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MADRID, 19 Abr. (EUROPA PRESS) –

El Teatro Real ha vivido una nueva tarde de estreno este lunes 19 de abril con la ópera ‘Peter Grimes’ y una historia de resiliencia tanto por parte del protagonista de la obra como por el pueblo pesquero retratado y, también, del propio coliseo madrileño, que ha llegado a tiempo para esta obra pese a los inconvenientes provocados por la crisis sanitaria.

Las semanas previas al estreno de ‘Peter Grimes’ han estado marcadas por las noticias de contagios –hasta una veintena– de coronavirus en los ensayos de la ópera. El Real ya dio por cerrado el pasado lunes 12 de abril el brote, reiterando que la fecha del estreno de la ópera se mantendría ya que desde la Comunidad de Madrid «no ha habido sensación de riesgo» para el cierre.

Con la puesta en escena de Deborah Warner y una revisión contemporánea de la obra de Benjamin Britten, el reparto de ‘Peter Grimes’ ha salido puntual a su cita –las 19.00, horario habitual de las obras en estos meses por las restricciones de la pandemia– y ha terminado tres horas y media más tarde, con los aplausos unánimes del público al reparto y directores musical (Ivor Bolton) y de escena.

Para esta primera función, el Real ha llegado al 90% de la venta de entradas habilitadas –el aforo máximo es de un 66% por las restricciones– y ya tiene comprometidas el 80% de las entradas para el resto de funciones.

En una obra en la que la ‘masa enfurecida’ es casi más protagonista que el personaje que da nombre a la ópera, Britten sitúa al personaje principal asediado por el pueblo en un juicio paralelo que tiene resonancia en la actualidad.

«Usted se lavará las manos, pero la gente me acusará de delitos que el tribunal no ha juzgado», le espeta Grimes a su interlocutor en esa primera escena. Es también esta introducción la que aprovecha Britten para situar la obra en un pueblo golpeado por las penurias económicas.

La resiliencia de esta comunidad se basa en la unidad, pero es un «microcosmos heterogéneo» que corre el riesgo de alterarse en cuanto surge una personalidad como la de Grimes, un «outsider» en palabras del director artístico del Teatro Real, Joan Matabosch, quien recordaba también que la lucha del protagonista es «contra la intolerancia, la ignorancia y la hipocresía».

La puesta en escena es sobria y contemporánea, algo dentro de la idea de la propia Warner, quien reconocía haberse inspirado en pueblos pesqueros británicos de la actualidad. El mar que rodea al pueblo de Borough es otra de las partes importantes, con un temporal que fluctúa con la personalidad de la propia comunidad, a veces comprensivos, las más veces intransigentes.

UN PECULIAR TRIÁNGULO FAMILIAR

La principal dificultad con la que se ha encontrado la escenógrafa es la de encajar el sistema de aprendices del siglo XIX que incluía la trama de la versión original. En este caso, Peter y Helen (la profesora) ‘adoptan’ a un niño e intentan hacerlo lo mejor que pueden, en un peculiar triángulo familiar.

La muerte de varios niños que se encontraban a cargo de Grimes será la causa que origine los problemas con el resto de la sociedad. Es por ello que el personaje interpretado por el tenor Allan Clayton comienza su particular juicio por ser diferente y, de nuevo, emprende su particular historia de resiliencia.

«Yo vivo solo, uno acaba por acostumbrarse», se lamenta el protagonista en escena. Frente a los insultos de algunos ciudadanos del pueblo –como Mrs Sedley, una consumidora habitual de láudano que se permite calificarlo de ‘criminal’–, Grimes solo encontrará el apoyo de su alma gemela, Ellen Orford (en el papel, la soprano Maria Bengtsson).

Benjamin Britten escribió esta obra tras terminar la Segunda Guerra Mundial inspirado en un poema de George Crabbe, ‘The Borough’. Ese título da nombre a un pueblo en el que vive Peter Grimes, que en esta nueva puesta en escena se sitúa en una población costera de Suffolk –cerca de la original–.

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