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La grasa en el cuerpo se puede acumular de tantas formas como métodos existen para intentar librarse de ella. Uno de estos métodos es el conocido como ayuno intermitente, que si bien no es una dieta en la que se restringe o controla el consumo de ciertos tipos de alimentos, consiste en una alternancia entre periodos de ayuno y la ingesta de alimentos. Se trata de una práctica a la que se le atribuye una gran efectividad a la hora de lograr acabar con los kilos que nos sobran, sin embargo quien haya intentado perder peso en alguna ocasión habrá podido comprobar que no toda la grasa se resiste de la misma manera a despedirse de nosotros, y alguna en especial parece dispuesta a acompañarnos durante el verano por pronto que empecemos con la llamada «operación bikini».

Ahora no obstante un equipo de investigadores de la Universidad de Sydney se ha propuesto saber por que cierta grasa parece ser tan resistente incluso al ayuno intermitente y tiende a acumularse en ciertas partes del cuerpo. Para ello llevaron a cabo un estudio en ratones en el que trazaron un mapa de lo que ocurre en el tejido graso del cuerpo cuando se sometía a estos a dicho ayuno. Los resultados se recogen en un articulo titulado Proteomics analysis of adipose depots after intermittent fasting reveals visceral fat preservation mechanisms publicado recientemente en la revista Cell Reports.

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Así, valiéndose de instrumentos de última generación, el equipo dirigido por el doctor Mark Larance examinó los tipos de tejido graso de las diferentes partes del cuerpo para comprender su función durante el llamado ayuno interdiario, una forma de ayuno intermitente que implica la alternancia de ayunos de 24 horas seguidos por periodos de 24 horas en los que si se pueden ingerir alimentos.

Entre sus diversos descubrimientos, los investigadores averiguaron que ciertos tipos tejido adiposo son más susceptibles a experimentar cambios que otros. Por ejemplo, entre los tipos de grasa más susceptibles al cambio se incluyen la grasa visceral, que es el tejido graso que rodea a nuestros órganos, y la grasa subcutánea, que es la que se encuentra debajo de la piel y se halla asociada a una mejor salud metabólica. «La mayoría de la gente piensa que todo el tejido graso es similar, sin embargo, sabemos que la ubicación de este marca una gran diferencia», explica Larance, quien desarrolla su labor de investigación en el Centro Charles Perkins y la Escuela de Ciencias de la Vida y el Medio Ambiente de la Universidad de Sydney.

¿Por que alguna grasa puede ser tan resistente a la pérdida de peso?

«Nuestros datos muestran que tanto la grasa visceral como la subcutánea experimentan cambios drásticos durante el ayuno intermitente», continúa el investigador. Sin embargo, el equipo también descubrió que esta grasa visceral, con especial atención a la que se ubica alrededor del estómago, puede acumularse en los seres humanos en forma de una barriga protuberante que puede tornarse muy resistente al ayuno intermitente. ¿Cómo sucede esto?, se preguntaba Larance.

«La mayoría de la gente piensa que todo el tejido graso es similar, sin embargo, sabemos que la ubicación de este marca una gran diferencia»

Durante el ayuno, el tejido graso proporciona energía al resto del cuerpo mediante la liberación de moléculas de ácidos grasos. No obstante los investigadores encontraron que con el tiempo la grasa visceral se volvía resistente a esta liberación de ácidos grasos durante el ayuno. «También hallamos signos de que la grasa subcutánea aumentaba su capacidad para almacenar energía, es decir, se volvía más eficiente, por lo que probablemente reconstruiría rápidamente el depósito de grasa antes del siguiente período de ayuno», afirma el investigador. «Es posible que un historial de períodos de ayuno repetidos desencadenara una vía de señalización de preservación en la grasa visceral«, añade.

Aunque no seamos plenamente conscientes de ello, nuestro cuerpo es enormemente versátil, y es capaz de adaptarse a todo tipo de situaciones. Esta mayor resiliencia de la grasa a desaparecer tiene un gran sentido en términos evolutivos y de supervivencia. «Esto sugiere que la grasa visceral puede adaptarse a episodios de ayuno repetidos y proteger su reserva de energía», añade Larance. «Este tipo de adaptación puede ser la razón por la que la grasa visceral puede ser resistente a la pérdida de peso después de largos períodos de dieta».

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El investigador, quien basó su estudio en ratones por presentar grandes similitudes con los seres humanos antes de realizar un experimento análogo con personas, explica que «la fisiología del ratón es muy similar a la nuestra, y aunque su metabolismo es mucho más rápido, comprobar lo que sucede en los ratones nos permite observar cambios más rápidamente que en los ensayos en humanos así como examinar tejidos que en nuestra especie entrañan más dificultad». «La investigación futura podría descubrir los mecanismos por los que se produce esta resistencia y también qué tipos de dieta y otras intervenciones podrían resultar más eficientes para combatir la grasa abdominal».

Un nuevo mapa de la grasa corporal

Para llevar a cabo su investigación el equipo de Larance examinó más de 8.500 proteínas ubicadas en los depósitos de grasa de los ratones estudiados, creando un catálogo de cambios que ocurrieron durante el ayuno intermitente utilizando una técnica llamada proteómica. La proteómica, es decir, el estudio de todas las proteínas, comprende un área de investigación relativamente moderna que toma su nombre de la genómica, el estudio de todos los genes, y que se centra en cómo reaccionan las proteínas bajo ciertas condiciones, en este caso el ayuno intermitente.

Espectrómetro de masas

Espectrómetro de masas


Foto: Mark Larance


El espectrómetro de masas, es un instrumento muy utilizado en proteómica que determinar la distribución de las moléculas de una sustancia en función de su masa. En la fotografía podemos observar el instrumento en el momento del análisis de una muestra. La imagen es una foto térmica de la parte frontal del instrumento que puede alcanzar los 300ºC. 

No obstante Larance puntualiza que debe tenerse en cuenta que los hallazgos de este estudio sobre el ayuno intermitente no deberían aplicarse a diferentes regímenes para perder peso, como la dieta 5: 2 en la que el ayuno se produce en 2 de cada 7 días, o la restricción calórica, el método más común empleado por personas que desean perder peso consistente en la limitación de la ingesta calórica o energética en la alimentación.

Los resultados, sientan las bases para estudios futuros que analizarán más en profundidad las moléculas responsables de que la grasa visceral se torne resistente a la liberación de energía durante el ayuno, y esperan los autores que puedan ayudar a determinar qué planes de dieta serían más beneficiosos para la salud metabólica. «Ahora que hemos demostrado que la grasa abdominal en ratones es resistente a esta dieta queremos centrarnos en la razones para poder abordar de un mejor modo cómo deshacernos de ella», concluye el investigador.

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