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Una investigación ha examinado la influencia del consumo alimentario de fibra sobre el nivel de riesgo de desarrollar deterioro cognitivo en personas mayores con el genotipo APOE-épsilon-4 en el gen de la Apolipoproteína E, que está considerado como un factor de riesgo genético asociado con el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer.

 

El estudio lo ha realizado el Grupo de Investigación de Biomarcadores y Metabolómica Nutricional de los Alimentos de la Facultad de Farmacia y Ciencias de la Alimentación de la Universidad de Barcelona (UB) y del Centro de Investigación Biomédica en Red de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES) en España.

 

El trabajo, está dirigido por Cristina Andrés-Lacueva, catedrática de la Facultad de Farmacia y Ciencias de la Alimentación, profesora en el Campus de la Alimentación de Torribera de la UB, del Instituto de Investigación en Nutrición y Seguridad Alimentaria (INSA, dependiente de la UB) y del CIBERFES. Se basa en el proyecto InCHIANTI, un estudio prospectivo realizado en 1.139 adultos de 65 años o más en dos regiones de la Toscana italiana. En concreto, en el estudio participaron un total de 848 voluntarios con una edad media de 74 años y con el 56% de los individuos siendo mujeres. Se estudió la dieta de todas estas personas, su estado cognitivo y otros parámetros de salud cada tres años, durante un total de quince años.

 

Apolipoproteína E: las diferentes variantes genéticas

 

La apolipoproteína E (apo E) es una proteína multifuncional que es sintetizada y secretada por diversas células (hepatocitos, adipocitos, etcétera). El gen de la apo E, que se encuentra en el cromosoma 19 en humanos, es polimórfico y cuenta con tres alelos codominantes — épsilon-2, épsilon-3 y épsilon-4 (que dan lugar a diferentes haplotipos o variantes genéticas).

 

«El deterioro cognitivo, precursor del desarrollo de demencia en personas mayores, es actualmente un problema de salud pública que carece de tratamiento. Por ello, es crucial detectar factores de riesgo modificables que permitan desarrollar estrategias de prevención, entre las que la dieta ha mostrado ser una de las más eficaces», explica Tomás Meroño (UB), uno de los principales autores del trabajo. «La evidencia muestra que dietas saludables, caracterizadas por un alto consumo de alimentos ricos en fibra, tienen un impacto positivo en la cognición, pero el papel especifico que el consumo de fibra ejerce en la función cognitiva es incierto todavía».

 

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El Grupo de Investigación de Biomarcadores y Metabolómica Nutricional de los Alimentos de la Facultad de Farmacia y Ciencias de la Alimentación de la Universidad de Barcelona. (Foto: UB. CC BY-NC-SA)

 

Según detalla Cristina Andrés-Lacueva, «en los participantes con haplotipo APOE-épsilon-4, observamos que un aumento de cinco gramos al día en la ingesta de fibra ya se asocia significativamente con un 30% menos de riesgo de deterioro cognitivo. Esto nos muestra que aumentos asumibles en la ingesta diaria de fibra pueden tener un impacto significativo».

 

Asimismo, los investigadores apuntan que esta asociación protectora se restringe a las personas que portan el haplotipo APOE-épsilon-4. En el caso de los participantes que contaban con otras variantes genéticas de la apolipoproteína ApoE (por ejemplo la APOE-épsilon-2), un mayor consumo de fibra no se asoció con un menor riesgo de deterioro cognitivo.

 

«Estos resultados indican que personas mayores con el haplotipo APOE-épsilon-4 podrían beneficiarse de una mayor ingesta de fibra, y además abre la puerta a investigar la interacción entre el genotipo APOE y el consumo fibra, no caracterizada hasta el momento», concluye la investigadora Andrea Unión (UB), coautora del estudio.

 

El estudio se titula “Apolipoprotein E gene variants shape the association between dietary fibre intake and cognitive decline risk in community-dwelling older adults”. Y se ha publicado en la revista académica Age and Ageing. (Fuente: Universidad de Barcelona)

 

 

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