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Dicen quienes saben de esto, desde psiquiatras forenses hasta jueces o curtidos y experimentados policías, que cualquiera de nosotros, cualquier persona ‘normal’, en un momento de locura es capaz de cometer un acto tan atroz como el que ha perpetrado esta alimaña asesinando vilmente y hundiendo en el fondo del mar a sus propias hijas. Prefiero pensar que no es así, aunque las frías estadísticas corroboren esa tesis. Soy un firme convencido de que el mal existe. Ya sé que no soy precisamente original al escribir esto porque muchos piensan como yo, pero es lo que creo.

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