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Firma de opinión de la psicóloga social, Eva Puche

Córdoba

La pasada semana no daba crédito. Caminaba y solo veía guirnaldas, miles de guirnaldas blancas. No llegaba a comprender qué significaba eso de la Coronación de la Virgen. Hasta donde sé las vírgenes tienen corona. Naturalmente sé qué es la Navidad y la Semana Santa, pero lo de Emperatriz Reina Coronada, de verdad que no me entra.

Pero yo sólo veía guirnaldas. Las dejaba atrás en mi trayecto y no podía dejar de pensar en ese trabajo colaborativo. Imaginaba cientos de personas dedicando su tiempo a hacer esos floripondios: escolares de los colegios concertados en sus horas de “trabajos manuales”, señoras en sus casas… y vi con mis propios ojos a decenas de jóvenes tirando cables de una calle a otra, tarde y noche, poniendo esas guirnaldas infinitas.

Y no dejaba de darle vueltas. ¿Para qué ha servido ese trabajo? ¿Ha mejorado la vida de alguien? Quizás la de los propios actores que creen haberse ganado un trocito más de cielo. Bien por ellos. No dejaba de pensar en los niños y niñas que necesitan clases de apoyo y no pueden pagarlas, o en las personas dependientes que agradecerían un recado, un cambio de bombilla, un enchufe o dar un paseo al sol. Pensaba en comedores sociales o en el reparto de ropa para el invierno. También en las frutas y verduras que se tiran porque no hay nadie que se encargue de recogerlas y distribuirlas. Y por pensar, pensaba incluso los árboles que se secan por falta de riego. Todas tareas amables que hagan sentirse bien a quien las hace. Tareas que pueden repercutir en el bienestar de otras personas. Tareas generosas que te hagan “tener el cielo ganao” y a la vez mejoren la vida de la gente.

Poner bonitas las calles para el paso de la reina coronada ¿Quién se inventó esta cosa? ¿Quién ha dirigido esta orquesta? Dedidles por favor que sabéis y podéis hacer más y mejores cosas

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