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Episodios como la matanza del cuartel de la Montaña o la encarnizada batalla del Jarama, cuestiones como la no intervención de las democracias europeas en el conflicto o el oro de Moscú; también objetos, como dibujos infantiles sobre la guerra, una caja de condones para soldados, un pañuelo con los colores de la República; y la posguerra con el exilio o el Valle de los Caídos… El hecho más importante de la historia de España del siglo XX se cuenta desde el 15 de septiembre a través de más de 120 apartados, con textos y fotografías, en una web bautizada como Museo Virtual de la Guerra Civil Española. Lo paradójico es que el proyecto no nació en España, sino en Canadá.
Resulta que el primer centro expositivo dedicado únicamente a la contienda es digital y norteamericano. Por lo menos, hasta que abra el Museo de la Guerra Civil de Teruel, financiado por el Gobierno autonómico de Aragón y previsto al fin para el año próximo. Los artífices de la página canadiense son el hispanista e historiador Adrian Shubert, catedrático de Historia en la York University de Toronto, y Antonio Cazorla Sánchez, catedrático de Historia en la Trent University (Peterborough), también en Canadá.
La web se ha financiado con una subvención del Consejo de Investigación en Ciencias Sociales y Humanas de Canadá (como el CSIC pero de Humanidades), con unos 24.700 euros. Además, ha contado para financiar su diseño con una aportación de la Embajada española en Canadá de unos 1.500 euros, han explicado los promotores del proyecto a EL PAÍS.
En la portada de este museo virtual aparece el logotipo del Ministerio de Cultura y Deporte de España. Preguntado por este medio, el departamento que dirige Miquel Iceta se ha limitado a señalar que su colaboración “ha sido la cesión de imágenes por parte del Archivo General de la Administración (AGA) y del Centro Documental de la Memoria Histórica (CDMH)”. De otras cuestiones planteadas por este periódico —si se valoró la posibilidad de contribuir a financiar el proyecto o por qué un centro así surge antes en Canadá que en España, entre otras— el ministerio ha declinado responder.
Shubert, en declaraciones a EL PAÍS, dice que esta web empezó a gestarse hace unos siete años y lamenta que en España “no haya nada parecido, solo monumentos, bases de datos… en unas autonomías hay más interés, como Cataluña, que en otras, pero luego todo eso no está conectado”. Tal vez eso cambie cuando se inaugure el museo de Teruel, escenario de una de las batallas más duras de la contienda por el frío extremo, con hasta 20 grados bajo cero. Como dice el historiador Julián Casanova, que ha actuado como asesor en la creación del centro aragonés, “lo que sucedió en Teruel fue como la guerra a pequeña escala; se dieron prácticamente todos los factores del conflicto”.
Cazorla Sánchez subraya que la página canadiense está aún “en la primera capa” y que se abrirán “nuevas galerías”. Ahora hay cinco grandes temas, de los que cuelgan los distintos apartados: Comienzo de la Guerra Civil y desarrollo del conflicto, El contexto internacional, Las retaguardias, Vida cotidiana en el frente y La memoria histórica. “En los próximos meses queremos conectar el museo a bases de datos de España o Francia para favorecer el trabajo de investigadores. Es un proyecto abierto a sugerencias; de hecho, hemos recibido correos de personas que quieren compartir materiales con nosotros”, agrega este investigador, que admite que la web se ha montado con “recursos limitados”, pero lo contrapone a no depender “de ninguna agenda política”. El resultado, por ahora, adolece de falta de vídeos, audios, material fílmico, enlaces a otras webs de referencia o bibliografía. Disponible en inglés y español, tiene un buscador y la opción de ampliar el tamaño de las imágenes. “Nos gustaría traducir los textos a las otras lenguas del Estado”.
El museo virtual cuenta también con la colaboración de otros expertos, como Alfredo González-Ruibal, investigador del Instituto de Ciencias del Patrimonio del CSIC, especializado en arqueología contemporánea; Alison Ribeiro de Menezes, catedrática de Estudios Hispánicos en la Universidad de Warwick, Reino Unido, o Joan Maria Thomàs, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad Rovira i Virgili (Barcelona) y autor de una monumental biografía sobre el líder de Falange, José Antonio Primo de Rivera. En una tribuna publicada el 11 de octubre en EL PAÍS, firmada por Shubert, Cazorla y Thomàs, subrayaban que es un proyecto que “trata, sobre todo, de la gente corriente y bastante menos sobre las ideas”. También apuntaban que la iniciativa gira en torno a lo que denominan “historia pública, dar a conocer al gran público los resultados de investigaciones académicas”. “Hemos demostrado que se puede hablar de la Guerra Civil de forma razonada sin caer en la demagogia”, completa Cazorla.
