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Durante el conflicto aumentaron los compromisos para ellos: abrieron sus casas para recibir, acoger y distribuir ayuda humanitaria. Continúan de todo corazón en esta misión: buscando a las personas necesitadas, preparando alimentos y productos de primera necesidad, visitando familias, ancianos y enfermos, llevándoles lo necesario, pero sobre todo hablando con ellos, ofreciéndoles la posibilidad de encontrarse.

No han dejado los hospitales, los orfanatos, las casas de refugiados, las casas fuera de la ciudad, donde la gente se quedaba de visita. También tratan de organizar encuentros psicológicos para niños, jóvenes, adultos, probados por los traumas de la guerra y agotados por la persistencia de la situación de incertidumbre.

No faltan las ayudas a la población, gracias a la generosidad de diversas organizaciones, benefactores y comunidades del mundo, que aportan productos para la higiene y limpieza personal, medicinas, ropa blanca, ropa, detergentes, con todo lo necesario para el invierno. – leña, ropa térmica, generadores de energía – con ayudas para el transporte y dinero para pagar las facturas.

Las hermanas tratan de educar a los niños y a las familias a mantener el corazón abierto y a compartir con quienes, como ellos, se encuentran en situaciones de conflicto, desastres naturales o extrema pobreza: para Navidad, junto a los niños y jóvenes, prepararon dulces y pequeños obsequios para llevar a las parroquias más necesitadas.

Las Hijas de María Auxiliadora continúan su presencia entre la gente aportando un poco de luz en la oscuridad – una sonrisa, una palabra amable, cercanía- y un apoyo concreto, contando con la generosidad y la solidaridad de todos.

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