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“Siempre escogeré a un vago para hacer un trabajo difícil porque encontrará una manera sencilla de hacerlo”. Esta cita, atribuida a Bill Gates, describe perfectamente la situación de un ingeniero de redes que, trabajando en remoto y con la ayuda de ChatGPT, optimizó sus tres empleos para completarlos en 40 horas semanales, conseguir el triple de salario que sus compañeros y tirar por tierra todos los argumentos de las grandes compañías para la vuelta a la oficina.

ChatGPT te hace la vida fácil. El medio americano Insider recoge la rocambolesca historia de Joseph, nombre ficticio tras el que se oculta un ingeniero de Texas de 48 años, que es cuanto menos paradójica. Él solo ha conseguido tirar por tierra todas las teorías sobre la caída en la productividad en las que se basan las grandes compañías para argumentar la vuelta a las oficinas en detrimento del teletrabajo.

Su secreto ha sido utilizar ChatGPT para condensar en cuatro o cinco horas a la semana de “trabajo real” lo que en su empresa consideraron que le llevaría 40 horas a la semana con un salario de 117.000 dólares. Optimizando los procesos con inteligencia artificial, el ingeniero consiguió hacer el mismo trabajo que sus compañeros en mucho menos tiempo, dejándole margen para buscar un segundo trabajo.

El teletrabajo le permitió ampliar sus beneficios. Tras unos meses de búsqueda de empleo, el ingeniero consiguió un segundo empleo a tiempo completo en remoto y, en esta ocasión, su salario era incluso mejor que en su primer empleo, consiguiendo una retribución de 120.000 dólares al año.

En esta ocasión, el empleo sí le requería dedicación completa durante las 40 horas semanales que había pactado, pero era perfectamente compatible con las cinco horas semanales que le exigía el primero. Algo totalmente imposible si alguno de ellos hubiera sido presencial.

No hay dos sin tres siempre que sean en remoto. Tras un tiempo, la empresa de su segundo empleo anunció una serie de cambios estratégicos que hacían peligrar su continuidad en la empresa. No es algo extraño en un contexto en el que cientos de miles de empleados de compañías tecnológicas están siendo despedidos. Lo cual le llevó a iniciar la búsqueda de un tercer empleo. La idea era abandonar el segundo empleo para quedarse con el primero y el tercero. Hubo suerte y su tercer empleo superó el salario del segundo consiguiendo una retribución anual de 125.000 dólares por un trabajo en remoto de 40 horas semanales.

El ingeniero reconoce que lo más complicado de este tercer empleo fue conseguir que fuera completamente en remoto ya que muchas empresas empezaban a exigir presencialidad total o, como mucho, modelos de trabajo híbrido.

Sin embargo, esta era una condición necesaria para él si no quería tener que renunciar al salario de su primer empleo, algo que no podía permitirse debido a la alta inflación que está haciendo que los empleados pierdan poder adquisitivo y necesiten un segundo empleo para hacer frente a sus gastos.

Mejora la productividad, triplica los beneficios. Un golpe del destino quiso que se produjeran algunos cambios en el flujo de trabajo de su segundo empleo que permitió a nuestro protagonista usar de nuevo la inteligencia artificial para optimizar los procesos consiguiendo reducir, a menos de ocho horas semanales el tiempo de su segundo empleo. Esto le permitiría dedicar la jornada completa al tercer empleo y reservar algo de tiempo extra a la semana a sus otros dos empleos, obteniendo el triple de beneficios.

Dilemas morales y de agenda. El ingeniero declaraa Insider que, en realidad, su intención nunca ha sido engañar a nadie: «En el mundo de las TI, nunca trabajamos 40 horas a la semana. Yo soy asalariado, así que en realidad no importa si trabajo 15 o 40 horas a la semana. Si hago el trabajo para el que me contratan, entonces me he ganado mi sueldo». Eso no implica que, aunque sea legal tener más de un empleo, este ingeniero no haya sentido el temor de que alguno de sus empleadores descubra su secreto (por eso ha usado un alias).

El ingeniero confiesa que, paradójicamente, lo más complicado no ha sido conseguir condensar cada uno de los trabajos en poco menos de ocho horas semanales, sino que ha sido gestionar la agenda para que no solapar las reuniones por videollamada de los distintos empleos. No siempre lo ha conseguido.

En esos casos excepcionales, la solución ha sido apagar la cámara y seguir las reuniones por dos auriculares distintos.

En Xataka | Cómo un ingeniero de la NASA inventó el trabajo en remoto antes incluso de que existieran los portátiles

Imagen | Pexels (Vlada Karpovich)

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