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Debido a su apariencia, los eclipses solares anulares reciben el nombre de «anillos de fuego», y guardan similitud con los eclipses solares totales, con la particularidad de que la Luna se sitúa en el punto más alejado de su órbita respecto a la Tierra, lo que impide que pueda ocultar el Sol por completo. En su lugar, la luz solar circunda la sombra de la Luna, formando el citado anillo de fuego.
Anatomía de la danza cósmica
Los eclipses solares en general han estado rodeados de mitos y leyendas en diversas culturas a lo largo de la historia. Por ejemplo, en la antigua Grecia, se creía que durante un eclipse solar los dioses manifestaban su ira o descontento hacia los mortales, interpretando el oscurecimiento repentino del Sol como una advertencia divina. Esto llevaba a los griegos a realizar rituales y sacrificios para aplacar la cólera de los dioses.
En las culturas nórdicas, el eclipse solar era visto como una señal ominosa del fin del mundo, y se creía que durante estos eventos celestiales se abrían portales interdimensionales por donde podían entrar criaturas maléficas o incluso gigantes que amenazaban con destruir todo a su paso.
Sin embargo, la explicación de los eclipses solares responde a unos movimientos celestes perfectamente predecibles. Concretamente, los eclipses solares anulares tienen lugar debido a la danza cósmica entre la Tierra, la Luna y el Sol, y sus respectivas distancias en el momento del eclipse. Cuando la Luna está más lejos en su órbita elíptica y el sol más cerca en su órbita, se da este fenómeno.
Períodos de Saros
Así, los eclipses no son eventos aleatorios, sino que obedecen a ciclos predecibles conocidos como períodos de Saros, que duran aproximadamente 18 años, 11 días y 8 horas. Este ciclo se debe a la interacción entre las órbitas de la Tierra y la Luna, y permite a los astrónomos predecir con precisión cuándo y dónde ocurrirá un eclipse.
El registro histórico más antiguo que se ha descubierto acerca de los ciclos de Saros se encuentra en la actual Irak: en los últimos siglos a. C., los caldeos (antiguos astrónomos babilonios) ya sabían que los eclipses cumplían un ciclo de 18 años. El descubridor de este ciclo de eclipses podría haber sido el astrónomo caldeo Beroso (350-270 a. C.).
El próximo eclipse solar anular está previsto para el 14 de octubre de 2023, y será visible principalmente desde América del Norte, Centroamérica y parte de Sudamérica. La totalidad del eclipse, el momento donde la Luna cubre el centro del Sol dejando visible solo el anillo de fuego, durará unos 4 minutos y 28 segundos, un tiempo breve pero suficiente para maravillarse y reflexionar sobre nuestro lugar en el universo.
Es crucial recordar que la observación directa del Sol, incluso durante un eclipse, puede causar daño irreparable en los ojos. Por ello, se deben utilizar filtros solares especiales o técnicas de proyección indirecta para disfrutar del evento de forma segura.
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