[ad_1]

Compramos, cocinamos y comemos todos los días, sin embargo, muchas veces no profundizamos en el conocimiento de los alimentos que nos llevamos a la boca. Para cuidar nuestro cuerpo, es imprescindible saber qué sustancias puede haber en los platos que degustamos.

Los vegetales y las frutas, por ejemplo, pueden acumular tóxicos del agua de riego, de la tierra o de las fumigaciones. Por otro lado, las carnes y los pescados pueden contener restos de fármacos o dioxinas del aire contaminado. Es posible que en el agua, las grasas y las legumbres también haya sustancias dañinas para el organismo. 

Plaguicidas en la piel de algunas frutas

Hasta cuatro plaguicidas distintos pueden encontrarse en la piel de las frutas. Según un análisis de la OCU, las concentraciones no son abundantes, pero podría producirse un “efecto cóctel” en el organismo, fruto de la interacción combinada con varios de estos tóxicos. Conviene lavar bien las frutas y verduras antes de consumirlas. Se puede utilizar vinagre, limón o agua oxigenada para eliminar mejor estas sustancias.

Plomo en el agua que bebemos

El plomo se ha usado en la fabricación de multitud de utensilios. Por ello, puede llegar al agua. Pero no es biodegradable, por lo que se acumula en el agua y en los órganos y tejidos de los animales. Al beber agua o tomar carne, el plomo llega al torrente sanguíneo y a través de este se deposita en los diferentes tejidos del organismo. Los filtros de carbón activo que se colocan en la salida del grifo ayudan a eliminar la presencia de este metal.

Residuos de fármacos en la carne

Al tomar carne podemos ingerir residuos de medicamentos veterinarios, como antibióticos, que se usan para proteger a los animales. Un informe de la Universidad Autónoma de Barcelona (AUB) demostró que en 2011 un 0,28% de los productos de origen animal en la Unión Europea excedían los límites legales de sustancias farmacológicamente activas. Algunos supermercados y carnicerías ofrecen carnes ecológicas de animales no medicalizados.

Alimentos tóxicos
Foto: Istock

Los vegetales y las frutas pueden acumular tóxicos del agua de riego, de la tierra o de las fumigaciones.

Dioxinas y plaguicidas en vísceras y grasas

Muchos de los contaminantes no biodegradables (que el organismo no puede eliminar) son liposolubles. Es decir, se disuelven en la grasa. Los animales expuestos a ellos los acumulan en su tejido graso. Los que tienen cierta edad (y han ido acumulando estas sustancias a lo largo de su vida) también las almacenan en las vísceras, el hígado o los riñones. Por eso es mejor limitar el consumo delas partes más grasas y de las vísceras de los animales adultos. 

Mercurio en los pescados grandes

El mercurio se encuentra en las aguas marinas de forma natural. Proviene de la erosión de las rocas que lo contienen, de las erupciones volcánicas y de la actividad humana. Las concentraciones más altas de metimercurio (la forma orgánica del mercurio) se encuentran en los animales predadores más grandes del mar, como el tiburón, el pez espada o el atún. Conviene no excederse en el consumo de estos pescados. 

Micotoxinas en perales y legumbres

Las micotoxinas son sustancias químicas fabricadas por mohos que pueden afectar a la salud humana. Crecen sobre los alimentos, sobre todo en ambientes húmedos y a altas temperaturas. Algunas se forman en los cereales y las legumbres, durante su cultivo o al ser almacenados. Para evitar exponerse a ellas basta con comprar productos en establecimientos que garanticen cumplir los controles alimentarios estipulados por ley. 

[ad_2]

Source link