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Un nuevo estudio desarrollado por investigadores de la Universidad de Radboud de Nimega, en los Países Bajos, y publicado en la revista Physical Review Letters esta misma semana, propone una revolución de la teoría de radiación establecida por Stephen Hawking en 1976, afirmando que es posible ampliarla a todo el Universo.

Los científicos Michael Wondrak, Walter van Suijlekom y Heino Falcke, cabezas de la investigación, combinaron diferentes mecanismos físicos y matemáticos, llegando a la conclusión de que la radiación de Hawking podría no limitarse a elementos con horizonte de sucesos, como es el caso de los agujeros negros, sino que se desencadenaría debido a la forma en que todo tipo de objeto cosmológico pesado curva el espacio-tiempo.

LA RADIACIÓN DE HAWKING

A mediados de la década de los setenta, el aclamado físico Stephen Hawking planteaba una teoría que revolucionaría el mundo de astrofísica: la existencia de una radiación invisible, a la que se llamó radiación de Hawking, que emitirían los agujeros negros y que consumiría su energía hasta desencadenar su propia desaparición o, como lo llamó Hawking, su “evaporación”.

Así, ya por aquel entonces se sabía que lo que se conoce como “vacío”, está realmente lleno de elementos. Entre ellos, se encuentran la energía de vacío, las ondas o ciertos campos que permiten la existencia de una base energética no nula en todo el espacio. Incluso es posible que se generen partículas.

De hecho, en el Universo se produce un fenómeno conocido como creación de pares: dos partículas (una partícula y una antipartícula) que se crean “tomando prestada” esa energía de base y que desaparecen, fusionándose y devolviendo esa energía. Su existencia es tan breve que se hace imposible, incluso, detectarlas.

Ahora bien, Hawking planteó que, en el borde de los agujeros negros, este proceso podría ocurrir de forma muy distinta. El físico afirmó que el límite del punto de no retorno de la luz, el horizonte de sucesos, podría dificultar que las partículas se fusionasen de nuevo. Así, si una de ellas se creaba dentro del agujero, pero la otra fuera, el agujero negro absorbería la de dentro, dejando a más exterior escapar y dando lugar a la famosa radiación.

Sin embargo, para que la partícula pudiera liberarse del todo, el agujero negro debía proporcionarle parte de su energía, lo que le haría “debilitarse” poco a poco. Stephen Hawking explicaba que, si este proceso se repetía en múltiples ocasiones, al cabo del tiempo el agujero negro perdería tanta energía que se consumiría hasta acabar desapareciendo o “evaporándose

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