[ad_1]

Sucede raramente que un ensayo traducido del español haga tanto ruido en Francia como el que ha provocado Les mythes de la guerra d’Espagne, de Pío Moa, antiguo miembro del grupo terrorista de izquierdas GRAPO y más tarde polemista de extrema derecha. El libro, traducción de un superventas de Moa publicado hace dos décadas y traducido al francés por la pequeña editorial L’Artilleur, llegó en marzo a las librerías de Francia con la siguiente faja: “300.000 ejemplares vendidos en España”. En verano, una entrevista en la revista de historia de Le Figaro y un vídeo viral del mismo diario indignaron a especialistas en el conflicto y desconcertaron a redactores del diario conservador de referencia.

“Apoyado por una agresiva campaña publicitaria y por Le Figaro, este libro está en condiciones de exportar una lectura revisionista, en el sentido más negativo del término”, ha advertido el hispanista Benoît Pellistrandi en un artículo en la revista L’Histoire, titulado Pío Moa, falsificador de la guerra de España. Moa, en un artículo en la revista conservadora Causeur, habla de “un tono de histeria y pánico” para referirse a las reacciones al libro y a la entrevista. E insinúa que las críticas se explican porque, si lo que dice en Los mitos de la guerra civil es cierto, entonces se abren “nuevas hipótesis y afectan a un buen número de intereses”.

El polemista, hoy incluso crítico con Vox por sus posiciones favorables a la OTAN, retoma en el libro viejas teorías franquistas para ofrecer una visión supuestamente nueva de la Guerra Civil en la que la izquierda aparece como entera responsable y Franco como el salvador de España. Es un método muy parecido al que convirtió en un autor de éxito en Francia a Éric Zemmour, el polemista que se presentó sin éxito a las elecciones presidenciales de la pasada primavera y que antes ejerció durante años de periodista y crítico precisamente en Le Figaro.

Lo que Moa hace con la historia de España lo hace Zemmour, por ejemplo, con el régimen de Vichy: resucitar las tesis de los partidarios de Philippe Pétain, líder del régimen colaboracionista con los nazis, y darle la vuelta a los hechos para hacerlo pasar por un dirigente benévolo que protegió a los judíos y a la nación. “Puede hacerse un paralelo respecto a la visibilidad en el espacio público de actores que no proceden del mundo académico y que hablan de Historia, lo que, en sí, no es un problema”, dice Pierre Salmon, profesor de historia contemporánea en la Escuela Normal Superior. “El problema es más bien la manipulación del discurso histórico con fines políticos y el hecho de que estos autores jueguen con la nostalgia: Pío Moa, la del franquismo, y Éric Zemmour habla a los nostálgicos de Vichy, o de la Argelia francesa, entre otros. Un punto en común entre ambos es la falsificación”.

Salmon es uno de los más de cien historiadores firmantes de una carta abierta a Le Figaro en la que alertaban: “Dar semejante tribuna a este autor, hacer pasar sus escritos panfletarios por obras históricas novedosas, difundir y legitimar tesis manifiestamente falsas significa participar, se quiera o no, en esta ola de fondo de banalización y legitimación de prácticas y discursos de extrema derecha”.

En el vídeo viral de Le Figaro, la periodista que había hecho la entrevista resumía: “Lo que muestra Pío Moa es que la mecánica del caos era buscada por la izquierda española y que el golpe de estado militar y el campo nacional fueron una reacción de legítima defensa ante este caos”. El caso llegó hasta la portada del semanario satírico y de investigación Le Canard Enchaîné, que tituló, con un juego de palabras con el nombre del dictador: “Le Figaro y va franco”: “Le Figaro va sin rodeos”. La Sociedad de Periodistas de Le Figaro recibió quejas de algunos periodistas de la redacción y las trasladó a los responsables de la revista de historia que había publicado la entrevista y el vídeo. “Creó malestar en una parte de la redacción”, resume un miembro de la redacción que pide anonimato.

El candidato de ultraderecha Éric Zemmour en un acto electoral en abril de 2022 junto con Marion Maréchal, sobrina de Marine Le Pen.
El candidato de ultraderecha Éric Zemmour en un acto electoral en abril de 2022 junto con Marion Maréchal, sobrina de Marine Le Pen.BERTRAND GUAY (AFP)

“En este vídeo, quizá habríamos tenido que poner más en perspectiva esta entrevista diciendo que había suscitado mucha controversia, pues en España hay una polémica permanente sobre los orígenes de la guerra”, diría después, en una entrevista en la emisora France Culture, el director general de Le Figaro, Marc Feuillé. Sin embargo, Feuillé recordó que el diario había publicado una réplica de Emilio Silva, presidente de la Asociación para la recuperación de a memoria historia en España, y también señaló que en las mismas fechas había publicado otro artículo sobre el paso del escritor republicano André Malraux por España durante la guerra. Le Figaro, dijo, “es un diario de debates”.

Damien Serieyx, editor de Les mythes de la guerre d’Espagne en L’Artilleur, defiende a su autor en un correo electrónico: “Hemos publicado el libro de Pío Moa porque es un trabajo serio, que viene a enriquecer el conocimiento histórico de este triste periodo. Nos parece que la ciencia avanza por medio del debate contradictorio, así que todo intercambio de argumentos sólidos es provechoso”. El editor rehusa dar cifras sobre las ventas en Francia. Algunos defensores de Moa, en Francia como en España, esgrimen el aval que ha recibido de un historiador de prestigio como Stanley G. Payne.

Lo que molesta a los críticos con Moa no es que se haya publicado el libro o la entrevista, sino que se haya hecho acríticamente y se haga pasar por un estudio histórico. Con Zemmour, autor de ensayos como Le suicide français (El suicidio francés) o Destin français (Destino francés), en los que reinterpreta la historia de Francia con una óptica nacionalista y nostálgica, el debate fue similar. Y los dilemas de los historiadores, también. Algunos dudaron si valía la pena intentar desmontar sus teorías, pero el éxito inicial de la campaña electoral de Zemmour les decidió. Laurent Joly, especialista en la persecución de los judíos bajo Vichy publicó La falsification de l’Histoire (La falsificación de la historia). Un colectivo de historiadores sacó Zemmour contre l’Histoire (Zemmour contra la historia). La burbuja Zemmour acabó pinchando (no se sabe en qué medida los esfuerzos por desmontar su discurso contribuyeron a ello). Sacó un 7% en las presidenciales y ningún diputado en las legislativas. Lo llamativo, en todo caso, fue cómo la manipulación del pasado podía usarse fácilmente como arma política, como en 2022 la Historia y sus distorsiones podían acabar centrando algunos debates de una campaña electoral.

“Una historia de la Guerra Civil pensada como un ajuste de cuentas póstumo y que en realidad encubre una intención política, está destinada al fracaso”, escribe Pellistrandi en L’Histoire. Y añade: “Pero en un país en el que Éric Zemmour también destiló una concepción detestable de la historia, ¿debemos extrañarnos?”.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.

Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por nuestros mejores críticos en nuestro boletín semanal

RECÍBELO

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites



[ad_2]

Source link