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De todos los grandes científicos que han marcado la historia de la ciencia, no se puede dudar que Niels Bohr se encuentra en lo alto de la lista. Y es que estamos hablando de la figura que planteó un modelo atómico pionero y rompedor con la sociedad contemporánea, del danés que revolucionó la concepción de la física cuántica y su relación con el mundo que nos rodea, que se enfrentó a al mismísimo Einstein en un debate sin igual y cuya grandiosa trayectoria fue reconocida con el Premio Nobel.

 

Sin embargo, no todo puede ser bello en una historia como esta. Además de la gran reputación que se logró, finalmente, por sus innovadores planteamientos, Bohr se enfrentó a críticas y desconfianzas por parte de la comunidad científica, recelosa de las afirmaciones que el joven hacía. Paralelamente, con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, su condición de judío lo obligó a exiliarse de manera repentina y arriesgada de su Dinamarca natal hasta Suecia y, posteriormente, Estados Unidos, donde se introdujo por completo en el proyecto más ambicioso del momento: la construcción de la primera bomba atómica.

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