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Los seres humanos podemos configurar nuestros rostros de miles de formas para transmitir todo tipo de emociones: ira, enojo, tristeza, alegría o sorpresa son solo algunos sentimientos que pueden leerse en nuestras caras, y que, además, son universales a todas las culturas humanas. Por ello, dicen que la cara es el espejo del alma. 

Esto podría ser producto, quizá, de dos de las características que mejor definen a la especie humana: mientras que otros animales como los perros adquieren la mayor parte de información de su entorno a través de su poderoso olfato, o los murciélagos gracias a la ecolocalización, para las personas resulta fundamental el sentido de la vista; somos seres eminentemente visuales. Por otro lado y por antonomasia, también somos algunos de los seres más sociales que habitan la Tierra, y aquellos que hemos desarrollado las relaciones más complejas que se puedan dar entre individuos de una misma especie. 

De este modo, puede decirse que una de las claves del éxito evolutivo de la especie humana radica en la capacidad de cooperar entre nosotros, una aptitud en parte regida por la habilidad para empatizar con las emociones de nuestros semejantes; de identificar a aquellas personas afines a la tribu y de reconocer en ellas sus intenciones, estados de ánimo o predisposición a cooperar. 

En resumidas cuentas, las personas dependemos de nuestra visión y capacidad para reconocer información en los rostros de otras para desarrollar una vida normal, y precisamente por ello la llamada prosopagnosia o ceguera facial es un trastorno que puede llegar a causar gran malestar en aquellas personas que lo padecen, pero, ¿en qué consiste? 

La ceguera facial es una condición desconcertante que puede engañarnos haciéndonos creer que reconocemos a personas que nunca hemos conocido o, por el contrario, provocar que no reconozcamos a las que si conocemos. Aunque pueda resultar poco conocida, hasta la fecha se había estimado que el trastorno afectaba entre aproximadamente al 2% y el 2,5% de la población mundial. Ahora, no obstante, un nuevo estudio publicado en la revista especializada Cortex, afirma que este porcentaje podría situarse en torno al 3,1%, haciendo de esta condición un fenómeno más extendido de lo esperado. 

¿Qué causa la ceguera facial y cómo afecta la prosopagnosia a las personas?

Según el profesor de Psiquiatría de Escuela Médica de Harvard y director de la investigación, Joseph DeGutis, la prosopagnosia o ceguera facial puede ser causada por una lesión cerebral en las regiones occipital o temporal del cerebro. Esta variante es conocida como prosopagnosia adquirida y según el autor afecta a 1 de cada 30.000 personas en los Estados Unidos. La prosopagnosia también puede ser una afección congénita, bien causada por anomalías genéticas o que se expresa a lo largo de la vida de la gente. Denominada prosopagnosia del desarrollo, se calcula que esta variante afecta a una de cada 33 personas.

Según DeGutis, los humanos son notablemente eficaces reconociendo rostros familiares, algo que se realiza con muy poco esfuerzo. «Sabemos que este ‘superpoder’ se basa en varios procesos de percepción específicos, en los que intervienen la memoria y varias regiones cerebrales especializadas». Y es precisamente por lo cotidiano de esta habilidad que la ceguera facial puede ser un trastorno socialmente debilitante. «Por ejemplo, la creación de redes es extremadamente difícil para las personas con una prosopagnosia acusada. Como seres sociales reconocer a alguien resulta indispensable en varias esferas de nuestra vida, desde la intimidad, pasando por el sentimiento de pertenencia, hasta identificar personas con las que no nos interesa mantener relaciones, algo que puede conducir a las personas con ceguera facial grave a la angustia social y la vergüenza».

La prosopagnosia también puede afectar a las personas en el espectro autista, además de manifestarse como consecuencia del deterioro cognitivo relacionado con la edad, por lo que en un mundo donde el aislamiento social va en aumento, especialmente en adolescentes y adultos jóvenes, fomentar y mantener lazos sociales y buenas interacciones cara a cara resulta más importante que nunca.

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