EL PAÍS ha consultado a varios historiadores sobre este museo virtual. Gutmaro Gómez Bravo, de la Universidad Complutense de Madrid, lo califica de “buena iniciativa, que plantea un recorrido visual, aunque se ve que falta mucho material”. “Lo que clama al cielo es que en España no haya un museo de la Guerra Civil, hay distintos espacios, pero no uno con el relato científico y didáctico en el que la mayoría de los historiadores estamos de acuerdo. No ha habido voluntad de ponerlo en marcha”.
Profesor titular de Historia Contemporánea, Gómez Bravo echa en falta que la web canadiense sea “más intuitiva” y añade que “no parece muy pensada para el móvil”. Director del Grupo de investigación de la Guerra Civil y el Franquismo (Gigefra), subraya que los contenidos están bien estructurados, “se intenta popularizar”. Sin embargo, “en el apartado Comienzo de la guerra se entra abruptamente, faltan antecedentes; en El contexto internacional falta claramente la parte soviética, y en toda la web no hay un eje cronológico”.
Pilar Mera, profesora de la UNED de Historia Social y Pensamiento Político, considera que este proyecto “puede ser un buen material para profesores de Bachillerato. Está bien contado el contexto internacional para salir de la idea de que España era diferente, cainita, sino que estaba en medio de una crisis internacional”, aunque señala que le habría gustado “más desarrollo militar”. Ambos historiadores coinciden en destacar las imágenes y contenidos del capítulo sobre la vida en la retaguardia. En cuanto a la sección La memoria histórica, Gómez Bravo lamenta que “no haya una relación con los apartados anteriores, se pierde la oportunidad de desarrollar ahí un contenido más didáctico”.
Julián Casanova, catedrático de Historia Contemporánea, autor de libros como España partida en dos, indica que la web “se parece más a una exposición permanente, y un museo no debe ser una colección de piezas, aunque la estructura es adecuada”. “Es un trabajo que han hecho historiadores que conocen el tema, aunque echo de menos el material fílmico, y eso es una desventaja para atraer a los más jóvenes”, añade Casanova, actualmente profesor distinguido en el Weiser Center de la Universidad de Michigan (EE UU).
Mera llama la atención sobre la reciente aprobación de la ley de Memoria Democrática y sugiere que el Valle de los Caídos, que con el nuevo texto legal pasará a llamarse Valle de Cuelgamuros, es “un buen espacio” para un hipotético museo de la contienda, “porque están enterradas personas que murieron en la guerra”. Sin embargo, lamenta que en cuanto el Senado ha refrendado, el 7 de octubre, el texto que venía del Congreso, “parece según algunos que es una enmienda a la democracia actual, y no es así, basta con leer la ley”. ¿Qué debería encontrarse el visitante de un futuro museo de la contienda española? “La iniciativa debería ser del Estado y lo plantearía, más que como un espacio de lo que sucedió, como un espacio que hable de cómo debe ser la sociedad”. Un lugar del que uno saliera convencido de que “la guerra no debe repetirse porque lo primero que hace es aniquilar el día a día de la gente corriente, independientemente de su pensamiento, y que también sirviera de homenaje para los que se quedaron por el camino”.
Teruel abrirá un museo «sin frentismos» en 2023
Teruel fue el escenario de una de las batallas más conocidas de la Guerra Civil. El 15 de diciembre de 1937, las tropas republicanas iniciaron la ofensiva sobre la ciudad aragonesa, que había caído del lado franquista al comienzo de la contienda sin apenas oposición. Sin embargo, el 22 de febrero de 1938 los sublevados la recuperaron. El director general de Cultura del Gobierno de Aragón, Víctor Lucea, ha confirmado a EL PAÍS que la intención es abrir en 2023 el museo dedicado al conflicto, “pero huyendo de frentismos, lo que se quiere es mostrar sobre todo el sufrimiento de la población”. Con un presupuesto inicial cercano a los tres millones de euros, “habrá un contenido fijo y una parte que irá renovándose”. Lucea subraya que se instalará una galería sobre los personajes principales de la contienda. “Y junto a objetos, habrá paneles informativos, material interactivo y salas inmersivas para que lo que sucedió salte a la vista del visitante. En una fase posterior, nos gustaría que fuese un centro desde el que se pueda investigar y se celebren actividades de asociaciones memorialistas”. El edificio principal contará con un espacio expositivo de 700 metros cuadrados en dos plantas. Más adelante se prevé levantar otro que albergará un auditorio, biblioteca y aulas de estudio.
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