bomba»: «Es que te vienen toda clase de personas, gente que te viene por curiosidad, y otros muy interesantes, arquitectos, médicos…».

Y así, entre arcos, canecillos, cenefas y capiteles de varios motivos «con los que la gente se queda alucinada» comienza la visita de Eutimia, que ya ha echado callo como guía y te descoloca con bromas cuando menos las esperas. «Aquí tenemos una arpía y un arpío», dice señalando un capitel mientras te busca con la mirada, a ver cómo reaccionas. «O es que tú no sabes que los hombres también sois arpíos», desliza con una sonrisa pícara dibujada en el rostro. Todo documento sobre la iglesia que pilla lo devora para aprenderlo. «La mujer de un médico me trajo un tocho así», suelta colocando el pulgar y el índice a una distancia considerable.

«Yo me lo paso bomba; te vienen todo tipo de personas, gente muy interesante»

En el recinto se observa perfectamente el paso del tiempo, por las reformas y los diferentes estilos (románico, gótico, barroco…), que llegan incluso a un murete visigodo, de hace un milenio. Lo que sí reclama Eutimia es una restauración a fondo, porque es perceptible el daño de la lluvia en el tejado y las paredes.

– De lo primero que dice la gente cuando entra es ‘uy, lo que hay aquí’. Este verano entre julio, agosto y septiembre habrán venido unos 200 y 300 personas, con esto que tenemos del Covid pensé que no vendría gente, pero ha venido de la península. Se han escapado también algunos de Italia, y otro de Holanda.

Otra cosa que echa en falta Eutimia es que se haga un poco más de comunidad en la iglesia. Que son solo cinco o seis en misa, porque el resto dice que tiene «trabajo» en el campo, pero echa de menos eso de juntarse y echar un rato en compañía: «Esto se va acabando, esto es la España vaciada».

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