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Los seres humanos y sus antepasados ​​han fabricado herramientas de piedra durante millones de años. De hecho, los lugares en los que se han encontrado subproductos de la producción lítica así como las herramientas empleadas para ello se encuentran entre los yacimientos más comunes del registro arqueológico de todo el mundo.

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Sin embargo, con frecuencia estos artefactos son hallados, bien muy cerca, o bien en la misma superficie del suelo, por lo que resultan notablemente difíciles de ubicar en un marco cronológico. Esto es así debido a que los materiales orgánicos que pueden ser datados por radiocarbono y que están directamente asociados con estos hallazgos a menudo se encuentran ausentes. Por otro lado, su ubicación cercana o en la misma superficie no pueden ofrecer a los arqueólogos un periodo temporal inequívoco en los que situarlos.

A todo ello hay que sumar que hasta la fecha existen muy pocas técnicas arqueométricas disponibles para datar la piedra trabajada directamente y que actualmente los únicos métodos para la datación directa de artefactos líticos son la termoluminiscencia y la datación por hidratación de la obsidiana. Sin embargo, ambas técnicas presentan serias limitaciones metodológicas que limitan el rango de aplicaciones así como la fiabilidad de cada método.

Glicanic muestra algunos de los artefactos obtenidos del yacimiento de Su-re

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Foto: Michael Meyer

Ahora para salvar este escollo, el arqueólogo de la Universidad de Innsbruck, Luke Andrew Gliganic,ha empleado junto a su equipo una técnica conocida como luminiscencia ópticamente estimulada -OSL por sus siglas en inglés- para datar los restos del yacimiento arqueológico de Su-re, ubicado en la montaña Cho Oyu de la cordillera del Himalaya y situada apenas a unos 20 kilómetros al oeste del monte Everest. Con ello han identificado la que hasta ahora es la evidencia más antigua de la ocupación humana del centro-sur de la meseta tibetana.

Los restos de las herramientas están datadas entre hace 5.500 y 5.200 años y proceden de una cantera ubicada cerca de un paso de montaña que fue una ruta histórica de comercio y peregrinaje. «Se cree que esta ruta situada en las inmediaciones de Cho Oyu funcionó además como un vínculo prehistórico entre la meseta tibetana y las tierras bajas del sur del Himalaya» cuentan los investigadores.

«Se cree que esta ruta situada en las inmediaciones de Cho Oyu funcionó además como un vínculo prehistórico entre la meseta tibetana y las tierras bajas del sur del Himalaya»

Sin embargo, una de las cosas que más llama la atención de la investigación de Gliganic, la cual se publica en la revista Science Advances bajo el titulo Direct dating of lithic surface artifacts using luminescence es el método de datación empleado para averiguar la antigüedad de los artefactos de piedra tibetanos, ya que pudieron fecharlos gracias a la citada técnica OSL, la cual puede emplearse para para averiguar la última vez que el cuarzo de una roca estuvo expuesto a la luz.

Esto se explica debido a que la luz solar despoja gradualmente al cuarzo de una señal luminiscente natural hasta que esta se repone con una nueva exposición a la radiación tras ser enterrado nuevamente. Así, exponiendo la piedra a longitudes de onda de luz específicas, los investigadores obtienen una serie de señales gracias a las cuales pueden calcular el tiempo que han permanecido bajo tierra.

El coautor del estudio, Michael Meyer, en el laboratorio OSL de la Universidad de Innsbruck

El coautor del estudio, Michael Meyer, en el laboratorio OSL de la Universidad de Innsbruck



Foto: Michael Meyer

En el caso tibetano, los investigadores analizaron la señal OSL en cortes milimétricos de los artefactos, lo que les permitió recrear las historias completas de entierro y exposición de los artefactos, situarlos en contexto y relacionarlos con los procesos naturales como la erosión y el transporte de materiales que han tenido lugar en el yacimiento y sus alrededores. «El grupo objetos más antiguos, datados de hace entre 5.500 y 5.200 años, probablemente estén relacionados con las actividades de extracción en el lugar, lo que representa las pistas más antiguas de la presencia humana en la meseta tibetana centro-sur», concluyen los autores.

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