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Desde que Edward Jenner descubrió el método para luchar contra la viruela, las vacunas han salvado millones de vidas en todo el mundo. Las vacunas, de hecho, son las responsables de la erradicación de diversas enfermedades que hace tan solo algunas décadas eran tan comunes como un resfriado. Sin embargo, más allá de su descubrimiento y fabricación, uno de los principales retos del proceso de vacunación consiste precisamente en llevar estas vacunas a las personas que las necesitan, algo que no siempre resulta fácil, ya que muchas de ellas requieren de su almacenamiento en frío, lo que dificulta su envío a áreas remotas que no cuentan con la infraestructura necesaria. 

Ahora, no obstante, un equipo de investigadores del MIT ha encontrado una posible solución a este problema: una impresora móvil de vacunas que podría emplearse para producir cientos de dosis de vacunas en un día. «El prototipo, el cual cabe una mesa, podría implementarse en cualquier lugar donde se necesiten vacunas», explican los investigadores.

Vacunación por vía cutánea

«El objetivo es llegar a tener una producción de vacunas bajo demanda», declara científica del Instituto Koch para la Investigación Integrativa del Cáncer del MIT, Ana Jaklenec. «Si, por ejemplo, hubiera un brote de ébola en una región en particular, podríamos enviar algunas de estas impresoras al lugar y vacunar a las personas in situ”, añade. 

Y es que la impresora diseñada por el equipo de Koch, genera parches dotados con cientos de microagujas que contienen las dosis de un conjunto de vacunas seleccionadas. Este parche se puede adherir a la piel, lo que permite que la vacuna se disuelva sin necesidad de una inyección tradicional. Además, una vez impresos, los parches se pueden almacenar durante meses a temperatura ambiente salvando la necesidad de bajas temperaturas para su conservación, uno de los principales escollos logísticos en la distribución de las vacunas.

Las lecciones aprendidas de LA Covid-19

Para poner a prueba su nuevo método, los investigadores emplearon esta impresora para producir vacunas de ARN termoestables de Covid-19.La mayoría de las vacunas, incluidas las de ARNm, deben refrigerarse mientras se almacenan, lo que dificulta su envío a lugares donde no se pueden mantener esas temperaturas. Además, requieren jeringas, agujas y profesionales de la salud capacitados para administrarlas.

Para sortear este obstáculo, el equipo del MIT se dispuso a encontrar una manera de producir vacunas bajo demanda. Su motivación original, antes de que llegara el Covid-19, era construir un dispositivo que pudiera producir y desplegar rápidamente vacunas durante brotes de enfermedades como el ébola. Dicho dispositivo podría enviarse a una aldea remota, un campo de refugiados o una base militar para permitir la vacunación rápida de un gran número de personas.

En lugar de producir vacunas inyectables tradicionales, los investigadores decidieron trabajar con un nuevo tipo de administración de vacunas basado en parches del tamaño de una uña que contienen cientos de microagujas. Estas vacunas están ahora en desarrollo para muchas enfermedades, incluidas la poliomielitis, el sarampión y la rubéola. Cuando se aplica el parche en la piel, las puntas de las agujas se disuelven en esta y liberan la vacuna.

“Cuando comenzó el Covid-19, las preocupaciones sobre la estabilidad de la vacuna y su acceso nos motivaron a tratar de incorporar vacunas de ARN en parches de microagujas”, explica el coautor del estudio John DaristotleLa «tinta» también contiene polímeros que pueden moldearse fácilmente en la forma correcta y luego permanecer estables durante semanas o meses, incluso cuando se almacenan a temperatura ambiente o superior. 

La impresora actual puede producir 100 parches de vacunas en 48 horas, pero versiones futuras tendrán una mayor capacidad

Dentro de la impresora, un brazo robótico inyecta la vacuna en moldes de microagujas y una cámara de vacío debajo del molde succiona la tinta hasta el fondo, asegurándose de que llegue hasta las puntas de las agujas. Una vez que los moldes están llenos, tardan uno o dos días en secarse. El prototipo actual puede producir 100 parches en 48 horas, pero los investigadores anticipan que las versiones futuras podrían diseñarse para tener una mayor capacidad.

Para probar la estabilidad a largo plazo de sus vacunas, los investigadores testaron sus parches en ratones con una de las recientes vacunas de ARN desarrolladas contra la Covid-19, demostrando una eficacia similar que las tradicionales inyectadas. Ahora los científicos planean adaptar el proceso para producir todo tipo de vacunas, incluidas las fundamentadas en proteínas o virus inactivados.

“Este trabajo es particularmente emocionante ya que estamos ante la posibilidad de producir vacunas bajo demanda”, declara en investigador ajeno al estudio Joseph DeSimone, profesor de medicina traslacional e ingeniería química en la Universidad de Stanford. “Con la posibilidad de ampliar la fabricación de vacunas y mejorar la estabilidad a temperaturas más altas, las impresoras móviles de vacunas pueden facilitar el acceso generalizado a las vacunas de ARN, llegar a lugares donde antes era impensable y salvar cientos de miles de vidas en todo el mundo”.

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