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Cuando Virginia Andrews-Goff consiguió colocar balizas de seguimiento por satélite en dos ballenas azules, se convirtió en la primera persona, y por ahora la única, en hacer tal cosa. La hazaña tuvo como escenario el océano Antártico.

 

En los últimos tiempos es muy difícil ver ballenas azules antárticas. La caza comercial de ballenas en las décadas de 1960 y 1970 acabó con la vida de unas 290.000 ballenas azules antárticas, que representaban el 90% de la población. A finales de la década de 1990, la población mundial de ballenas azules del Antártico se estimaba en 2.280 individuos. La ballena azul está en peligro de extinción. Conocer por dónde se mueven los ejemplares a proteger es de gran ayuda para establecer medidas de protección.

 

El análisis de los datos del rastreo de la actividad de ambas ballenas, hecho gracias a las balizas de seguimiento por satélite, ha aportado información nueva y reveladora sobre la vida cotidiana de estos animales, unos nómadas consumados.

 

Las balizas por satélite mostraron que las ballenas recorrieron 1390 kilómetros en 13 días y 5550 kilómetros en 74 días, con una distancia media de más de 100 kilómetros al día.

 

Las dos ballenas hicieron cosas totalmente distintas, pero lo que quedó patente es que estos animales pueden viajar realmente rápido, tal como enfatiza Andrews-Goff.

 

Si tenemos en cuenta lo lejos y rápido que se desplazaban estos animales, proteger a la población general de ballenas azules antárticas frente a posibles amenazas será complicado, ya que podrían circunnavegar la Antártida en una sola temporada de alimentación.

 

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Una ballena azul antártica. (Foto: Australian Antarctic Division)

 

Se observaron dos ritmos de desplazamiento: uno más rápido, aparentemente empleado para viajar de un sitio a otro, con una velocidad media de 4,2 km/h, y otro más lento, de 2,5 km/h, que aparentemente corresponde a la acción de inspeccionar el entorno en busca de alimento.

 

Parece que las ballenas se quedan en una zona para alimentarse y luego viajan rápidamente hasta otra zona y se quedan por allí durante un tiempo para alimentarse de nuevo.

 

Incluso con un tamaño de muestra tan pequeño como 2, lo descubierto mediante el seguimiento con las balizas por satélite ayudará a la Comisión Ballenera Internacional a gestionar mejor la protección a las ballenas azules antárticas, proporcionando información pionera sobre la ecología de alimentación de las ballenas azules, las preferencias de hábitat, la alimentación, la distribución y las tasas de movimiento. Estos datos servirán de base para una evaluación en profundidad de las ballenas azules antárticas que comenzará en 2024.

 

El estudio se titula “Satellite tag derived data from two Antarctic blue whales (Balaenoptera musculus intermedia) tagged in the east Antarctic sector of the Southern Ocean”. Y se ha publicado en la revista académica Biodiversity Data Journal. (Fuente: NCYT de Amazings)

 

 

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