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Los eclipses solares son fenómenos fascinantes, tanto por su belleza, como por su singularidad: según la media, ocurre uno tan solo cada 173,31 días y, por si fuera poco, no todos son visibles desde las mismas zonas del planeta. Por esa razón, cada vez que tiene lugar uno de estos acontecimientos celestes, todos los privilegiados que tienen acceso a él esperan con ansias que suceda para echar los ojos al cielo y disfrutar del espectáculo.

Sin embargo, en un acto tan sencillo como puede ser elevar la cabeza y mirar directamente un eclipse es posible que dañes tu vista de forma irremediable. Y es que, la radiación solar contiene una serie de elementos, como los rayos ultravioleta o infrarrojos, que pueden dañar el ojo gravemente. Si te das cuenta, durante el día la propia claridad evita que hagamos contacto directo con el Astro Rey pero, durante el eclipse, eso no sucede y la radiación tiene acceso directo a nuestra retina.

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